Pegadas, violadas, ninguneadas, frivolizadas, menorizadas, vigiladas, infravaloradas, sexualizadas, condicionadas, rechazadas a golpe de prejuicio, moralizadas, sometidas, usadas, dudas sobre ellas, muro machista de tradición que se sitúa sobre ellas y su mundo. Bofetada letal de machista animal.
Curvas, femeninas, diversas, con su propia identidad de libertad, animosas, reivindicativas, coquetas, dulces, distintas, universitarias, amas de casa, circunstancias pluridiversas, maxifaldas,cintas en el pelo, minis, cabellos al viento, botas, medias, menos kilos, exactamente la misma sensatez que el varón, cuchillada pasional en unos segundos de locura vengativa. El forense vuelve a levantar más cuerpos del mismo sexo. Otra vez, mujeres ...
Nuestras madres, nuestras niñas, nuestras esposas, nuestras compañeras, nuestras, ¿nuestras?, su derecho a que las dejamos vivir y desarrollarse, enriquecedora diferencia física, personas, siempre personas, personas con la misma cabida que nosotros los hombres.
Apaleadas, penetradas hasta la muerte, escudriñadas, mutiladas, castigos para su clítoris y su placer, obligadas a taparse por la intolerancia y el tabú masculino, la segunda división, la sensación de que solo valen para lo que valen y nunca equipararlas al hombre, atletas, halteras, futbolistas, psicólogas, estibadoras, jugadoras de rugby, limpiadoras, contadoras de cuentos, médicas, administrativas, carteras, laboriosas, rutilantes, sin edad, liberadas formalmente, juzgadas más que rigurosamente, objetos presuntos del pecado, cosas de su sexo y siempre a nuestra disposición. ¡Machistas! Siento ser un cavernícola hombre cuando veo cómo el telediario dispara y escupe una y otra vez la noticia de su asesinato y agresión por nosotros. Eso no puede ser imparable. Ha de cesar. Es justo que se acabe tanta lacra y barbarie.
Transexuales, lesbianas, bísex, mujeres y hombres que salen del armario para mostrarse auténticos y valientes ante una sociedad carcamal y puntiaguda que siempre las mira con severidad y apuntando con un estilete descalificador.
Feminismo vigente, ellas han de defenderse y nosotros guardar el silencio y bajar la cabeza. Porque el mundo del capitalismo y de los dioses varones también tiene que ser de ellas. Sin competir, sin gritos, sin hostias, sin pegas, sin recelos, con libertad y con decencia por nuestra parte.
Una mujer es una persona que tiene derecho a que no ensuciemos o pongamos peludas piedras en el camino de su libertad. La mujer debe ser aceptada, escalar entre los dogmas religiosistas, ocupar muchos más lugares de decisión y poder en las empresas, pagarlas más de lo que se les hace porque es injusta la rebaja de salario que se les tiene por su femenina condición. Dejemos los hombres que las mujeres decidan exactamente lo mejor para su universo rico.
Reídas, burladas, acosadas, sexualizadas, metidas en sectas de sexo, prostituídas, utilizadas, matadas, quebradas, golpeadas, gritadas, empujadas, criticadas, minusvaloradas, citadas con malicia, emboscadas sin salida, insultadas, improperios, camionas, marimachos, marimandonas, a fregar, tías buenas, macizas, cachondas, feminazis, robahijos, victimeras, lloreras de mujer, que no valen para la guerra y son carne fresca y de cañón, sometidas en la desventaja de los oídos sordos de quienes preferimos menospreciarlas y tirarlas a la puta basura de la nada.
Mucho más cuidado con nuestras miradas, con nuestro trato para con ellas, nos proporcionan equilibrio, y naturalidad, y compañía, y brillantes ideas, y su belleza es destacada, y sus lecciones magistrales de pelea reivindicativa y cotidiana han de merecer nuestro aplauso admirado. Debemos dejarnos de relaciones quedabién y la misma igualdad y naturalidad que con nosotros. ¡Coño!
¡NO SON NADA EXTRAÑO!
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