martes, 31 de octubre de 2023

- JOE ROWLING, LA INVESTIGACIÓN Y EL AMOR. -



Joe Rowling es un joven investigador que labora en la Universidad de Cardiff. Atractivo, pelo largo, ojos claros y un porte tranquilo.

Es tenaz, laborioso, y posee la virtud de la paciencia y de la perseverancia. Ama su trabajo, y su día a día es la batalla contra la formación de células que causan patologías a las personas.

Pocos saben, que la pasión de Joe Rowling, su hobby, es la jardinería. Y en la terraza de su jardín, cultiva en su tiempo libre todo tipo de plantas. Desde las más conocidas, hasta las más exóticas. Solo Eva Links, su novia, sabe de su afición y a veces se la reprocha. Porque esta actividad le resta tiempo para el amor, el sexo, la intimidad, los amigos, las birras y los pubs.

Joe Rowling anda conmocionado. Como en shock. En su labor experimental frente a los virus y el cáncer, ha decidido introducir una línea nada conocida a través de la adición de la síntesis de un tipo de plantas de cultivo, la cual le está generando resultados tan extraordinarios, que a él mismo desconciertan.

Siente miedo, cuando ve que ha logrado matar a células que se piensan imposibles de eliminar. Ha probado una y otra vez con el mismo afortunado resultado: las células terribles que causan deterioros y muertes, acaban totalmente destruídas. Y la siguiente cuestión y movimiento, es convencer a las autoridades universitarias y médicas, de que sus logros son auténticos y reales. Su novia, Eva Links, también anda entre perpleja y más que asustada. Aunque apuesta por él ...

Si Rowling comunica a sus superiores que está logrando hitos más que revolucionarios en sus investigaciones, lo más seguro es que no le hagan caso y le expulsen de la Universidad al considerarle un embustero estúpido y hasta chiflado. Un día, Joe Rowling abordó a un científico veterano de su Centro de investigación, y se lanzó a la piscina diciéndole:

- "Señor Andrews, tengo algo que puede ser de su interés ..."

- "Coja cita con mi secretaria, joven amigo. Ella le recibirá con agrado ..."

- "Es que se trata de un asunto crucial, señor. De lo contrario no habría jamás osado molestarle ..."

- "¡Qué exagerado es usted, joven! Je,je,je ... Haga lo que le indicado ..."

- "Se trata de algo que puede modificar el paradigma de investigación para células malignas, señor Andrews ..."

- "Pero ese es el sueño de todo investigador, joven. Ja,ja,jaja ..."

- "He decidido hacer algún cambio en el método convencional de investigación, basado en la adición de elementos procedentes de mis semillas y he conseguido que ..."

- "¡Es usted un malote, muchacho! Nunca pretenda ser un aprendiz de brujo. Debería y debe limitarse a investigar como Dios manda ..."

- "Pero, señor ..."

- "Lo he pensado mejor. ¿Es usted Rowling, verdad? Sí. Pues lo siento, pero no me va a contar fantasías. Es mejor que no le pida cita a la secretaria. Porque no le pienso recibir. Y ahora, menos cháchara y a seguir trabajando. Ya sabe que el tiempo y la intensidad son vitales para cualquier científico que se precie. Adiós, joven. ¡Que tenga un más que excelente día! ¡Pero ponga orden en sus fantasías imaginativas! ..."

- "Adiós, señor Andrews ..."


¿Qué hacer ahora?, se pregunta el joven Rowling. ¿Jugarse el prestigio?, ¿dedicar mucho más tiempo a su maravillosa novia Eva Links y renunciar a sus particulares experimentaciones por muy certeras que sean? Un verdadero dilema.

Rowling ha tratado de ser astuto. Ha conectado con un tal Mat Wenders. Es un paciente terminal de cáncer, que reside en Gales pero cuyo origen es libanés. Vive en un barrio marginal, en el cual se suceden las peleas, los enfrentamientos, la falta de tejido educacional, la pobreza, el conflicto, la escasez, y hasta la inseguridad si uno decide transitar por dicho barrio periférico a horas que nunca aconsejaría el sentido común.

Nadie cree en la recuperación del citado marginal Mat Wenders. Salvo el heterodoxo investigador, Rowling. Ha convencido a Wenders para que se someta a un proceso de tratamiento alternativo, que adiciona síntesis de plantas exóticas de su jardín a los elementos tradicionales que abordan este campo de la praxis médica.

