Sevilla tiene un color especial. Se llenó el campo para animar al equipo nacional. Suecia se ordenó atrás y no dejó espacios. ¡España! ¡España! La afición hispalense lo dio todo. Impecable. El Pizjuán parece un valladar inexpugnable. El acento sevillano está lleno de pasión y amor futbolístico.
Luis Enrique, borde, tapabocas, increíble muchas veces, absoluto, nada de concesiones a los medios. Se le odia mucho. Y también muchos le respetan cuando las cosas van bien. El astur, siempre genio y figura. Delgado y enjuto hasta la exageración, dinámico, claro, prepotente y provocador. Pero al final salió como Curro Romero. Por la puerta grande.
España no podía ayer meterle un gol a nadie. Porque jugaba sin delanteros. Porque este chico del Español, Raúl de Tomás, estaba demasiado solo ante una defensa ordenada y de mucho físico vikingo.
Setenta minutos después de que empezara la cosa, y ya con dos delanteros arriba, como Rodrigo Moreno y sobre todo, Morata, la historia se hizo más fácil y positiva. El penas Morata, empezó a dejarse ver. Es un delantero de verdad, contrastado, tímido, goleador y también discutido cuando falla goles con toda la portería para él. Pero posee la veteranía y la garantía de que algo pasará si se le saca de titular y se le deja jugar.
Los nervios los paró el jovencito Gavi, que tiene diecisiete años y una bravura y unas ganas sin igual. El azulgrana, tiró del carro en los momentos más vertiginosos. Y corría y volvía a correr. No paró de hacerlo en todo el partido. Es un adolescente con un gran porvenir si no se aja.
Eso es la Selección española. Un equipo adolescente y azaroso, capaz de ganar e igualmente de perder. Luis Enrique juega a mago improvisado, trayéndose gente a la Selección que no sabemos apenas quiénes son. Pero les da marcha y confianza. A algunos jugadores les tiene vedados, y otros siempre estarán en su once. Ha escogido el asturiano chicos sorpresa, aprovechando el tremendo vacío de calidad que hay, tras el final de la generación 10 de Iniesta o Xavi Hernández.
Pero ahora todo es trepidante. Se ganó. Se ganó el billete y sin repesca para ir a jugar un Mundial al surrealismo climático del dinero de Qatar. Allí esperan temperaturas nada aptas. Y todo será un mucho kafkiano y surreal. De adaptarse, o morir.
Sevilla y la alegría de la victoria. Ya no nos acordamos de Juan Señor frente a Malta, o de aquel cabezazo clasificatorio de Fernando Hierro. No faltamos a un Mundial desde 1978. ¿No es maravilloso? ...
Luis Enrique vivió su presente pese a hacer cara de palo durante el partido de Halloween. Una castaña de choque. Y saltó, brincó, y vibró Sevilla y toda España, y la luna llena siempre será de nosotros, y soñaremos con que todo sigue funcionando y que los resultados pueden acompañarnos.
¿Opciones serias para ganarle el Mundial a Brasil o a Francia? Es honesto decir que no, y que hay que ser tremendamente cautos y optimistas. Y que volverán Pedri y Ansu Fati. Y que la Roja siempre tiene bemoles, raza y olé. Porque el fútbol es una pasión que emerge tras una calamidad de partido o después de un mal pensamiento. Hoy es el presente de vivir. Y se ha ganado. Quizás faltara un poco de arte.
¿Y QUÉ? ...
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