Grande. Dignidad. Superviviente osado. Pionero y valiente. Patriarca de la rebeldía. Con causa. Lo del tirano Batista quitaba raíz y decencia. Era el putiferio de los Estados Unidos. Y para el histórico y muchísimo más que arriesgado Fidel Castro, Cuba no debería seguir siendo ese carnaval inoperante de intereses nada claros ni positivos.
De modo que, finalmente, llegó bajando el "Comandante"de la Sierra Maestra y entró vencedor en la LaHabana ex colonial española.
Fidel venía a ser gallego de orígenes. Como tantos maravillosos aventureros que llegaron a las Américas a buscarse los garbanzos. El habla es el español, y eso siempre es un punto que atrae y expande.
Que no se mienta ahora que se hace balance y le limitan a diciendo que fue un dictador parlanchín comunista. No. Fidel Castro fue el líder mediático número 1 en Latinoamérica, en el Caribe, en un pequeño país; en un lugar maravillosamente inesperado y bello había nacido la semilla de un héroe carismático, grandilocuente, barbudo, colega del icono "Che", grandote y actoral. Maravillosamente gigantesco para representar la causa latina. En Liliput estaba Goliath, y al lado de los talones de Goliath todos los intereses económicos de los Estados Unidos, ya por entonces el país más poderoso de la Tierra junto a la URSS.
Ese fue el brazo del rebelde Fidel. Los rusos le ayudaron geoestratégicamente en el equilibrio de bloques. Pero además, el líder de la Revolución cubana y de tantas novedades que lanzaba al mundo, supo defenderse como un titán y manteniéndose como referencia mundial. A pesar de los peses, Fidel Castro supo hacer credibilidad y ambición exportable de Justicia.
De modo que, no habría Democracia en Cuba, pero había padre, había escolarización y medicina de nivel, había orgullo y dignidad de lo propio, había Cuba, había La Habana, había aeropuerto José Martí de nombre, y habían unos discursos con una convicción tan arrolladora como las horas y más horas verborréicas que empleaba el líder en expresar sus ideas apasionadas.
Un actor político de primer nivel mundial. Un cubano mundialista, internacional, capaz de implicarse con soldados para ayudar a Nelson Mandela el mago, en las agresiones de los blancos racistas a los negros.
Fidel Castro se implicó en las contras. Se lanzó al ataque y al contraataque y los medios tuvieron que tener bien presente al hombretón de la barba y del sombrero de comandante tan propio y peculiar. Menudos puros fumaba ...
Esa es la verdadera dimensión y grandeza de Fidel. Su personalidad especial y efectiva, en tiempos en donde la URSS también era capaz de manejar las reglas del juego mundiales y no solo los yankees del Mercado.
Castro murió cuando se puso malo y dejó de aparecer en la tele. Cuando dio un paso atrás y ya no pudo ser mediático sino una más que extraña duda negativa y permanente.
También la URSS se fue al garete, y todo cedió. Era lógico. Pero Fidel se puso el chándal a juego con la bandera de su País, y deportivo como Beamon o Bolt, o su "caballo" Juantorena, y nunca daba la sensación de que le habían embalsamado a escondidas de sus espectadores y admiradores.
El Siglo XX ha perdido a un hombre excepcional. Y el XXI acabó con el XX. Y la vida sigue. Como la muerte. Tiene mérito un tipo que aparentmente no es nada, pero que es capaz de preocupar a los mismísimos mandatarios americanos por su valor, y a sobrevivir a centenares de atentados.
Fidel Castro tenía algo mucho más que su barba y sus discursos pantagruélicos y hoy fuera de lugar. Fidel atesoraba unas ideas que copiamos y que son válidas. Que son necesarias y que nunca deben perderse. Ahora los cubanos deberán decidir su tiempo de futuro. Y sea cual sea su rumbo de ese futuro, nunca deberán olvidar o dejar de lado al padre que los parió y los ubicó en el mundo. Tuvieron y tuvimos mucha suerte de poder disfrutar de su magna personalidad. Se va un coloso siempre necesario, el cual nunca jamás se arrodilló.
¡EJEMPLAR!
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