Y a su lado, no hay nadie. Porque el hombre al que está enganchada, ha abandonado otra vez la cama, la estancia y todo. Desde arriba se oye el motor de un coche. Es el de su fatal amor. Y Elwa, casi desnuda, se asoma al balcón. Y desde allí le grita desgarradamente a su hombre que no la deje así, insatisfecha, acelerada, sorprendida, angustiada, carente. con malestar ...
Elwa sabe que el hombre volverá unas horas más tarde. Pero eso no es suficiente para ella. Sus dos hijos, la miran ya acostumbrados al grito y a lo inesperado. Y tratan de reír por adentro. Son dos niños que van alcanzando con precocidad la adolescencia. Solo quieren jugar a soñar que tienen padres convencionales. Y deciden sonreír metidos ambos en un cuarto coqueto, infantil y tierno.
Elwa mira al frente, a sus hijos, pero es como si no los viera o no les quisiera ver. Son demasiada cosa micro para su espíritu atormentado y lleno de furia. Y la mujer vacía en su gaznate una botella de vino, ingiriéndolo con la pasión de un sediento.
El alcohol logra que Elwa vuelva a caerse dormida en la cama. Y cuando suena el despertador y las primeras luces del día invitan a la responsabilidad cotidiana, Elwa no tiene ese ánimo y sí otras prioridades. Se viste a toda prisa, y baja a la calle camino de donde vive Jorge "el fácil". El tal Jorge, es un camello que le proporciona dosis de heroína parece que bastante pura. Pero el traficante de droga de poca monta se niega a darle la substancia.
- "Elwa, ¡hoy no va a haber nada para tí! ..."
- "¿Qué dices, hijoputa? ..."
- "Je,je,je, Elwa. Solo sé que me apetece ahora que cantes para mí solo como tú sabes, je, je, je ..."
La mujer se levanta la camisa y muestra sus voluminosos pechos operados. Se la vuelve a bajar, y le canta a Jorge. Sí. Elwa le canta. Saca todo el arte que le nace de las venas y del corazón. Se estremece entre su cante jondo y desgarrado. Rompiéndose con arte hasta la última estrofa de su canción sentida y profunda. Y al acabar, Jorge le advierte:
- "¡Menos mal que has cantado! Ahí tienes dosis para tres días por lo menos ..."
Elwa vuelve a casa. Se encierra en el baño. Los niños siguen en su cuarto. La mujer esnifa y esnifa. Una hora después, coge a sus hijos, los prepara, los lava y los lleva al colegio. Le dicen que ya hace más de media hora que ha empezado la clase, pero ella los manda a la mierda.
Vuelve de nuevo a su hogar. Piensa que no le apetece hacer nada, y que puede sacar dinero del banco con la tarjeta de su padre. Elwa siente pánico a las navidades. Pero no le queda otra si quiere estar a la altura. Va a casa de su padre y abre la puerta con sus llaves. Le coge la tarjeta del dinero a su progenitor. Éste, está paralizado de medio cuerpo y no se sostiene ya en pie. Pero la ve, y le da fuerte a su hija con el bastón ...
Elwa se avalanza contra su padre. No puede pensar. Golpea tres veces en la cara al viejo, le grita con la fiereza y frialdad de un ser de otro mundo, pero es muy práctica. La lucha física no es nada, al lado de lo que a la mujer le baila por la cabeza. ¿Y si acaba con su padre? ...¿Y si lo mata y luego se clava el mismo cuchillo? ...
Hay segundos emocionales que son siglos. Elwa le roba a su padre casi todo el dinero. Sabe que él no la va a denunciar. Por dos razones. Porque su padre le tiene miedo, y porque no tiene cojones para defenderse y ganar definitivamente la gran batalla. Y una vez sacado el dinero, tira la tarjeta del banco por debajo de la puerta de la casa de su padre.
Elwa siente que llegan las navidades, que los hijos están ahí, que su amor nunca estará cuando se le necesita, que hay que comer, que sin la bebida y la droga no se puede sobrevivir, y que ahora que ya tiene lo que necesita es hora de ponerse guapa y de sonreír convencida de la felicidad.
Elwa va perdiendo el alma, la seguridad, la fuerza y el poderío. Su mundo es otro. Pero lo defenderá con los dientes de una leona, follará con quien sea, se emborrachará y se meterá dosis.
¡¡ Y QUE NO LA DEN POR SACO !!
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