Carlo apenas tiene contacto con la realidad. Es un vejete impedido, y está muy solo. Por casualidad ha conocido a Swenka. Carlo le ha ofrecido su casa de Siena para que viva con él, y ella le ha sonreído. A continuación, lo que semeja un favor mutuo, se ha decantado estrepitosamente hacia uno de los dos.
Swenka, sin domicilio, habría encontrado un lugar en donde pasar las noches, las estrategias y los descansos. Y Carlo tendría en su hogar a alguien que le evitaría demasiados disgustos. Carlo necesita silla de ruedas porque la edad no le procura ya frescura a sus piernas, ha roto el contacto con su hija politoxicómana, y vive casi por inercia.
Algunos conocidos han podido observar el semblante de Carlo. No es el de antes. Lleva mucha tristeza interior. Y lo que es peor, demasiada preocupación exterior. Carlo ha perdido mucho la sonrisa de aventura que mantuvo durante muchos años, y que combatía con la ludopatía y con el desenfado y practicidad en lo cotidiano.
Pero pasa algo más. Carlos tiene espíritu de terror. Está cagado literalmente. Nunca pudo imaginar lo que la desesperación delincuencial es capaz de engendrar en la buscavidas y atractiva Swenka. ¡Nunca! ...
La rubia oportunista fue indagando acerca del corderillo Carlo. Le supo solo, y a merced de todo. Y comenzó a hacerle firmar documentos y a hacerse con su dinero.
El bisturí mental de la letona mujer, consistía en su fortaleza física y en la frialdad de su miseria. Un día agarró a Carlo del cuello, minutos antes de irse por ahí a divertirse, y le dijo que si había entendido cuáles serían a partir de entonces las nuevas reglas del juego. Sí. Carlo sería la mierda de Swenka, su esclavo y su posesión. Y si decidía romper el pacto, en cualquier momento acabaría con su vida.
Su hija politoxicómana, se enfrentó sin éxito a Swenka. La mujer nórdica no tenía nada que perder. Anuka es el nombre de la hija de Carlo. Y sabe que si se enfrenta a Swenka, no tendría nada que hacer. Y en el fondo, Anuka es vital y hasta pizpireta. Ama demasiado la vida, su padre le importa un rábano, y piensa que es mejor dejarlo todo como está.
Swenka ha hecho algunos amigos en Siena. Para ello, les entrega el placer de su cuerpo si es necesario, y se impone a ellos. Conoce a algún policía, a abogados, a gimnastas musculados, y sonríe haciéndose fotos junto a un joven imberbe.
Pero no pierde el tiempo. Swenka es muy rápida. Sus ojos son grandes, su edad bastante discutible, su figura armónica, y su futuro es su presente. Por ejemplo, cuando no hay día en el que no tome por el cuello a Carlo con sus manos, y le advierta con un grito que nadie oye, que ella es muy generosa y que por ahora le va a dejar vivir porque necesita su dinero. Pero que no haga planes. Va a morir cuando ella quiera ...
¡Tiene lugar! Es de noche. Swenka ha tenido un día intenso y enfadado. De modo, que esta vez el cuello de Carlo se ha quebrado definitivamente. Lo ha matado. A continuación, ha llamado a personas poderosas en Siena, las cuales le han prometido protección. Defensa. ¡Impunidad! ...
El forense ha certificado la muerte. Y tras hacerlo, le ha mandado un mensaje a Swenka: "Todo irá bien. Cuenta conmigo. Conozco a jueces y policías. El viejo es tan desgraciado que pocos irán a su entierro. Pongo en el papel oficial, que ha sufrido un infarto. Si acude la hija al entierro, ya me avisas. Tu aventura en Siena seguirá limpia, Swenka. Pero dentro de unas semanas es mejor que abandones la ciudad. I love you, Swenka! ..."
La hija de Carlo no asiste al entierro. Solo van los conocidos del viejito. En la Iglesia, el cura lanza una prédica stándar. Dice que: "Carlo ya está en el Cielo y que el Altísimo le ha premiado con su definitivo descanso ..."
Nunca nadie de los conocidos de Carlo, le dirá a Swenka lo que piensan de ella. O, casi nadie ...
Se limitan a mirarla entre fijeza y temor. Swenka está ahí. Altiva. Inocente, y pensando en futuras fechorías. ¡En vivir! ...
Andrelino es homosexual. Conoce e intuye bien a Swenka. Se apartó de la amistad de Carlo, porque olió que aquella relación estaba demasiado podrida, y para él aquello resultaba absolutamente peligroso.
Andrelino está furioso en el funeral. Mira a todos con una enorme distancia. Los corruptos amigos de Swenka sonríen con disimulo las impotencias del amigo más amigo de Carlo. Y de repente, se vuelve enloquecido hacia Swenka y le grita: " ¡¡Lo has matado, puta !! "...
No solo nadie dice nada, sino que Swenka le sonríe con una mezcla de indiferencia y de rechazo. Con superioridad y aparente dignidad.
Esa misma noche, se oyen fuertes golpes en la casa en donde vive Andrelino. Son dos hombres que sobrepasan con creces el metro y ochenta centímetros. El objetivo es darle una paliza brutal e inutilizarlo sin descartar la muerte.
Lo que ocurre es que Andrelino ha partido ya para Lecce, en donde viven sus hermanos y conocen el drama de Andrelino. Nadie hay pues en la casa. Tan solo un papel. Y uno de los tipos de Swenka lo localiza. Y lo lee apresuradamente. En dicho papel, indica lo que sigue:
- "Sé que vendríais a matarme. Por eso me he ido. Tengo un gran deseo de vengar a Carlo. También tengo muchos amigos en la "Camorra". Swenka debe entrar en la prisión por lo que ha hecho. Conozco a Carlo desde que éramos unos niños. Os juro y sé, que esto no acabará como vosotr@s pensáis ..."
Los tipos de Swenka informan a su amiga acerca de lo sucedido. Y entonces, la letona no puede evitar tomar varias copas de vodka, mientras ríe a carcajadas y les dice a sus amigos que esa noche quiere verles y divertirse mucho con ellos. Se incluye, sexo, risas, aventuras y libertad. Y los amigos de la mujer se relamen y ríen.
Mas no hay nada definitivo. Carlo ya no está. Lo ha matado la sociedad, su infortunio, y unas manos femeninas de fuerza letal y fría. Solo el futuro pondrá el punto final a esta historia.
-LO DEMÁS SON AHORA MERAS ELUCUBRACIONES. -
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