¡Roger! Solo Roger ha visto éso. Y también, cómo, al verse descubierto, el extraño ser ha tapado la grieta y ha sellado toda huella. Ya la carretera presenta un aspecto normal.
Roger tiene diez años. Está estupefacto. Sorprendido y asustado. Cuando vuelve del colegio hacia su casa, piensa que lo mejor es no decir nada. Así se evitará un millón de preguntas, empezando por las de sus padres y su hermana Marta.
Pasan los días y las semanas, y Roger mantiene la actitud. Hasta que escucha en las noticias que ha habido un accidente de circulación en el citado Valle del Fornés.
Dicen las autoridades que la causa ha sido el reventón de las ruedas de un camión que transportaba sacos de cereales. El camión perdió el control, y embistió a un coche que venía en dirección contraria. Cinco muertos. Roger se pone a llorar y se va a su casa.
Y al día siguiente cuenta a sus padres sus verdaderas causas del reventón de las ruedas del camión. El suceso ha tenido lugar en el mismo sitio en donde vio el extraño fenómeno que nunca a nadie contó.
Los padres del chico lo llevaron al psiquiatra. El médico le prescribió unas pastillas para que pudiera dormir, y le remitió a un psicólogo. Y Roger durmió más tranquilo unos días. Pero pronto volvió a sentirse inquieto. Sobre todo, cuando escuchó en las noticias que a unos escasos cincuenta kilómetros del Fornés, había tenido lugar otro similar accidente de carretera. Tres muertos más, y dos heridos.
El psicólogo escuchó estupefacto a Roger, cuando este le habló de inteligencias de naturaleza extraterrestre y maléfica. Que esto era una invasión. Y que le extraña que los investigadores hubiesen aceptado la tesis de un accidente convencional. Y que la única explicación podía consistir en que los extraterrestres hubiesen procedido tras atacar a las personas, a dejarlo y a transformarlo todo en un nuevo y convencional reventón de las ruedas. Como si lo hubiera sido realmente ...
Roger fue internado en una institución psiquiátrica, y sus padres lloraban el aparente extravío emocional de su hijo. Y cada vez y para no verle sufrir, espaciaban sus visitas hasta que dejaron de visitarle finalmente.
Por intachable conducta, el niño fue puesto en libertad diez años después. Y no había perdido el tiempo. Se había pasado todos esos años estudiando, y tenía enormes conocimientos de psicología, física, matemáticas y química.
Cuando Roger volvió a casa, sus padres habían preferido no estar. Entonces, salió del lugar y se detuvo exactamente en la zona del Valle del Fornés en donde tuvo su primera experiencia con aquella fuerza misteriosa. Y parecieron de repente escucharse unas carcajadas. Horripilantes, pero carcajadas al fin y al cabo. Pero Roger no se afectó, sacó un folio y escribió la palabra Sience, que significa Ciencia ...
El joven, lo comprendió todo. Aquel ser o seres, no solo habrían hecho posible los accidentes y los muertos derivados. No. Habían querido que lo tomaran por loco, y que el único testigo de lo ocurrido se quedara sin argumentos.
Roger marchó a la Universidad y con varios objetivos. Conseguir certificar y concluír sus carreras preferidas, y a prender el mejor inglés. Y en cuanto pudo, se dirigió en persona, correos electrónicos y todo tipo de comunicación, para darse a conocer y ganarse influencias. Militares, políticos influyentes, centros de inteligencia internacional, expertos en fenómenos aparentemente extraños, y gentes que nunca se podrá averiguar lo que saben.
Al principio, no le hicieron caso. Pero cinco años más tarde, Roger sonrió por vez primera tras muchísimos años de rostro sombrío. En una zona de máxima exclusión, unas máquinas están en el Valle del Fornés con todo tipo de soldados y personal laboral y de emergencia. Actúan con explosivos, y todo lo justifican ante la prensa por detonaciones controladas y previstas. Hablan de necesarias actuaciones para corregir elementos orográficos que pueden causar peligro para la población del Fornés y aledaños.
Mas no es verdad. La lucha entre los militares y los extraterrestres es encarnizada. Ya van dieciséis soldados muertos, y varios heridos de distinta consideración. Pero parece que los humanos están ganado la batalla. A algún general, Roger le ha visto cómo se le escapaba una sonrisa de satisfacción, y le guiñaba cómplice un ojo. Acaban de dejar pasar al joven Roger Esvárs. Nunca nos lo dirán los científicos ni las autoridades. Pero consideran a Roger un héroe. Gracias a él, el mundo ha podido despertar de un peligro latente y evidente. Aunque nunca el Poder ni los medios, dirán nada. Es el pacto básico para evitar que las gentes entren en pánico.
¡ROGER ES UN VALIENTE!
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