lunes, 16 de enero de 2012

¡ SÚPER STEPHEN HAWKING ! : 70 AÑOS DE UNA ESTRELLA.



Galileo Galilei, Isaac Newton, Albert Einstein, y... ¡Stephen Hawking! ¡Menudo podio  o  ránking! Física, Ciencia, rigor, inteligencia, saber humano, obligación y deseo   de  los   seres humanos por aprender. ¡Oh, la Física! ...
Galileo y Newton fueron referencias en el pasado. Einstein, inició la Fisica moderna, con su genio sin par. Y por ahí iba más o menos todo, hasta que llegó Hawking.
Sí. El Universo y sus misterios. Más allá de lo conocido. Lo exterior. Stephen Hawking fue siempre un heterodoxo perspicaz, que venía de familia culta y acomodada. No le gustaba  demasiado el estudio. De empollón, nada de nada. Hawking solo quería jugar a ser audaz y a ser libre. Vivir. Sentir y sentirse especial y sin barreras. Su talento es, innato. Su genialidad, no puede aprenderse en ningún manual.
Brillante, Hawking era un pasota de las cosas. Mucho orgullo y confianza en sí mismo. Todo el autodidactismo de su perspicacia. Conocedor de todos los grandes maestros y referentes, pero con la necesidad de iniciar su camino personal. SU, con mayúsculas.
El Universo. ¿Por qué no hurgar en su expansión constante o en la Historia del Tiempo?  Apasionante para Stephen. Y más, cuando de bien joven, le apareció la terrible e incurable enfermedad llamada "Esclerosis Lateral Amiotrófica", que le iría quitando toda la movilidad de su cuerpo. Menos la actividad de su privilegiado cerebro. ¡Maravillosa luz! ...
Silla de ruedas y dependencia de otros. No fue óbice. Hawking, siguió. Avanzó. Y ahora, gracias a él, ya podemos saber muchísimo más del Universo, del Big Bang, de la Cuántica, de los agujeros negros o de la duración del Tiempo. Entre unos pocos ejemplos.
Imaginaos la enfermedad paralizante, en un superclase y genio como él. Debió    ser   al  principio, demoledor. Pero, ¿no es acaso un reto el conocimiento de la investigación de las cosas aparentemente inalcanzables como las que él persiguió, hizo Ciencia y atrapó?
Sí. En su silla de ruedas y con su aspecto de discapacitado profundo, Stephen guardaba como un mago, muchas más sorpresas en su chistera genial. Iba a utilizar su cabeza privilegiada con toda la intensidad. La vida merecía la pena estrujarla.
No le daban ni dos años de vida cuando le sobrevino la desgracia. Pero el joven genio, no se moría. Y seguía, y seguía, como hace la vida decidida y lúcida. Como una estrella rutilante y especial.
Sí. Ante el asombro de todos: físicos, médicos, y todo cuanto se ponía por delante, Stephen Hawking había decidido seguir y seguir, haciendo larga y alta Ciencia, hasta que la fatalidad caducada le dijera que no. La muerte, debe esperar.
Ejemplar, valiente, orgulloso, muy inglés, irónico y franco, Hawking vió claras las mentiras en la invasión de Irak, y lo dijo. Ese tipo de la silla de ruedas y con cara de menor, tenía y tiene una personalidad y una fuerza de combate, que resultan sencillamente un ejemplo para todas y para todos. ¡Menudo sabio!
Setenta años ha cumplido. Y cumplirá más. Y hasta que no haya más remedio, seguirá ahí con la cabeza clara hurgando en  las estrellas del Universo. Porque, él, es una de éllas. Y bien grande.
- ¡THANKS YOU, AND CONGRATULATIONS Mr. HAWKING! -

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