Y, sí. Mat Wenders tiene poco que perder, y ha aceptado el nuevo tratamiento. ¡Quiere vivir! Y en su más que delicada situación, no ha tenido el más mínimo inconveniente para ser tratado por Rowling.

Joe, se la juega. Primero, sustrae de un hospital elementos convencionales para los tratamientos antivirales y cancerígenos, y los guarda en un macuto para entregárselos a Wenders, no sin antes proceder al aditivo de sus semillas elaboradas y trabajadas de su jardín.

Toma su flamante Aston Martin, y se adentro en los suburbios del barrio marginal. Son las cuatro de la madrugada y hay muy poca policía. Pero sí algunos malhechores que campan por las calles sin conocer el significado de la idea de la buena intención.

Le salen a su paso. Saben que va casa de su colega de fechorías, Mat Wenders. Uno de los marginales le grita: - "¿Es usted el camello de Mat? Ja,ja,ja,ja ... Lo digo por el cochazo que lleva, je,je,je,je ..."

- "¡Ten veinte libras y protégeme el coche! Me voy enseguida. Pero sé que tú custodiarás bien mi auto en este tiempo ..."

- "No sé lo que ha dicho, pero ¡vengan aquí esas veinte libras! ... ¡Ah, gracias ...!

- "De nada ..."

Rowling penetra en la destartalada casa de Wenders. Sigue vivo. Wenders le dice que cada vez se encuentra mejor, pero si lo que hace es envenenarlo, entonces le matará. Y que si no lo hace él personalmente, mandará a otros muchos contactos a que lo hagan. El joven investigador no dice nada. Por adentro está satisfecho. Ve cómo el marginal Wenders ya es capaz hasta de caminar, cosa que le era imposible desde un dolor absolutamente imposible de ser paliado siquiera por la morfina.

Según Rowling, aquella recuperación iba viento en popa. De seguir ese ritmo, pronto empezarían a pasar cosas mucho más favorables, pensó. Cuestión de perseverancia y fe.

- "Si le curas, llévalo a un hospital, y tendrás un testigo de tu excelente trabajo, cielo ...", le dice su hermosa y coqueta novia Eva Links. Le apoya y le apoyará siempre. Porque lo compartido, es sin duda puro y sincero amor.


Un mes más tarde, Rowling cree que es el momento para intentar reivindicar su éxito a través de la favorable evolución del desahuciado marginal Wenders. No es la mejor manera, pero lo ha intentado todo. Ha hablado con profesores y gentes de influencia, sin el más mínimo de los éxitos. Le dicen que sus teorías no son posibles ni reales, y que no moleste ni incordie insistiendo.

El joven Joe Rowling visita de nuevo a su conejillo de indias, el marginal Wenders. Estaciona su Aston Martin junto a la casucha del marginal, y le insta a que le acompañe al Hospital de Cardiff.

- "¡Ven conmigo, Mat! ¡Te necesito ahora! ..."

- "¡Ni loco vuelvo yo a un hospital, amigo! Ja,ja,ja,ja ..."

- "¡Eres muy importante para mí y hasta para la Humanidad en su conjunto! Sé que vendrás conmigo y ..."

- "¿Y?", le interrumpe súbito Wenders.

- "Te voy a dar quinientas libras por este favor ..."

- "¿En serio? Ja,ja,ja,ja .... ¡A ver ese dinero! ...

- "¡Ten! ¡Tómalo! ..."

Joe Rowling sonríe interiormente aunque aparenta una serenidad que no siente. Wenders parece estar bien. Ha engordado, los análisis que le ha realizado el investigador hablan de una salud impecable, su plena recuperación parece un hecho, y su cáncer terminal diagnosticado un atrás felizmente superado.

Esta vez estaciona Joe Rowling su Aston Martin en una calle próxima al Hospital galés. El investigador y Wenders entran en el interior del Centro sanitario. El personal médico, se dirige sorprendido a Rowling.

- "¿Qué desean?,¿tienen ustedes cita?, ¿ocurre algo? ..."

- "Necesito ver a un médico de oncología de urgencias, señor ..."

- "Ya, ¿y quién es el paciente? ..."

- "Es él", indica Rowling señalando con el dedo a Wenders.


