jueves, 28 de noviembre de 2019

- CINE= "A QUIEN HIERRO MATA". -




El viejo narco gallego marca su legado siempre inquietante. En su mundo  peculiar, la vida es el riesgo de la supervivencia permanente. Camina por los infiernos en los que caer una y otra vez. Toda una vida delinquiendo para salir de la pobreza y abrazar dinero en masa que lleva la droga.
El anciano, decae casi por completo y va muriendo. Parece perder primeros planos de la actualidad de su vida alterada y audazmente ilegal y arriesgada, pero hay algo en él que seguirá firme y rebelde hasta después de muerto. Algunos viejos zorros nunca mueren.
La nueva película del valenciano Francisco Plaza, sigue siendo fuerte, de acción y violencia, de realidad, de terror; impactos y efectos sonoros inquietantes y potentes.
Es la historia de gente que existe pero que pocas veces vemos y que apenas se nos muestra. Es una parte de la Galicia lluviosa, bellísima y de pueblo, costera y verde, y de mar, y de conchas y de nécoras, y de enormes disputas entre mafias de varios países, y de constante acción policial. Es la gran pobreza que marca la desesperación.
Al lado del viejo mafioso local carente de empatía y de sentimientos,-hasta el punto de negarse a echar una mano a sus propios hijos-, aparece el no convencional y a lo mejor más frecuente de lo que parezca, la figura del enfermero de una residencia que encarna el actor Luis Tosar.
El enfermero ha vivido también el infierno de la muerte de un hermano, y no ha logrado remontar del todo con sentimientos constantes de culpa y es toxicómano. Una toxicomanía que parece no impedirle hacer bien su labor cotidiana y que convive con el amor a su pareja que espera un hijo.
La realidad aparece disfrazada y dopada. Como tapada o en un autoengaño general. Pero debajo de esa superficie de normalidad y actividad esperadas, hay potentes agujeros de vulnerabilidad y de desesperación.
Película sin concesiones y con escenas tremendas. Un enfermero ayuda a comer  tierna y eficazmente a un delincuente mafioso, pero con estrategias. Se lo gana con la picardía del que juega fuerte, y le da al viejo, placer en forma de inyectarle calmantes excesivos con mucho más fondo que el de hacer que su muerte inevitable sea menos dolorosa. No. El enfermero está haciendo una inversión. Sabe que su cuidado mafioso tiene dinero, y es más que ambicioso y friote. No le parece suficiente el amor que le tiene a su mujer y corre muchos riesgos. Y además, los hijos violentos del viejo le conminan a acelerar las cosas sin sospechar de la estrategia del enfermero toxicómano.
Jugar con ese universo vivo y ruidoso de fieras, no ha de garantizar ningún final de escenario placentero. Quien juega con fuego, corre serio riesgo de quemarse. Y en esta película no hay ningún claro ganador, ni el chico se sale plenamente con la suya. Las continuidades están en el alero como espadas en el aire. Y solo el futuro va a decidir las incertidumbres que indudablemente irán apareciendo.
El film plantea las dudas consistentes que propicia un universo sin ley. La otra sociedad tabú que convive con la cotidiana, tiene otros recorridos. Hay muertos, y cárceles, y lloros, y sangre, y golpes, y derrotados, e ilusos e incompletos. El hombre y su miseria le gana al clima y a la planificación. Gana el hierro y el fuego, la consecuencia de chafar y traspasar los límites, y de poco valen los chistes puntuales o las situaciones que pretenden ser amables.
Sí. El hierro es muerte. Y frío como la nada. Como lo es el mundo desesperado, el terrible, el insatisfecho, el cruel, el avaro; el individualista que solo piensa en la competencia ilegal y en el efecto inesperado. El hierro y la sangre son la amarga nuez que intoxica, envenena y no espera.
Es una buena película, que hurga disimulando en las mentes que dudan y que no aguardan lo mejor sino lo real e inmediato. La apuesta del director F. Plaza sobre la violencia fenoménica en la Galicia fatal, sale bastante airosa y aceptada. Hay buenos actores, buena velocidad de secuencias, ruido estrepitoso, actualidad, presentación moderna, y pensamos que son productos de la debilidad y del averno en la Tierra. De un submundo brutal y sin ambages. Del mundo del llanto y del chulo. Del otro mundo equivocado e imposible, el cual se revuelve fantasiosamente desde la hez a la nada victoriosa.
-FUERTE FILM-

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