domingo, 24 de septiembre de 2017

- ISCO, TALENTO Y ORLA. -




Estuvo a punto de no seguir en el Real Madrid. Fue discutido y dudado porque el fútbol es una máquina de capricho total. Le pasó algo muy parecido al míster Zizou, cuando todo el mundo le acusaba y prejuzgaba de no tener carácter y de estar verde para las hechuras y riendas de un trasatlántico como es el Real.
Todas las dudas. Y siempre duelen las dudas cuando alguien se sabe y es distinto. Como Francisco Román Alarcón, "Isco". Un artista de los que pocos quedan. ¿Iba a triunfar en la titularidad en medio de la urgencia loca de los éxitos? ...
Y aunque el fútbol siempre es manía y emoción, Isco se ha convertido finalmente en un imprescindible y en un gran defendido. Zidane le ha dado pausa y continuidad. Isco necesita ese cariño de apuesta.
El "Iniesta" del Madrid ha encajado por fin en el equipo y por muchas razones, entre ellas porque la plantilla se ha equilibrado en todas las líneas y eso favorece a Isco, usado antes como una suerte de último capricho final para resolver cosas imposibles.
Malagueño, un poco bajito para el fútbol de atletismo de hoy, y tremendamente creativo. Isco no tiene miedo y es arriesgador al máximo porque su juego es así. Malabarista, genialoide, exquisito, lleno de virtuosismo, valiente y gustoso de caños,fintas o regates imposibles, Isco se ha convertido en el jugador más esperado del Real Madrid cuando tiene el balón en los pies.
Isco procede de una maravillosa generación de España sub-21, que trata en lo posible de hacernos soñar con que la Roja de Luis o Del Bosque en donde estaban Casillas, Puyol, Xavi o Iniesta, puede tener continuidad y hasta regeneración.
Al lado de Luka Modric, Isco elabora y piensa, baja el cuerpo pero no la cabeza, y hace facilísimas las cosas que son muy difíciles de hacer y que te salgan bien. Ahora, Isco tiene toda la autoconfianza y ya le duelen menos los escepticismos que siempre deberá sortear.
Es demasiado buen regateador, ve el pase con nitidez, se proyecta hacia adelante, y en la cabeza ya lleva la jugada bastante antes de recibir el balón. No es director de juego, ni media punta. Es un interior creativo, punzante, más que habilidoso, y capaz de marcar goles en momentos oportunos callando bocas que le tachan de pinturero de salón. Sus goles y su capacidad para dar recitales sin pausa, le sitúan en una posición de privilegio.
Ahora todo el mundo ya cree en Isco y en las tremendas posibilidades de notoriedad y hasta de mejora en el ensamblaje militar blanco. Ahora es soldado de arte y finura, y suda como pocos porque tiene carácter.
Isco se adapta bien al Madrid, y a la selección de Lopetegui, y en el recuerdo del arte y orfebrería quedó el caño que le metió a Verratti en un reciente partido contra Italia y  para la clasificación hacia el Mundial del próximo verano.
El artista Isco no debe bajar la guardia. Se le exige cada vez más, y deberá superar la presión. Ahora lleva galones de ganador y encandila a todos. Lo que pasa es que el fútbol es de los exquisitos pero también de los ambiciosos, y eso le genera opositores que temen que su gigantesca creatividad y su excelso talento artístico se estrellen contra los gruesos músculos de sus defensivos rivales sin escrúpulos y dispuestos a todo para derribarle y sacarle del campo y de sus casillas de paciencia.
De no girar el destino,y un Madrid al que el Barça se le ha ido unos cuantos puntos por delante, Isco se afianzará en la selección, y puede ser una de las sensaciones del Mundial de Rusia 2018. E Iniesta podrá despedirse arropado por alguien que no será su sucesor, pero que llevará su marca de maravilloso loco bajito con el canario Silva.
Isco es un jugador español y de la escuela andaluza. Y a mí me gustan los jugadores diferentes y que puedan sorprender. Los que llevan chistera y recursos ocultos. Aquellos elegidos, de los que siempre esperas sueños. De los que aunque no sean directores adustos, puedan ser más que necesarios para el color y la atracción en el regate, en el desborde, en el caño, en el control de la pelota y en el gol que llega de sus botas. Yo creo en Isco y en sus dificultades para encontrar alfombras francas de éxito. Pero el fútbol necesita al malagueño. Porque es más que espectáculo.
-MUCHO MÁS-

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