En ese mismo momento, se escuchan disparos. Otro marginal ha seguido al Aston Martin de Joe Rowling. Dicho tipo está furibundo y como enloquecido o lleno de drogas. Dispara sobre Wenders varias veces hasta causarle la muerte. Antes, el asesino ha matado a una mujer de la Seguridad del Hospital. Y grita como un endemoniado dirigiéndose al ya finado Wenders diciéndole: 

- "¡Cabrón! ¡Hijo de puta! ¡Esas quinientas libras que te ha dado ese camello han de ser para mí! Te he leído el waatsap. Ahí lo has anotado. Y eso no fue lo que pactamos, ¡cerdo! ¿Dónde tienes ese puto dinero? ..."

La policía galesa actúa con eficiencia y precisión. En escasos minutos han neutralizado al loco asesino marginal pistolero. Lo esposan tras reducirlo, y lo introducen en el interior de un vehículo policial camino de la Comisaría.

Joe Rowling está en shock. Trata a duras penas de recomponer sus ideas. Todo se ha ido al traste en un segundo. Intenta serenarse pensando en que las plantas exóticas de su jardín están y siempre estarán con él. En el waatsap, Joe tiene otro mensaje. Es de su novia Eva Links. Pone literalmente: - "¿Ha salido todo bien, cariño? Estoy segura de que sí. ¡Por favor, dime cómo van las cosas! Estoy un tanto nerviosa y ..."

Rowling apaga su móvil. Se sienta pesadamente en una silla, cierra los ojos y se tapa la cara con las manos para que no le vean sollozar. Está retenido en el Hospital de Cardiff. Le preguntan acerca de su relación con Wenders el marginal, a quien no han podido salvarle la vida. Pero no todo el infortunio ha terminado para el joven investigador. ¡Ni mucho menos! Y el capitán de la policía Rudold Farrell se dirige a él con rostro muy serio. Le dice a Rowling:

- "¡Habrá de buscarse usted un buen abogado, joven! Las cámaras de seguridad le han detectado varias veces hurtando productos anticancerígenos. Y eso es demasiado grave, amigo. ¡Documentación! ..."

- " Tenga. Me llamo Joe Rowling Dors, y soy investigador en la Universidad de Cardiff en donde trabajo. ¡Ese es mi documento de indentidad! ..."

- "¡Acompáñenos, Rowling! ¡Queda usted detenido! El juez de guardia le está esperando y ha de conocer todo lo sucedido. ¡Vamos! ¡Voy a ponerle las esposas! ..."

La novia de Rowling, Eva Links, llega al hospital y lo ve todo. Intenta acercarse, pero le impiden el paso de forma contundente. Horas más tarde, el juez concede a Rowling un teléfono con el que puede hablar con un abogado. Y también con su novia. Le dice a su amor: -"Guarda y cuida con cariño las plantas, y especialmente las exóticas, amor! ¿Lo harás? ..."

Eva, responde: -"¡Oh, sí, Joe, amor ... ¡Claro que lo haré! Pero quiero que te calmes. ¡Ya verás cómo las cosas se tornan favorables! ..."

- "¡Un beso, Eva! ..."

El juicio es rápido. Gracias a su abogado, solo pasará dos años en la cárcel de Swansea. Rowling está derrumbado, se siente fracasado, traicionado por la incomprensión y el maldito infortunio. La maldita adversidad. Solo quiso hacer el bien y no le dejaron.


Pasa todo el tiempo de castigo en la prisión. Eva Links ha soportado todas las presiones y sigue a su lado. El día de su salida del penal, a las siete en punto de la mañana, ella le espera al otro lado de la verja carcelaria.

Los jóvenes enamorados han hablado mucho, a pesar de las restricciones por la falta de libertad del hombre. Y han decidido que su vida va a cambiar por completo. Los padres del joven investigador tienen una casa y unos contactos de trabajo para que Rowling comience una nueva vida. Trabajará de jardinero en una mansión de unos conocidos de clase alta, que viven en la carioca ciudad de Sao Paulo.

Los enamorados se besan con esperanza y alegría. Seguro que les esperarán tiempos mucho más favorables y menos truculentos y peligrosos. Eva Links sigue mirando embobada a Joe Rowling. Habían ido demasiado lejos y habían sido demasiado desobedientes con lo establecido. Y hay una enorme verdad que va más allá de la Ciencia y de la Solidaridad: ¡su amor! Y ambos saben que en Brasil les espera el gozo y la dicha, el calor y los besos. Tendrán hijos y se casarán. ¡La Ciencia puede esperar" También el amor es ciencia y sabiduría.

