sábado, 13 de abril de 2019

- EL CALOR YA SE ATREVE -




El calor, penetra y rompe desde la borrasca indecisa de Abril. Y entonces todo lo primaveral se solidifica y contradice. Esa fuerza del sol novedoso, rellena el ambiente y le da arabesco y opiniones encontradas fuera de la estabilidad.
Ese calor audaz y niño, varón y vigoroso a la vez, reivindica su tiempo travieso de reinado sin esperar, ansioso, a la nueva Estación. No. Ha de ser ahora, cuando nadie lo elucubra o intuya, cuando ese trozo de tiempo y de ambiente se adentra en nosotros y puede remover nuestros panoramas esperados.
El sol se entreabre entre la tormenta confiada pero asaz huidiza que dirige el viento del capricho. Se cuela el calor bisoño y deseoso, y la ciudad se vuelve sudor y modificación.
La ropa de abrigo tiende a rechazar ese contraste térmico, pero al final se coaliga con su enemigo y también potencia el aumento de dicho calor. Y entonces se tira rápida y paulatinamente al fondo del armario como castigo de defensa corporal.
El ciudadano toma medidas aún con el paraguas chico en los bolsillos, y logra decidir que ahora el confort es el instante y que sobra muchísima ropa, y la piel reivindica titularidades en detrimento de otras incomodidades acaso más congruentes.
No tiene remedio ese ciclo. Las chicas ven el momento de su belleza y visualizan su playa absolutamente posible al lado de su chico especial, tierno, mágico, deseado, esencial e iniciador de sus nuevas vidas en el amor. La hormona salta como un semillero, y entonces se desmelena el contacto y la atracción, y la seducción, y no importa el riesgo de mojarse sino el de vivir el nuevo bebé calor. Medias, sin medias, minifaldas, femineidad, zapatillas, mangas cortas, camisetas deportivas, cosa ajustada y breve, más candorosa femineidad, y audacia justa y deseable.
Todos somos objetivo de ese solazo tremendo que ataca nuestra piel y nuestro organismo, y que decide que cambiemos el tiempo, y el chip, y que nos ganemos la luz propuesta,y que vayamos al senderismo, al abrirse del halo de un nuevo período, y que tiremos a la basura lo que ya no será pasado.
Ni idea de corto o largo plazo. El sol será inicial y el calor breve de horas, pero ha marcado una dirección. Y si bien es cierto que el verano africano y achicharrador entronizará al sol y nos hará echar pestes y recursos contra ese ozono autotaladrado del cambio climático cuando llegue su hora, en estos momentos se impone la urgencia de la novedad y de la primera sorpresa.
La lluvia es menos fiera si el sol sorprende y el calor mata. Los nubarrones negros son un juego bello e inane ante lo que ha llegado para quedarse entre todos nosotros. Y nuestra piel ya se ha puesto roja aunque ceda la temperatura y vuelvan a llover nuevas nubes borrascosas y juguetonas. La situación ya es nueva e imparable. La luz ha crecido y ha hurgado en terrenos ya posibles. La sequía se seguirá quejando siempre del nervio del dolor porque es una realidad. Pero nos va ese atreverse de la luz y del sol demoledores aparentemente imposible.
Ha nacido hace tiempo la primavera, pero ahora coge músculo y se solidifica. Esto huele a verano de sueño y chancla. Y a la verdad del fresco le queda cada vez menos verosimilitud y credibilidad. A tí, sol audaz, dedico este tiempo de escribir mientras abro las ventanas que  facilitan un refresco.
-VITAL-

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