Silvio fue un animal mediático y poderoso. El rey de Italia. El vanidoso echado hacia adelante que durmió en el hedonismo y en el placer excelso que le producían las cúpulas y los lugares de alto poder.
Fue un bon vivant. Un tipo sin escrúpulos, entre el esperpento y la mafia. E hizo de su descaro, carisma. Dio mal ejemplo y la Italia fue virando de nuevo a posiciones ultras. Vivió de la crispación y de la corrupción. Se movió sorprendentemente entre el barro y se hizo a la política, al populismo, a la tele, al fútbol, y a las chicas jóvenes y hermosas.
Berlusconi fue un personaje que se comió a la persona. Amigo de conveniencia de Putin o Gadafi, en realidad el cappo no debió ser muy amigo real de nadie.
Como el fascio que propuso incluso antes de que a Yankilandia la invadiera Donald Trump. Eso le hizo histórico. Desengañado de la verdad y de la realidad, y negociando todas sus palabras y muecas de expresión.
Las mujeres. Sus mujeres. Sus deseos de eterna juventud y sus operaciones estéticas. Su vida privada unida a la institucional. Sus orgías, su nulo uso de la moral, y el gran desprestigio en el que hundió a su país. Aunque acaba de fallecer, ahí está Meloni en la Presidencia.
Silvio Berlusconi cumplió su deseo de sexualizar a la mujer con su carisma singular. Su desparpajo y su dinero milanés, atrajeron cual mil moscas a la miel.
Frivolizó y fue astuto. Como buen pícaro. Siempre fue pícaro. Luchó por ser pícaro, y construyó ese personaje que se tornó perverso y cuyos modos se ven ahora preocupantemente en medio mundo.
¡Mama Chicho me toca! ... Los tifosis del Milán de Van Basten o Maldini, el gusto por el dinero y lo selecto, y el magma ultraconservador. Berlusconi fue un fantoche brillante, explosivo, goloso de sexo como un jovencito, imparable, viviendo su mundo paralelo en contra de las cosas reales y conjuntas, encelado en ser grande, en ser rey, en ser Rambo, en ser destacado y agudo, en salir en la tele y en la radio; en destacar su imagen por encima de todas las demás éticas.
Lo de Silvio Berlusconi fue una mala noticia para Italia, para Europa y para cualquier persona cabal. Fue funesto, y nunca pidió perdón a nadie por sus fechorías y malos ejemplos. Antes muerto que sencillo.
Hay quien envidia a este engolado del dinero. Quien se deja deslumbrar por su éxito magno y aparente. Italia sufrió mucho con él. Ahora, con Meloni. Hay un gran desencanto. Una suerte de nueva mafia de temor, que blanquea sus barbaridades mostrando chicas contoneando sus caderas.
Sí. Hay muchas cosas imposibles, inalcanzables, éticas, coherentes, sociales, justas, posibles, libres, democráticas, serenas, dignas, contenidas, etc. Y el ejercicio de esas virtudes es mucho más real y placentero que la vida errada de un juguete roto de color.
-COMO FUE EN REALIDAD BERLUSCONI-
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