Ronald Koeman es un tipo duro y peculiar. La prueba es la dificultad que tiene para hablar correctamente el castellano a pesar de los años que transcurren. Puede ser una pista.
Como jugador, Koeman fue elegante, de pase largo desde atrás, y con un excelente toque de balón. En el Barça fue entrenado por el dios Cruyff, y le dio al Barcelona su primera Champions al lado de Zubizarreta, Bakero, Laudrup o Romario.
Nunca ha sido santo de la devoción del nuevo presidente, Joan Laporta. Le mantuvo de entrenador por meras conveniencias económicas, pero nunca creyó en él. Las derrotas han segado la continuidad del entrenador.
Koeman sorprendió con sus cosas entrenando al Valencia, en donde riñó y dejó fuera a mitos como David Albelda o Santiago Cañizares. Este asunto, sorprendió y emborronó su trayectoria, apareciendo las primeras dudas acerca de su capacidad como entrenador de fútbol.
El Barça es ahora un equipo que se ha quedado sin grandes jugadores. Y eso no resta muchas ideas y pretensiones. El Real Madrid y el Barcelona tienen el deber histórico de estar arriba. Son los equipos de las dos ciudades más potentes de España, y con toda la tradición de historia y éxitos.
Sin apenas jugadores sólidos, el margen de maniobra se contrae. Si juegas atrás y sin defensas de fiar, puede ser muy feo, y si atacas y no tienes goleadores te pasa algo parecido. Es lo que hay.
Koeman tiene un carácter fuerte. Es orgulloso, y piensa que tiene suficiente experiencia para que pocas cosas ya le sorprendan en el juego del fútbol. Pero ese carácter potente, puede tener también reversos de moneda cuando no logra manejar adecuadamente el vestuario.
Además de las derrotas, Koeman no ha sabido motivar a sus jugadores, y ha querido ser una estrella más. Y en el Barça, no está el horno para alardes o frivolidades. La prensa es muy exigente, como lo es la de un club tan enorme. Y en los últimos tiempos, al holandés se le notaba demasiado tenso y fastidiado cuando hacía las ruedas de prensa. Apenas esbozaba una sonrisa. Se quería ir. Y estas cosas son muchas veces lógicamente determinantes. Llevarse bien con los medios, siempre es mucho más efectivo.
Koeman lo intentó con los juveniles cuando se notó que los veteranos solo podrían darle disgustos. Pero no logró hacer mixturas. Y cometió muchos errores estratégicos de disposición de los jugadores en el campo.
Mas no hay que engañarse. Koeman ha sido cesado por el damocles de las derrotas. En fútbol, si pierdes, lo pierdes todo. El Barça está viviendo unos momentos de enorme debilidad e inconsistencia. Y la marcha de Leo Messi, levantó todavía más la manta de la verdad y de la realidad.
Acabado Koeman, coincidiendo con la americanada de los sustos del Halloween, el relevo solo podrá inicialmente ser anímico. El Barça está para pocos sustos y calabazas, para pocas bromas adolescentes y para pocas leyendas de optimismo. Le falta muchísima calidad, y todo son buenos deseos.
Hasta que no llegue dinero, el Barça va a sufrir. Pronto se sabrá si con Xavi vuelve la ilusión imprescindible. Xavi es un icono en Can Barça. Ha sido uno de los mejores directores de juego del mundo como jugador, pero ahora debe refrendar como entrenador lo que sabe como sensacional futbolista.
La única esperanza es el orden. Que Xavi Hernández les dé un libretto y un patrón de juego más claro a sus futbolistas. Quizás con ese orden fruto de su sabiduría como jugador, el equipo pueda aguantar por arriba y no ser susto de decepción. El futuro del Barça es largo, preocupante y lejanamente triste. Por éso, Koeman ya sobraba. Ahora toca meter sal y tener paciencia a largo plazo con la reconstrucción deportiva.
-NO QUEDA OTRA-
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