En el buen Juan Ángel, he visto muchos contrastes. Podía ser el tipo más atento de las reuniones, y a la vez pasar de todos los asistentes, de mí mismo y de él.
¿De nuevo los enfermos mentales? Apenas nada, en el caso de este pajarillo carente de ayuda familiar. Casi siempre era pacífico. Casi nunca la liaba, y hacía lo que podía para cuidar a su padre. O lo que él creía que podía ... Porque tiene un hermano en Alemania que pasa de él. Y supongo que también tendrá familiares aquí en España, los cuales están a sus cosas diarias y cotidianas. ¡Terrible! ...
El diagnóstico me parece el mismo consenso. Para todos ellos Juan Ángel está loco de remate, y no hay nada que hacer con él. Este consenso es toxicidad para Juan Ángel y para muchos que están en su situación. Eso de, "dejarlos por imposible", acaba marcando y sentenciando las situaciones. Lo mental, nuevamente como estigma.
Sí. Le recuerdo. Recuerdo a Juan Ángel. Hablaba por los codos, no cuando estaba a gusto, sino cuando precisaba de la verborrea para sentirse algo lógico y razonable. Para no sentirse una mierda que va cayendo por un sumidero hacia la nada y el absurdo.
Recuerdo que Juan Ángel era rápido de movimientos. Era, y es. Lo será siempre si no lo sedan.
Este hombre está enfadado con el mundo, porque no es feliz. Y es cierto que la gente que en general se le aproxima, no le muestra un cariño excesivo, y sí mucha palabrería hueca y hasta absurda.
Juan Ángel ha estado en la venganza permanente desde que le incapacitaron para trabajar. Se lo tomó a mal y buscó enemigos. Pero calculó mal, y al final resultó que su principal enemigo era él.
A veces podía elegir algo, pero muy pocas veces. La familia le endilgó el mochuelo de que cuidara a su padre, venía su hermano una vez al año, comían todos juntos, y después, "si te he visto no me acuerdo"...
El padre de Juan Ángel pegó el clásico bajón y todo fue yéndose a hacer puñetas. Los mayores necesitan nuevos y más potentes cuidados, y mucha más consideración para los cuidadores-, aunque puedan tener carencias mentales-, y los Servicios Sociales llegaron aún casi más tarde que el hermano de Juan Ángel.
Fueron a la casa que compartían padre e hijo, vieron que no estaba en condiciones, y se llevaron al padre a una residencia. ¡Lo que le faltaba a Juan Ángel! Su impotencia y su rabia, estallaron del todo. Se pegó con las autoridades policiales, les insultó hasta que se cansó, y se actuó sobre él. Le dieron una paliza para que se calmara. Le hicieron daño, y Juan Ángel perdió por completo los papeles.
Decidió intentar morir. Inició una sui géneris huelga de hambre. Dejó de tomarse la pastilla y esas cosas. Quería morir, jodiendo. Todo era rabia. Impotencia, sensación de injusticia, yo digo que abandono real, y un jueves pareció cambiar la película. Ir concluyendo ...
Entraron las autoridades a saco en su casa, y se lo encontraron en el suelo. Lo han llevado a la Unidad de psiquiatría de un Hospital, y ahora no sé si podré volver a ver a Juan Ángel jugando con agilidad a su adorado dominó, o lanzando salivazos a la escupidera del twiter. Supongo que le vacunarán del covid si no lo dejan bobo con las sedaciones, y prefiero no suponer demasiado más.
Quisiera que volviese a nuestras reuniones, a nuestras comidas, que optara por una nueva ubicación en el mundo, y que desmitificara con su conducta a todos los putos sambenitos de loco o de prescindible que parece llevar socialmente consigo.
Y que se cague en Podemos si quiere, o que defienda a Franco, o que exprese su discurso absurdo y verborréico. Pero, ¡que vuelva! ...
Que no lo metan en un manicomio. Que no se derrumbe todavía más. Que se quede como está. Que no se venza todavía más a sí mismo. Ojalá mi deseo se pueda cumplir. Pero me temo que a Juan Ángel le ha vencido la diosa del infortunio.
¡LO SIENTO, POBRE PAJARITO!
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