-THE END.-


 

domingo, 22 de octubre de 2023

- RISA NEGATIVA. -



Unos ojos exaltados y terriblemente burlescos tras unas gafas redondeadas. Como las de Luis Lubián.

Grande, gordo, extraño, cínico y dolorido. A Lubián se le ponen ojos raros a las cinco de la tarde y se los cubre aparentemente. Pero pronto puede verse que son ojos de provocación y de rabia.

No es feliz ni es capaz de expresar su frustración como debería, el ínclito Lubián. Su madre ya es mayor y mandona, y la incertidumbre de los bajones de la mujer, le superan con amplitud.

Se rompe toda su capacidad de aguante y se siente un mierda. Pero lo va a negar siempre. Y por todo lo contrario, intentará hacerse valer engañándose a sí mismo, y entonces el rostro de Lubián se transforma y adquiere los modos de un payaso menor, humano y de aquí.

Lubián piensa, que se acabaron las reglas y lo adecuado, y su lógica se estrella frente a su odio. Se envuelve el alma con una extraña manta de acero, y comienza a reírse como si no pudiera más. Es una risa negativa y perversa, acaparadora y muy intensamente vivida. Y busca soltar toda su frustración sobre aquellos a quien percibe más vulnerables. Selecciona bien sus presas. Si sabe que le vas a plantar cara, Lubián se hará el sueco y te sacará de su foco perverso. Pero si te cree derrotado frente a la fuerza de su estupidez, entonces será capaz de cosas realmente inesperadas.

Se ríe Luis Lubián a mandíbula batiente, poniendo ojos de santurrón cabrón. Es toda una estrategia de ataque sobre los demás. Por ejemplo cuando se cruza o coincide en el bar con Claudio. Lubián mira a Claudio y trata de desestabilizarlo. Le grita a la vez que sigue riéndose a carcajadas patológicas que tratan de ser contenidas pero que llevan veneno. Y Claudio conoce a Lubián, y ve que trata con sus payasadas de ridiculizarlo y dejarle en evidencia delante de los demás. Cuando la partida de dominó se le hace aburrida y hasta intolerable a Lubián, entonces hurga e insiste hasta hacerle perder los papeles.

Lubián se ríe de todos. A los que genera lástima su vida tratan de hacer como que no ven lo que ven, y se lo consienten todo. Pero Luis Lubián parece absolutamente insaciable y su ira no se domina.

El gordo Lubián tira al suelo y con astucia una ficha de dominó, buscando gresca. Necesita lío y follón. Y acompaña su negatividad con fuertes voces que tratan de emular algo así como gritos de euforia. Parece un niño gigantesco y desatado. Un hijoputa necesitado de agresividad.

Claudio ya no puede más, y le llama payaso. Otros, le frenan. No queremos que la situación joda la partida del juego de mesa. Mas Lubián, no contento con tirar la ficha al suelo aposta, golpea dicha ficha con estrépito y con riesgo de romperla y de machacar toda la armonía posible que haya entre sus amigos y conocidos.

Ríe y sigue riendo Lubián como un psicópata de medio pelo, que domina las situaciones con el aplomo de los forajidos de las películas baratas del Oeste.

¡Nadie tiene razón para Lubián! ¡Todos están contra él! ... Y cuando la cosa parece que se serena y armoniza, el hombre aprovecha el silencio de la confianza para seguir provocando con la oscuridad de su alma a todo bicho viviente.

Sale de la partida, se va al baño, tarda en regresar, hace lo que le sale de los mismísimos, y vuelve a la mesa de juego para seguir incordiando.

Lo mejor,-si le aprecias un poco-, es hacer como que no ves lo que ves. Lubián está fuera de la partida pero no quiere dejar de ser el gran protagonista, manteniendo así un fuerte y descarado pulso contra la sensatez y la paciencia de unos y otros, los cuales para él no sirven ni estarán nunca.

Cuando concluye la reunión del juego, la gente se aleja y dispersa. Lubián se encoje de hombros y busca la compañía más estratégica y favorable, mientras camina pesadamente hacia su casa.

