Ojeroso, cansado, agotado, desconcertado, y finalmente triste. Presentó Pedro Sánchez la dimisión, y las balas y los empujones dan paso a una zozobra de silencio latente. La guerra civil en la calle Ferraz no acabó en vencedores y vencidos. Porque a los aparentemente vencedores, no parece esperarles un futuro cierto.
Lo más destacado que puede aparecer es la forma con que todo se lió. Dió igual que históricamente el Psoe tenga bastante más que cien años y que suponga la segunda fuerza política de este país también llamado España.
Ayer se vio la guerra de poder. Clave interior. Lloros, hachazos, invectivas, trepas, profesionales de ésto, y gente con poca ambición a la que dejarle nuevo terreno franco a Rajoy y su derecha no les parece la caída de Pompeya, ni una catástrofe, un apocalipisis o un fin del mundo. Al revés, lo lamentan y les parece coyuntural e inevitable.
La gran batalla de Ferraz fue inaudita y tremendamente convulsa y extraña. Un sismo de la familia Richter les atacó en las entrañas, y fue el desmadre de la gran pena final.
¿Qué es el Psoe? Sin duda, un icono referencial e histórico. Ha sido la oposición al mercado, a los ricos, a los poderosos, a la iglesia, a las injusticias sociales, etcétera, pero ahora lleva otra ropa y otro acento. Es ineficaz electoralmente, viste de pijo, es emocional en Andalucía, y parece prevalecer en el partido del puño y la rosa la idea de que mejor no meneallo y que mejor virgencita como estoy. No creen que otro mundo pueda ser posible. Y cuando va alguien como Pedro Sánchez finalmente a enfrentarse a ese terrible pesimismo, entonces le llueven las hostias en casa y debe apartarse. Conclusión: el Psoe no es la verdadera izquierda.
Por eso mismo saltó a la calle la gente el 15-M y surgió Podemos. Porque los ciudadanos ya no se veían representados en los partidos tradicionales, y clamaban voz en grito un cambio y una siembra nueva y necesaria de esperanza.
Los ganadores de Ferraz prefieren convivir con un neoliberalismo cabrón que desprotege a los que más sufren. Odian a los movimientos nuevos, se creen incuestionables electoralmente, importantes y hasta muy divos. En el fondo creen en el Mercado y en la Troika de Bruselas, y les encanta hacer el victimismo aunque alguna razón les asista.
El mundo y la sociedad avanzan hacia un mercado elitista y excluyente hacia las capas bajas. Es la gran guerra larvada. El poder se llama dinero, y la ética se guarda bajo cuatro llaves de miedo.
Por éso, ahora, cuando el sarao del Psoe les ha hecho casi satirizables de no ser por el dolor y la pena, la definición se mueve y cede el testigo a una izquierda joven y maravillosamente utópica e imprescindible llamada Podemos. El morir de pie.
Pedro Sánchez, muy cansado y seguramente desengañado más aún de lo que lo estaba cuando llegó, se va, acepta que hay otros que no le quieren y que no piensan como él. Porque hay muchos pesoes en el Psoe. O porque ya no exista tal partido.
-EL TIEMPO LO DIRÁ-
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