viernes, 4 de enero de 2019

- CINE= "LOS PARAGUAS DE CHERBURGO",UN FILM CON EL QUE NO PUEDE EL TIEMPO. -




1964-2019. Las películas se hacen impactantes cuando pasan las décadas y siguen intactas y presentes. En una industria de fugacidades comerciales y de consumo con palomitas, el cine clásico se deja notar.
"Los paraguas de Cherburgo", sigue teniendo idéntica atracción en el espectador que cuando se estrenó. Es una película de hechizo porque no te esperas casi nada de lo que pasa en su transcurrir. Tiene el diálogo francés y musical constante y a buen ritmo, el amor, la fresca belleza de la diva Deneuve, la dirección de Jaques Demy, y la música de Michel Legrand.
Tiene la vida en su seno. Es, vida. Es el amor, son las madres de los enamorados protagonistas, es el destino fatal, el tremendo olvido final, la realidad espléndidamente dura, la lluvia, la nieve blanca, la inocencia, la guerra que distancia, y hasta el tiempo canalla que nunca ha de detenerse.
"Los paraguas de Cherburgo" se adelantó a su tiempo. Como el 2001 del espacio de Kubrick, por poner un ejemplo. Esta magia francesa y moderna, rompe con un tiempo de cine y prioriza otro. Y engancha como una cuerda aguda y suave en forma de suprema emoción.
El movimiento del amour es libre. Desde la bohème cotidiana, el romanticismo ganará todas las partidas. Y el drama será hasta feliz. Y de nuevo el amor y la vida.
Miras la película que viene desde los años sesenta hasta nuestro siglo XXI, y te sigue ganando y emocionando. No es un musical al uso con finales maravillosos, sino de ojos llorosos. No todas las películas han de tener un positivo final recurrente y esperado. El dolor de la frialdad es grande, porque por muchos momentos te sientes y sigues sintiendo más protagonista que espectador. Porque nos pasan cosas mágicas, y también realmente desagradables.
Hay cortes en el placer. Y aunque coloques los "parapluies", el agua y la nieve seguirán cayendo a sus anchas porque todo es un azar.
Aquí está el amor apasionado y rompebarreras, y la realidad y la magia, y la voz que guía la historia de la vida de seda y de hierro. La decepción sonora, y el silencio expectante entre escena y escena.
El tiempo puede ser un martillo y un hacha contra los sentimientos natos e ilusionantes. La demora y la frustración se dan la mano metálica y sucesiva que decide las cosas y destroza las puras decisiones amorosas.
Hay desamor aunque nadie lo pueda prever. Hay drama bajo la música cautivadora, y danza del amor eterno, y chicle, y tebeos que nunca te dije, y cajitas rojas de glamour.
Hay proyectos que se truncan, ternura y amor apasionado. Y futuro imperfecto. Y desgracia y precariedad, a la par que grandeza y mil brillos. Y un tremendo imán, capaz de hacerse una película diferente e imparable que le gana a Cronos y a tu corazón, y la convierte en un clásico del cine francés, europeo y mundial. Tuvo todos los premios menos el Oscar.
Pero hay películas que no precisan del gran galardón. ¿Para qué si son inolvidables? Ese es el premio de esta magia carismática y siempre nueva que es ver "Los paraguas de Cherburgo". Si alguien desconoce su existencia y le gusta realmente el cine, dile que la vea. Porque le seguirá epatando como a todos y mirará sorprendid@.
¿Qué es esta película? Hay preguntas con tantas respuestas como lágrimas finales de infortunio y de tirar hacia adelante. La música se hace hierro realista, y copula cien por cien con las emociones. Belleza, charme, encanto, la vie en rose,la France de siempre y le petit Cherbourg. París queda ahora lejos e incalcanzable para los ya quizás ex enamorados. C´est la vie. Por eso al final te quedas sin comentarios y decides emocionarte.
-"¡OH, GENEVIÈVE!". -

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