Excesiva, televisiva, mujer, valiente e inolvidable. El puto cáncer la ha mandado al otro sitio a sus jóvenes sesenta y ocho años.
Paloma Chamorra fue una intelectual de la vida y del límite, sin pelos en la lengua y con toda la energía que empezaba en ese pelo especial y exhuberantemente personal.
Boca grande, pómulos rojos, verbo hacha, nueva mujer, impulsiva, apasionada, deliciosa, televisiva, de oro, inventada, moviéndose, con sus minifaldas que reivindicaban una sexualidad y un erotismo desbordante y a la vez un claro manantial. Filósofa y fatale, cactus bello y necesario, valiente montañera de los pioneros desnudos de libertad que se atrevió a hacerlo todo sin miramientos y con convicción.
Fue una maravillosa gamberra de luxe, y encandiló a un país en el Medievo mental. Paloma fue tan libre que asumió que pasarse algunos pueblos podía ser su prueba irrefutable de calidad y libertad.
Fresca y atractiva, rodeada de movidas, y pretendiendo calidad hurgando con las uñas talento de debajo de las piedras. Se pasó de rosca y habló de sexo, y de follar, y de todos los moldes que solo pueden romper seres extraños y especiales.
Paloma buscó el perfeccionismo de la libertad camino del libertinaje sin ambages o barrotes. Jugó con el peligro de lo establecido, y cada vez que se quemaba con fuego se rehacía con un nuevo fulgor y potencia mediática. Fue electricidad femenina en un tiempo extraño y esperanzador. Hizo una tele intelectual poniendo en jaque y en peros a toda la verdad del consenso. Y su insatisfacción eterna la llevó a inventar ansiedades necesarias para subir la tensión arterial del sistema de la mediocridad.
La lógica no podía ir con la Chamorro. Ella iba a ser la sorpresa inesperada, el carácter fuerte y decidido, el traspasar con tacón fino y pierna bonita el terreno comanche del no.
Labios carmesí, estética necesaria de provocación intelectual, un ciclón de síes frente a las utopías que niegan y desmoralizan. La Chamorro fue realmente alguien genialoide que dejó marca en mi juventud por su heterodoxia,valentía, sexy, y enamorada de lo imposible.
Nunca la lógica y la mesura besarían a la Chamorro. La maravillosa agitadora nunca se mordería la lengua, sino que la exhibiría con magia y momentos elegantes, de lado a lado. Diablillo salvaje que marcó una pauta más poética que realista. Porque parecería que no hubiese sido necesaria tanta tralla y belicosidad frente a los rivales, en una mujer inteligente y adelantada a su tiempo y a los pensares de convención.
Por eso se quemó en seguida. Vencida por las apisonadoras mercadores de los medios, decidió replegarse a mejor vida y más cuando hizo mofa de la religión y los jueces la llamaron claramente la atención.
Llamó basura a casi todo. Y les mandó a la mierda. Ya no le interesó la divulgación televisiva, y dando a todos un potente corte de huída de mangas, desapareció del mapa de la actualidad.
No se sintió mínimamente valorada, no se la entendió, fue demasiado cohete y traca, habló con fiereza pura, y con osadía sin freno gozó brevemente del tiempo mediático y se fue al anonimato para jodernos todo lo que quiso. Paloma, genio y figura.
¿Estaba loca? Loca de vida y pasión. Ida de vuelta y curva de línea plana, poetisa de lo imposible, y amargada de ver el erial en que se veía convertido su sueño de grandeza y de sesera general y social.
Paloma Chamorro fue alguien singular y hasta racial. Una hembra y señora maravillosa que nunca tragó con la mediocridad. Una persona excesiva e imparable, la cual asumió con orgullo todas sus audacias. Odió a la basura y al tedio, al menor nivel, y al conformismo. Huyó de esa mierda. Vomitó hacia lo establecido.
-DESCANSE DIFERENTE Y EN PAZ-
0 comentarios:
Publicar un comentario