-COMO TODO UN INOCENTE-
 

domingo, 15 de octubre de 2023

- DOS CARAS EN ANAIA. -



Profesora universitaria, cuarenta y nueve años en el DNI, docente hueso, aspecto un tanto hierático y de poco agradar, alta, severa al extremo con sus alumnos, seria, distante, con un vestir clásico, y con dos divorcios y tres hijos que ya vuelan solos y que que a veces se apoyan en sus padres. Se llama Anaia, y la relación con sus vástagos parece haberse vuelto lejana y hasta poco agradable. Se ven, pero bastante para quedar bien.

Anaia nunca se maquilla, y a veces grita cuando quiere tener razón, y argumenta y ata todos los cabos para llevarse el gato a su agua.

Hay un cierto consenso entre alumnos y profesores en que Anaia es desagradable, extraña, feota, dura, poco femenina, que ama casi al paroxismo su Química Orgánica, y que tiene bien pocas amigas en el Claustro universitario.

Anaia tiene fama de amargada, de inoportuna, desagradable, gafas de culo de vaso, y casi siempre viste pantalón con colores oscuros, prácticos, nunca nada de orlas o aderezos, y como si amara la negatividad de la amargura. Su gesto es casi más cerrado que serio. Tiene la mirada impasible de una creída que piensa que difícilmente alguien sabrá más que ella del tema que sea. Es capaz de ponerse unos zapatos de hombre con la excusa del unisex, y quienes la observan están deseando que se haga la hora de salir para alejarse de ella. 

Ha tenido enganchadas con algunas de sus colegas, pero la sangre nunca ha llegado al río. Y Anaia aparece con capacidad de dar sonoro y sutil carpetazo a los conflictos, y sigue, sigue siendo como es sin escrúpulos, complejos y siempre hacia adelante. Anaia nunca volverá atrás ni para retomar su zancada progresiva que nunca parezca que es un parón rico que sirve para rectificar y para aprender de sus errores. ¿Ella, errores? ...

De lo que no se habla porque no se sabe, es de que al salir de su Centro docente, hace un tiempo que dos calles más allá del gran lugar formativo, hay un bar en el que Anaia se ve con Felipe. Felipe, fue alumno suyo el curso anterior. Y aparece como todo lo contrario a lo que ella parece representar. Felipe es un joven veinteañero, tímido, apocado, que va sacando los aprobados con gran esfuerzo; un chico de pueblo al que parece costarle horrores adaptarse a la gran ciudad, altote como ella, inocentón, de buen espíritu, y con un parece que deseo de tomarse las cosas de la vida como un observatorio de reto. Felipe parece la Naturaleza pánfila y la víctima propicia para los descuidos de sus objetos en un ladrón avispado.

¿Anaia y Felipe?, ¿puede ser? ... Aquí no hay que ser augures sino descriptivos. Que no juzgue nadie y que siga real el curso del río de la vida que acontece.

Anaia invade constantemente el espacio personal de Felipe. El joven no puede evitar ruborizarse, y es entonces cuando Anaia se quita sus gafas de sol, le mira con fijeza coqueta, le sonríe, le levanta la copa de cerveza y ambos brindan.

Es un bar con poca luz y mucha intimidad. A Anaia le gana el poco empuje del mozo. Se siente realmente bien con él, y se ven casi todos los días en el citado bar, algunas tardes, e incluso alguna que otra noche de deseo insuperable.

Esta vez la mujer se ha puesto unos finos tacones, y una falda que tiene una apertura lateral que solo Anaia es capaz de regularle a Felipe con acierto, femineidad y ternura. Anaia no parece ser de beso fácil, y se pega el atracón de regalar sus ojos de mujer para que el joven se sienta con absoluto bienestar y confianza. Y paulatinamente, el rubor de Felipe no significa que pase serios apuros, sino que desea que las cosas de Anaia se prolonguen ad infinitum.

Anaia junta y roza su piel con la de Felipe. Y hace muchas más cosas tolerables en un bar. Como soltarse su abundante mata de pelo y dejarlo caer con energía sobre sus hombros, o insinuarle unos grandes y sensuales aros que cuelgan ahora dulces desde sus lóbulos pronunciados.

Anaia ya no es ese ser repulsivo que imparte Química. Porque un milagro de atracción ha cerrado todas las distancias, y todo es lo más parecido al disfrute y al gozo. Y debajo del mantel de la mesa han habido incorrectos toques cariñosos en las piernas de ambos, y Felipe solo sabe que con Anaia se está bien y se compensan los mil malestares que se tienen cuando se ha de madurar y aún no es posible.

