viernes, 6 de mayo de 2022

- EL SECRETO DEL SECRETO. -



Silencio. Opacidad y seguridad. Conveniencia y misterio. Los secretos de Estado. Los espías. El catón de un espía es el anonimato. El subsuelo de la realidad. El mundo por debajo. Lo que nunca puedes saber ni sabrás. La barrera estatal del tabú y hasta de la supervivencia. Los geoespías. El mundo está espiado y deshermanado. Individualista y superviviente.

Cotillas de luxe, héroes nacionales que nunca te imaginarás. Ser espía es algo conservador, receloso, mistérico, atávico, tradicional, pero de pelo vigente. Los espías modernos juegan entre la ambigüedad del maniqueísmo. Héroes y villanos. Sancho Panza y el Quijote. El yin y el yang.

Largas conferencias de poderosos que parece que sea mejor que sean estériles y sin criatura. Malos y buenos, juegan con la tecnología de la picardía. El juego de las desconfianzas se torna especial y demoledor. Los pacifistas nunca pondrán un micro en un florero, ni un pendrive en el zapato de una dama sugestiva. El hombre de la paz parece una presa fácil en tiempos de list@s.

Secretos. No cuentes quién ha sido y si te ha hecho hacer cosas que no querías. Los tecnólogos tienen que correr y entrenar más. Porque el último nunca apaga la luz. Quien apaga la luz es el que da primero. Y si te infectan el móvil, ya puedes rezar.

Sí. Si te meten un pegasus de esos en tu cartera de negocios y gen digital, no suele haber vacuna. Si te pillan, te pillan. Y cuando quieres darte cuenta, los descuideros te lo han levantado todo y ve a buscarlo si puedes al seno de un enorme contenedor lleno de dudas.

Los cotillas nacieron, crecieron, se reprodujeron, se enemistaron con los demás, les demonizaron el patrimonio e hicieron su inversión. Si te espían y te entran, quedas violado en tu credibilidad para siempre. Meter la conveniencia de la tierra al lado de una cita ciegas aparentemente imposible con alguien que te gusta, es terror. Decirle una lindeza a un hombre que te gusta y te pillen, puede ser el final de todos los tiempos. Para los espías, la omertá es un beso en el corazón de su lealtad. Y como manda el dinero, el secreto es el dinero.

Lo que pasa es que es un dinero inconcreto, hipotético, indemostrable, pasmado e imbécil. La información de los otros son miríadas de millones de prestigio y de desnudo. Siempre habrá un antes y un después de que te espíen. El día siguiente de ser desnudado, nadie podrá ponerte cara de bienestar. Es el jaque mate de palacio, la bofetada que no hace ruido, el beso no presencial, haber pillado a tu chica in fraganti con tu peor amigo, o que te pongan burundanga en tu pila bautismal.

¿Sabes aquél?, ¿qué habrá sido?, ¿qué será?, ¿por qué me habrán espiado?, ¿por qué me han jodido? ...

Busca y sigue unas huellas que nunca existirán. No te llevarán a ninguna parte, pero podrás justificar el sueldo y el sudor. A veces existen los crímenes perfectos. Los que escapan a Sherlock Holmes, o a Margarita Landi, o incluso al mito Bond. James Bond.

El espía es un virus enfadado que nunca dice nada porque lo sabe todo. El cotilla puede ser una puta, un micro, un pen, una máquina, un crápula o una red estudiada de facinerosos.

El secreto es muy parecido al efecto que causan las bombas nucleares que se lanzan. Aunque no se perciban, se intuyen y tienen muchas versiones. Cuando no sabemos nada, entonces decidimos mirar debajo de las piedras por si está allí el talismán del saber o el amerizaje del Arca del monte Ararat. 

El secreto va parejo al bribón y a la conciencia. Tú nunca podrás imaginarte que te amo con todo mi corazón y con toda mi alma. O que mi enemigo me inspira, me epata, me excita, me agrada, me dibuja, se pone en mis calzones y me tiene. El secreto es pura magia. Acaba siendo ilógico y frustrante. Puede, hasta costarte la vida.

-NUNCA SE LO CUENTES A NADIE-
 

0 comentarios:

Publicar un comentario