En sus apariciones en radio y tele, Ángeles disecciona la actualidad política con rigor y coquetería, y sin apartarse de su sinceridad educada y experienciada.
Dicen que era de derechas y que ha virado a la izquierda, pero es posible que su talento le haya hecho descubrir la importancia de la desdramatización, y a la vez las ganas de contar sin pelos en la lengua lo que piensa porque le da la gana y porque debe ser así, y argumentando con esa voz atrevida que busca con su hilo musical desnudar suavemente tabúes, pero con el cuidado de respetar.
Caballero se ríe pero respeta. Conoce bien España. Su país. Las dos Españas. En su familia, en su mundo, en la actualidad, en su dinamismo, y sobre todo en su más que evidente talento.
La periodista vivió la espantosa pandemia del Covid, y salió brillante del análisis que la hecatombre física y mental produjo en España y en el mundo.
Caballero es selecta y nada partidaria de las mediocridades. Y va, y casi de sopetón le van lloviendo señoras y señores que no parecen estar en las esferas de la política. Y entonces decide que no y que no, y que las cosas no deben ser así. Pero ocurre que son lo que son, y entonces como lo decepcionante y hasta sorprendente no te lo tomes con la distancia que el humor propone, acabas pidiendo la ayuda de esa populista y tan cacareada inteligencia emocional de Goleman.
Ángeles trata de ser una chica normal, que pudo ser pija y que decidió ponerse en jarras para intentar digerir el mundo del Poder un tanto estupefacta, pero siempre sin perder la sonrisa y sin caer en lamentos fútiles y vanos. Las cosas tienen su porqué, y su lógica, y por muy raras que sean, son. Y desde este talante amable y humanista, la Caballero atiza sin complejos a lo que considera que está mal o que debe de estarlo.
Ángeles Caballero sigue con audacia acelerada y contenida a un tiempo, siendo espectadora de una realidad que a veces le da la risa, pero es una risa que diversifica entre peroratas simpáticas, anécdotas personales amargas con finales positivos, y una gran puntería mediática.
Hoy por hoy, parece que en el mundo de la opinión, se la rifan. Esa barbie alocada y más que brillante, da mucha audiencia no por lo que diga sino porque representa el discurso de la mujer de hoy, liberada y sin el más mínimo de los complejos.
Ángeles no parece tímida ni se echa para atrás cuando está entre todo tíos, o expuesta a retos prime times. No denota temor. Parece poseer la fortaleza hercúlea de una mujer que quiere ser exactamente como las demás. No es poco.
Libertad, frescura y hasta sexy, su discurso sereno e impetuoso. Una voz y una imagen que atraen. Una atracción que no pierde la elegancia ni se lanza aun pudiendo a la coquetería o a banalizar.
Ángeles Caballero es un personaje que este año ha destacado como pocos, que escribe libros, que no viene de estrecheces económicas pero que es capaz con su sensibilidad de ponerse en la verdadera y franca piel de los vulnerables.
Me la imagino leyendo estas líneas,-como si no tuviese otra cosa que hacer-, y cuestionando muchas de las cosas que por ahí han andado. Riéndose, y halagando con agradecimiento mi piropo favorable a su trayectoria profesional.
Los espectadores vamos a consumir discursos de periodistas de raza, de gente diferente que se atreve y sorprende. Y, sobre todo, cuando su claridad en las argumentaciones parece llevar el freno de la paciencia. Éso, sí. Una paciencia fresca y trepidante, personal, contagiosa, válida, y de mujer que propone atreverse sin temores.
-EXCELENTE PERIODISTA. -
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