Sí. ¡Mayo! Es el ciclo de las flores. Un tiempo especial que no debe esperarse al verano. Las flores de un día han encontrado la pernada del campo abierto y de la abundancia para mostrarse masivamente. No pararán de hacerlo hasta el otoño. En Valencia, bien entrado.
Sabedores sois quienes me leéis, que yo prefiero siempre el mes de abril. Es el mes, en donde todo se prepara para lo que luego irá surgiendo. Ahora, en mayo, gana el color y la atracción. Es el tiempo del sexo y del intercambio. Para que todo polinice y se reproduzca. Ha sido el primer calor. Los primeros calores de un mayo que sabe su oficio y su tiempo.
Las coloridas flores, son grandes enganches de la Naturaleza. Es el volcán exaltado. Tú puedes ir por una pradera hermosa y verde, mirada sostenida, y de repente ves algo diferente y que luego será fugaz. Son las flores que aparecen y que hacen que se detenga la mirada seducida. Es el tiempo de todo el color. Blancas, amarillas, azules, y no digamos las de color rojo. Las sexys. Las que pretenden eclipsar a todas las demás. Las flores vistosas que contrastan aposta con los grandes tallos.
Este año cuidé como un fanático amateur de nuevo mi balcón. Experimenté casi todo el tiempo y nunca las descuidé. Dejé paradas a la suya a mis plantas veteranas por tantos años conocidas, y he tenido el agradecimiento de mi no manoseo. Pero no se han librado casi todas las demás.
Opté hace tiempo por las de semilla, aunque su afortunado crecimiento requiere una enorme dosis de paciencia, y me potencia el reto y la ansiedad. Las plántulas niñas necesitan unos cuidados casi maternales, y esa serenidad que yo poco tengo. Pero, al final, la constancia tendrá éxito. Y desde las semillas, para mí extrañas de las clavellineras o claveles chinos, he logrado asistir a su desarrollo final y a su sorprendente floración. Son flores un tanto fugaces y selectivas, en donde su rojo color tiene estilo y efectivamente toda la magia oriental. Se la nota distinguida y delicada. Acertó quien las puso el copyright de claveles chinos. Son sorprendentes, inesperados capullos, formaciones rápidas, marchitaje corto y azaroso, requieren formación y talento. Cómo llevarlas y tratarlas. Cómo hacer para que el viento libre y desnudo no se las lleve y aje sus tallos y estabilidad. Y he descubierto que puedo protegerlos si los paso a maceta grande y entierro los tallos. No se afectan, y entonces dichos tallos hacen sus funciones de agarre apuntalando las raíces, las cuales solo serán un misterio desvelado cuando haya que trasplantar de nuevo las macetas. Solo en esos momentos.
Ahí en el balcón exterior de mi casa, a pleno sol, triunfan las flores amarillas de las margaritas. Ha sido bonito observar cómo desde estas plantas que semejaban con tanto follaje una col lombarda, iban a surgir de ellas y casi apresuradamente, unos tallos con gran personalidad que culminan con unas flores espectaculares y llamativas. Pero pasados unos días de fulgor y cuando les da la gana y lo consideran oportuno, van dejando de abrirse plenamente mostrando a gritos el declive de su marchitar. Las corto y elimino.
Todo mi balcón, florece. Yo no soy de orlas, pero asumo con admiración los efectos especiales de mis plantas. Y valoraré las que se han constituido y realizado plenamente a través de mis trabajos. Pero admiro más la consistencia de los tallos y la longitud de la planta que el clímax floral. Sobre gustos no hay nada escrito ni decidido.
Mayo avanza hacia junio entre amagos de caloradas y agradeciendo su tiempo. Mayo es fardón y vacilón. Uno de los meses de los reyes de las modas. El campeonato mundial de a ver quién tiene la flor más hermosa o epatante. Dudo mucho que se hicieran certámenes acerca del verde de las hojas o de la labor periódica.
A mí, hoy por hoy, no me interesa que me enseñen para ser botánico. Me gusta descubrir por mí mismo imperiosamente algo límite para que las plantas no se sequen y fallezcan. Ya sabéis que las plantas de mi balcón también soy yo. Y siempre será así. Yo soy vida y tesón, y me alegra reconocerlo más que confesarlo. Porque mientras ese afán por no decir pasión se mantenga, yo seguiré bien vivo y presto a pesar de mis achaques de salud. Debo cuidarme más. Me lo dicen mis plantas, las cuales con su magia lo ponen en el chip de mi cabeza. Si hay más agarre a la tierra, y constancia, y seriedad, y convicción, todos los demás frutos florales de mi vida tendrán lugar. Solo se trata de bajar la cabeza y apostar por la seguridad y fertilidad de la tierra base con sustento. Las plantas de mi balcón llaman a la humildad, y yo necesito hacerlas caso pleno.
Llega junio y todo el calor achicharrante y playero del Mediterráneo valenciano. Ya tengo preparada mi antigua persiana de siempre, la cual evitará que las plantas sean cazadas y enfocadas por el sol directo e insoportable para la supervivencia de aquí. Protejo con tiempo mis plantas, y en tanto que las protejo, lo hago con mi vida.
Este texto,-soy consciente-, está circunscrito a los amantes acérrimos de las plantas y de las flores. A los amantes del mundo de la flora a pequeña escala, pero quizás igualmente atraiga cual polen a los lectores y lectoras con sensibilidad y agudeza.
Es lo de menos. Siento que he dado mucho en este escrito. Necesitaba plasmar y exteriorizar cual mayo florido mis sentires interiores. E intuyo que he logrado captar algunas atenciones. Porque mientras esto he escrito, no ha existido el mundo, lo que pasa a mi alrededor ni las voces vecinas e inmediatas. Solo he existido yo. Y seguiré existiendo y escribiendo mientras siga vivo. Y las plantas de mi balcón y de mi vida, siempre serán para mí una referencia absolutamente imprescindible. Necesaria.
-ABRAZO PARA MIS LECTOR@S-
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