Y Ana Blanco se convierte ya en historia imborrable de la televisión española, pública y general. Porque adaptarse en tiempos en los que lo digital no eran lo que son ahora, y en plena evolución revolucionaria hacia otro tipo de contexto social, nunca es ni será fácil.
Ana Blanco ha competido contra el internet y las redes sociales desde la tele pública. Y ha sabido resistir a gobiernos y a acontecimientos extraordinariamente exigentes. La Guerra del Golfo, los atentados en directo a las Torres Gemelas, o los cambios de gobierno y cambios sociales. Y Ana se ha ubicado bien y con creces en esa nueva sociedad cambiante y crispada. Exigente y competitiva.
La Blanco ha hecho cuidados cuando informaba, pero nunca fue de concesiones. Hizo su trabajo. Y la sociedad valoró por encima de todo su profesionalidad. "Oye, está seria porque está concentrada en su trabajo. Es una mujer que se curra lo cotidiano ..."
Esa faceta ha sido su fuerte. La mujer clara y contundente que te cuenta las cosas que pasan sin levantar la voz, e incluso apenas sin mover músculos expresivos de su cara.
Porque incluso la sonrisa de Ana Blanco no ha sido complaciente, sino correcta. Para ser creíble y que no te lluevan los palos, hay que montárselo muy bien. Y la vocera Blanco, ha dominado las emociones ante la cámara sin ruidos ni estridencias. Y eso te saca de las críticas.
Ana Blanco no ha sido ni guapísima ni fea. Eso también ha gustado. Porque siempre ha parecido una chica normal, corriente, discreta, y nada amante de las polémicas.
Sí. Grescas en crisis, si quieres que te dejen en paz durante más de treinta años. Tantos años con poca crítica te convierten en algo grande. Ser histórico ya lo lleva en su interior. Y esa perdurabilidad sin mayores ruidos, nos habla de un gran trabajo de empatía y profesionalidad con el espectador. Hoy por hoy, Ana Blanco ha sido la más fiable de todas y todos los periodistas que nos ofrecen el relato de las noticias cotidianas.
Ha sido como la "locutora de continuidad", que a pesar de los años transcurridos no pedía relevos, y lo de ahora aparece como noticia o nueva sorprendente.
Sin florituras Ana Blanco. Y con ese misterio de intimidades que ha sabido guardarse para sí. Para ser creíble has de ser meticulosa y mistérica. Con un misterio que se llame normalidad y buen hacer. Una mujer más, entre todas las mujeres de su edad y de su tiempo.
Con Ana Blanco, se va alguien imprescindible históricamente para comprender cómo se logra en España esquivar rechazos. Cosa que es de prestigio en tiempos de encono y apreturas.
Ana ya tiene poco más de sesenta años y se declara un tanto cansada. Pero en realidad nunca hemos sabido mucho del interior de esta mujer, con facciones seguras y en donde la sonrisa y el enigma se han parecido demasiado.
Ana Blanco se ha tirado media vida ahí, y eso cansa hasta a un psicólogo. Han sido más de treinta años, que parecen haber pasado volando aunque no haya sido en absoluto así. El periodismo silencioso la ha premiado con la buena crítica general. Y la nostalgia seré elogiosa.
¡BUEN TRABAJO, ANA!
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