Se veía venir. Anaia y solo Anaia, le ha dado a Felipe un franco beso en los labios. Y sin dejarle reaccionar le ha puesto mucha más apertura y toda la humedad en un segundo beso casi descarado, el cual levanta alguna callada suspicacia entre algún cercano a su mesa, cliente del bar. Y después puede haber absolutamente todo lo imaginable y abierto entre dos seres que se atraen con la potente evidencia de la realidad.

Felipe sabe que Anaia no vive cerca de la Universidad, pero sí que ella tiene vehículo propio, y que hay varias líneas de autobús que conectan la casa y la cama de la profe con el barrio obrero en donde está el piso de sus padres con los que vive.

-Y EL DESEO TODO LO FACILITA.-
 

martes, 10 de octubre de 2023

- YO TENÍA MUCHAS POSIBILIDADES. -



No conocí a mis padres. Me abandonaron y tuve que crecer en un orfanato. Eso no es buena suerte. Recuerdo a los curas con los que me crié y crecí. Y sobre todo, aquellos ratos de deporte en el recreo, en donde yo y solo yo, era el rey. Jugaba al fútbol tan bien, que pronto empezó a funcionar el boca a boca. Podía ser  mi salida del ostracismo, y el camino del brillo de las grandes estrellas.

Sí. Yo jugaba bien al fútbol. Medía un metro y ochenta y un centímetros, y era potente y rápido, fibroso y polivalente a mis dieciocho años. Me gustaba jugar de central y mandar atrás, pero poseía versatilidad, regateaba bien, y en cuanto podía subía al ataque. El gol es la gran máquina de los dólares. Se ganaba mucho más dinero en el área contraria que en la que yo defendía. Cosas de esta selva llena de pajarracos que es el a veces muy desconocido mundo del fútbol. Yo, lo conozco muy bien por adentro.

Lo mejor que puede pasarle a un chaval del fútbol, es que le hinchen hablando mucho de él. Sí. Que hablen todo el tiempo hasta que se cansen. Si no sacas la cabeza del anonimato aunque sea a manotazos menores, los  ojeadores no se enteran de lo que hay. A mí me caen gordos los ojeadores. No tienen ni idea. Y lo que es peor: no trabajan. Dicen que viajan y miran, pero nunca les creáis ni un veinte por ciento de lo que digan. Mienten demasiado. Y su falta de moverse, es un escándalo. A veces, se meten en su PC, y no sacan la cabeza de ahí buscando vídeos y estadísticas. Carecen de credibilidad.

A mí, alguien me dijo un día al salir del pequeño taller en donde ayudaba a un buen hombre llamado "Joe el negro", que yo jugaba con la elegancia de  Franz Beckenbauer y que él podía ayudarme a salir de la miseria para después proyectarme hacia sus contactos selectos. La condición que me puso, me ganó. Al acabar mi jornada de trabajo, él vendría a recogerme en su coche y me llevaría a un campo de juego en el que entrenaría y me presentaría al Presidente, al entrenador, y a todo el cuerpo técnico y deportivo. La verdad es que allí había muy poca luz, yo jugaba con zapatillas, y el entrenador con más poder de aquel sitio me tenía manía y siempre me ponía con los suplentes. Todo fue fugaz. Un día vi en la tele a un depredador sexual en serie. Era el hombre que me llevaba a los entrenos. Me dijeron que se suspendía todo lo deportivo, y yo les dije que ahí se quedaban todos y que muchas gracias.

Meses después, un grupo de personas con chaqueta y corbata se me acercaron. Yo, me quedé sorprendido. El que más me sonaba de haberlo visto en la tele, me dijo que el fútbol está moribundo de centrales, y que era una pena que no tuviese equipo y que jugara en un  descampado con un grupo de mozos.

Se lo dije a "Joe el negro", y me respondió diciendo que quizás fuese mi gran momento de proyección. Uno de los tipos encorbatados me peguntó si había jugado en hierba, y yo le dije que algunas veces. Al parecer eran unos figurones aquellos tipos, que debían de venir de una fiesta, y su euforia les llevó hacia mí. Se trataba de un equipo de Regional, de un pueblo a las afueras de la gran ciudad. Uno de los tipos, musitó mirándome a los ojos:

- "¿Conoces que Minguella se fijó en Messi? ¡Pues es mentira! Yo, lo vi antes. ¡Te esperamos  en esta dirección para entrenar mañana a las siete de la tarde! Vales. Pero hay mucha gente que está loca por triunfar. Si no vienes, ¡allá tú! ..."

