Mota dejó a su pareja de espectáculo,-Juan Muñoz-, y avanzó sin notarse esa distancia o responsabilidad nueva. Y eso le engrandece todavía más. Porque José Mota es un fijo y un imprescindible.
Su personaje se inicia en un chaval bajito y delgado. Un alguien poca cosa. Y desde esa casi imprevisibilidad inicial, Mota se presenta y crea. Es un castellano y manchego, que nace desde el humor inmediato de lo rural, cruza los caminos hacia el humor de la gran capital, nunca va a renunciar a ese origen que le proyecta al estrellato, y desde ahí se atreve y se sigue atreviendo al juego humorístico del desahogado pijo, y sigue imparable abriendo su ingeniosa y descacharrante sorpresa del humor de la carcajada.
Es un atleta que imita de cine. No tiene la foto fija del otrora indiscutible Carlos Latre, pero Mota es más recorrido y vitalidad. Mota es locura en acción; personajes disparatados sacados de la verdad más seria y oficial. Es capaz de confrontar a un paleto con un filósofo, o a un despreocupado hacerlo amigo de un ansioso desesperado.
José Mota ya tiene cincuenta y cinco años. Pero su energía no decae. Y cada vez se siente más cómodo en personajes y situaciones mucho más difíciles de explotar en comicidad. Recordamos al "tío de la vara", o a "la vieja del visillo", pero sus parodias avanzan con solidez a argumentos más largos, trabajados, y hábilmente enrevesados.
Lo logra. Nos descojonamos. Su humor siempre será castellano y español, pero eso a Mota no le preocupa. Puede imitar a quien sea, crear una historia abracadabrante pero que nos llega y entendemos, y sobre todo puede abrir el siempre difícil abanico de la versatilidad.
Ya puede estarse muy serio y más detenido en miradas de personajes más profundos y significativos, y sin perder el ritmo y la agilidad habituales. José Mota sabe cambiar los registros a toda velocidad, y parar sorprendentemente de nuevo en la gestualidad hilarante. Logra hacerse el serio, mientras los demás no podemos evitar reírnos a mandíbula batiente.
¡Es el mejor! Hoy por hoy, lo es. Las formas de humor y de éxito actuales, son la tele, la imagen, el impacto, la brevedad, la frescura y la continuidad. Curra y elabora con enorme profesionalidad todos los detalles, y se muestra perfeccionista e imparablemente exigente.
A Mota se le ve tranquilo, como sabiendo bien el terreno que pisa, y aunque la improvisación siempre será él, el actor se ajusta a muchos más registros técnicos para perfeccionar sus creaciones.
No pasa el tiempo para José Mota. Es una máquina de crear acierto, de elegir bien sus personajes, y de darle forma sexy a los gags e historietas surrealistas que se monta y que nos desconcierta favorablemente.
Seguramente la clave es el entusiasmo, las ganas de darle a su modo y estilo cañero a lo imposible, y el confiar en la madurez de su ingenio y autoconfianza. Mientras eso esté en José Mota, salvo sorpresas su liderazgo no peligrará. No hay que olvidar que el género del humor es más que difícil de hacerlo bien. Y puedes pasar en un desliz de la gloria al ridículo. Pero Mota sigue conectando bien. Y nosotr@s con él pasamos ratos espléndidos.
-ESPAÑOL TENÍA QUE SER-
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