Fin de semana. La mañana. La radio. La cadena SER. El magacine tranquilo y repasador de la actualidad de la semana. Al frente de todo el equipo, la periodista Montserrat Domínguez. Haya serenidad.
Comienza su programa, seduciendo con su voz calma. Señores, miren, tengo que hablar de la actualidad, de las cosas que suceden y también de las que elijo para mi programa, pero no pasa nada, ¿eh, oyentes? Tranquilidad.
De modo, que hablo de esas cosas que pasan, pero aquí no hay gritos y estridencias. Aquí hay sosiego. Vamos a hablar de lo que tengamos que hablar, pero como mayores que ya somos y que tenemos la obligación de demostrar que ya somos. Siempre.
Y el que quiera follones, salidas de tono, y visceralidad no entrenada, que no nos oiga si quiere y que se vaya a otro sitio a malmeter. Y además, nos gusta seducir sin que se note, y hacer alusiones al placer y al descanso, con naturalidad y sin descaros de gente que no sabe leer entre líneas.
Así escucho y veo yo a Montserrat Domínguez. Esta catalana atractiva, conecta bien con un mundo actual, moderno, y al que no hay que enfatizarle nada porque no es necesario, y además, ¿para qué?
Montserrat ha hecho televisión, y ha acabado como todos los profesionales serios. En la radio. En el medio de la credibilidad. En donde se puede reflexionar con un cierto sosiego, en donde te puedes hasta tomar un café en directo sin que se note que pierdes el rigor o el oremus, y todas esas cosas básicas y civilizadas que la gente normal suele hacer en sus vidas cotidianas.
La Domínguez huye de las magias raras, y emplea la naturalidad en sus programas. Su naturalidad serena. Cuando ve que el discurso de algún interlocutor se vuelve crispado y tenso, la periodista encara al personaje y es como si le dijera sin decir: " pues oye, pues bien, vale, lo que quieras..." Pero nunca se lo oirás decir. Solo, lo piensa. Profesionalidad.
Montserrat Domínguez sabe que las posiciones están ahí, y que los roces y las tensiones siempre estarán ahí. Pero también sabe que los gritos y los malos rollos han de quedar fuera del cristal de su "A vivir que son dos días".
De modo, y sin obviar ningún tema, Montserrat nos dice, que con educación se puede hablar absolutamente de todo. Y saluda y conecta con unos oyentes de sábado y domingo, que lo que están deseando es que la tensión de los días laborables se diluya mientras escuchan su amable voz.
Estilo que huye de las grescas, sin vanidades ni demasiados internéts, sin realitys ni gaitas, la Domínguez nos propone ser naturales, limpios, claros, y sobre todo, considerados. Hace falta en los tiempos que corren. Sin duda.
-ASÍ LA ESCUCHO YO-
3 comentarios:
Tiene una voz muy agradable, facilidad de palabra y don de gentes. Me gusta y siento mucho que se vaya.
Estoy de acuerdo, amig@ anónim@. Los fines de semana la echaremos de menos en la SER, y en "A vivir que son dos días".
Gracias por opinar y leerme!
El vacio que deja en la SER, va a ser dificil de ocupar. La echaré de menos; esa gratitud, y voz tan dulce, nos faltará los fines de semana.
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