¿Chulería? En ese momento te entran sensaciones. Yo, traté de concentrarme en mis evidentes posibilidades. Era fuerte, joven y ambicioso. Hasta echado para delante. Esto último suele ser un inconveniente en este mundo de borregos domados. Yo, confiaba plenamente en mis facultades destacadas.

Y así logré la titularidad, y empecé la competición de indiscutible y muy satisfecho. Lo que no esperaba, era lo que sucedió con la mujer del Presidente de este club. Me sacaba veinte años, pero era juvenil, muy guapa, y evidentemente asaltacunas. Y se ve que yo le gusté. Se llamaba Virtudes, pero todo en ella debía ser deslealtad y el pecado. No es que estuviera buena, no. Lo que estaba era súper. Y por lo que vi, muy desatendida. Me tendió mil sexys trampas y yo caí en ellas de bruces y con todo el gustazo.

Compaginar tanta vitalidad era un tanto mareante, pero bendita marea. Un día, su marido nos pilló in fraganti, y no pudo haber excusas. A ella le dijo que seguirían juntos para acallar rumores, y a mí me aseguró que haría todo lo posible en arruinar mi proyección como futbolista. Y que si me volvía a ver en el campo de fútbol, yo iba a correr demasiado peligro físico. Y me mostró un arma, me acojonó y me largué corriendo de aquel lar.

Mi amigo "Joe el negro", me dijo que cuando se es joven hay que tener más ilusión que nunca. Que me buscara novia, que siguiera trabajando en su taller, y que no dejara de jugar al fútbol. Porque me gustaba y el deporte es sano.

Yo era joven y me gustaba el fútbol. Tenía un regate corto que sorprendía, y mi personalidad me hacía parecer veterano al lado de los chicos de mi edad. Juro y perjuro que iba para figura. Y allí, con mis amigos y los partidillos, era muy respetado. Porque yo era rápido, leía el fútbol con cierta velocidad, y metía muchos goles viniendo desde atrás.

Tres meses después, se me acercó un tal Pérez. En realidad, lo de "Pérez" era un apodo. Se decía de él que era ojeador de la zona Centro de España y que se movía entre muchos tipos con poder y decisión de Madrid.

- "¿Sabes tú que conozco a un tal Péndes?  ..."

- "¿El famoso, señor?, ¿el que los dos estamos pensando? ..."

- "¡Ése! ..."

- "¡Coño! ..."

- "Me llamo Juan Roldán. Pero se me conoce como el "Pérez" ..."

- "¿Y? ..."

Convencí a "Joe el negro" para que me dejara intentarlo en los equipos filiales o prefiliales del  Madrid. Esta vez a regañadientes, Joe accedió. Pero no sin antes decirme que todo eso de la zona Centro era una ilusión de bobos. Y que cientos de padres invertían fuertes sumas de dinero para que sus hijos se movieran por allí.

- "¡No fracasaré! ..."

- "¡Ya te apañarás! ..."

"Pérez" me llevó en un cochazo a una céntrica pensión de la Villa y Corte. Me lo  pagaría todo con una condición. Que yo nunca desvelara que era catalán.

Entrené en campos de hierba. Seguía siendo muy joven y con las ilusiones intactas. "Pérez" era gay, y a veces se le iba la mano. Pero yo le ponía cara de central del Bayern, y el ojeador se contenía. Por lo demás, era excitante lucir camisetas caras y nuevas, codearme con lo que luego serían futuras estrellas, e ir logrando cosillas.

Me dejé bigote cuando se lesionó el central titular, y logré debutar en un subfilial del Alcorcón. Marqué bien de cerca al nueve rival, pero se me iba. Pero aquel ariete no me conocía. Me daba igual la técnica que tuviese. De modo que le cuerpeé bien, y le birlé todo su peligro. Pudimos hasta ganar. Porque en el último segundo, me lancé al ataque con un córner favorable, rematé, y un defensa la sacó con la mano. Y va y el árbitro se hizo el sueco y no pitó nada. Protesté, tropezó el árbitro conmigo, se cabreó, me sacó la tarjeta roja y me cayeron nueve partidos. Pero no perdí la fe y seguí entrenando con fuerza.

Allí conocí a una periodista, que luego fue muy popular: Helena. Yo le caía bien a Helena. Un día la vi por el campo y la invité a una cerveza. Ella, aceptó. Era joven y sexy. Sabía mucho de fútbol .... ¿Cómo era posible que una mujer de aquella época supiese tanto de fútbol? Se lo pregunté y ella se rió. Me dijo que era tierno. Y, quedamos ...

Tras cumplir la sanción, "Pérez" el ojeador me dijo que en este club había un respeto y que estaban muy mal vistas las tarjetas rojas. Que daba igual que fueran injustas o no. Que lo importante era la reputación, la educación, la presentación, el buen vivir, el carisma, la modestia y el saberse humilde.

- "¿Eso es el catecismo, "Pérez"? ..."

- "¿Cómo dices? ..."

Mis prontos siempre me han perdido. Me fui a entrenar y lo di todo. Y aún jugué dos partidos más de titular y séis de suplente. Progresaba. Seguía teniendo muchas posibilidades.

Porque yo, tocaba bien el balón, procuraba no subir tanto al ataque como antes, mantenía mi sana y ruda dureza que un buen delantero sabe que ha de sufrir, y tenía fondo para jugar dos prórrogas si era necesario. Y no tenía lesiones. Era fuerte. Fibroso y potente. Buen jugador.

Noté que "Pérez" no buscaba tantos momentos de soledad para venir a mí. Estaba como dolido conmigo porque no le dejaba meterme mano. Sí. Estaba serio y decepcionado conmigo. Yo, se lo contaba todo a mi amiga periodista Helena, y ella no lo podía evitar y se mondaba de la risa. Era y es deliciosa.

No me ponían ni en el banquillo. Un día un niño me tiró sus mocos, otros me insultaron llamándome gay, y una chica me dijo que era demasiado feo para dedicarme al fútbol. Helena, seguía riéndomelo todo. Fue mi mano derecha mientras permanecí en la zona Centro. 

Al acabar la temporada, "Pérez" me dijo que no seguía. Me indicó que subiera al coche y en tres horas ya estábamos en el taller de "Joe el negro". Antes de que se fuera "Pérez", le di un corte de mangas y lo mandé literalmente a la mierda. El ojeador, ni se inmutó. Y hasta puede que esbozara una sonrisa antes de volver al Centro a bordo de su maldito cochazo.

Me desilusioné y ya no quise probar más en esta selva corrupta e injusta llamada fútbol. A veces veía los partidos de la Roja y me enfadaba bastante. Porque esos centrales no eran mejor que yo. Y los centrales son los que protegemos y hacemos grandes a los porteros. No lo olvidéis.

Yo, era realmente bueno. Un rara avis de jugador que venía de bien abajo. Y si no tienes padrinos en este sucio y abarrotado negocio, solo serás una flor fugaz. Y no está en mi ánimo desmoralizar a nadie. Pero si no eres de familia bien, déjalo. Siempre está el rugby, el baloncesto si eres alto, o el balonmano, u otros deportes con menos predicamento pero con mucha más verdad.

Sí. Yo tenía muchas posibilidades. Muchísimas. Pero me di de bruces con una maraña interminable de parásitos, que se llaman ojeadores. Y no penséis que les tengo manía. Pero es que os juro que no son de fiar.

Yo no he triunfado en el fútbol, pero he tenido la oportunidad de bajar a las realidades y cloacas, y conocer sus entresijos. Nadie te dice la verdad. Son puros negocios y necesitas mucha promoción y bombo. Lo mejor, es que conoces gente y tal. 

¡Coño, suena el teléfono! ¡Es Helena! ¿Véis? Aún se acuerda de mí. ¡Claro que me recuerda! ...

- "¿Dígame? ..."

- "¿Eres Joan?..."

- "No. ..."

- "Je,je,je ..."

- "Y tú, ¡Helena! ..."

- "Sí. Ja,ja,ja,ja ..."


"Joe el negro" mira de soslayo al joven. Lo importante es su simpatía, nobleza y saber estar. Esa Helena no le gusta. Lo mejor es que se busque una novia pero de aquí, que las hay bien guapas y buena gente. El chico se proyecta bien en su taller mecánico de coches.

-NO SE PUEDE TENER TODO EN LA VIDA-