domingo, 31 de octubre de 2021

- CINE DE ESTRENO= "EL BUEN PATRÓN". -



Fernando León de Aranoa,-el director de la inolvidable "Los lunes al sol", vuelve a darle la mano y el protagonismo absoluto de "El buen patrón" a Javier Bardem. Es una comedia de humor satírico, pero que en su interior no faltan los retratos cercanos, la terca realidad, la ideología y la visión social.

El personaje de Javier Bardem es aquí el puto amo. El puto jefe. El puto poder. Cínico, con una sangre fría parece que exagerada pero que nos toca, y cuyo personaje principal lo hemos padecido en mayor o menor medida a lo largo de nuestra vida.

Los ojos de Bardem por encima de sus gafas y con una mezcla de ironía y mando, hacen parecer a veces que no es el actor. Soberbia interpretación. Aquellos que dicen que lo de Bardem es un tema ideológico, bluf, o de subvención, no podrán evitar estar silenciosos si quieren reconocer su extraordinario trabajo en esta estrenada película.

Te hacen reír las situaciones que suceden cuando todo el poder parece asentado y decidido. Cuando lo sentenciado que marca la lava del neoliberalismo, se deshace y bifurca a través de la magia del humor.

Subido a una grúa y en el medio de la planta industrial, el jefe de la fábrica "Básculas Blanco", habla a sus directivos y demás obreros y trabajadores en clave familiar. Son una "familia", él sufrirá con ellos sus tristezas y reirá con fuerza y euforia sus enormes alegrías. El gran patrón deberá según el discurso del jefe, alguien como lo es un padre, y todo se arreglará con buen propósito y hasta diálogo. Pero naturalmente, la gran impostura será vacía. Nadie cree en nadie. El Poder está individualizado y seccionado. Ahí solo manda "Julio", el patrón de la empresa "Básculas Blanco". Es decir, que el jefe será solo un cínico casi psiquiatra, que lo único que buscará será mantener el lujo y el poder delante de todos. De, absolutamente todas y todos. Es un pequeño pueblo, pero nada cambia. Es cualquier pueblo, cualquier ciudad, cualquier planta de producción, cualquier lar de trabajo obrero, todo siempre similar y estandarizado. Aranoa se acerca a través del humor y de Bardem, a ese mundo que apenas tiene voz y que sin embargo, existe.

El superjefe de "Básculas Blanco", quiere notoriedad. Se va a otorgar un premio regional en el que cabe que sea su empresa, y desde ese momento el personaje de Javier Bardem y la película se ponen en acción.

Un tal "Miralles" se irá a la puta calle. Lo ha tirado el jefe. Y "Miralles" sacará su conciencia de clase, y se negará a ser comprado. Y le monta un pollo y se asienta en la misma entrada a la planta industrial, con el fin de que se le readmita. Sigue ahí el orgullo del obrero bien arriba, a pesar de la mirada embustera y siempre rezumando poder del jefe "Julio Blanco". El amo, no renuncia al galardón que se ha convocado así como así. Lo demás, es para verlo riéndose.

Su relación con su mujer es de pura rutina en la convivencia y de pérfida complicidad. Se está bien al lado de un triunfador millonetis y socialmente todo aparenta impecabilidad.

Todo, mentira. En cuanto el jefe ve a una joven alta y nueva que está de becaria y probaturas en la fábrica, el jefe de "Básculas Blanco" se decide a buscar su cama y su seducción. Porque la jovencita,-que interpreta la actriz revelación Almudena Amor-, es una chica que sabe más que le han enseñado a pesar de su precocidad, y por esa bragueta machista se le pueden ir muchas cosas de las manos.

Pero el puto amo de "Básculas Blanco", lo espera siempre todo como jefe estereotipo que ya nunca cree en nada especial. Engaña, convence a matones locos, folla con quien le apetece, despacha a los trabajadores cuando le parece oportuno, y casi nunca se baja de su coche fálico, el cual evidentemente representa su idea de Poder.

"El buen patrón" nunca se baja de su plana ambición y afán de fardar, y a partir de ahí, toda su familia de empleados y trabajadores, deberá al menos formalmente seguir su credo comediado. La idea de León de Aranoa se define graciosamente con el principio de que todo esto del capitalismo y de la empresa como referencia es una filfa mentirosa que solo causa la nada y hasta una fuerte hilaridad.

¡SOBERBIO BARDEM!

 

viernes, 29 de octubre de 2021

- R. KOEMAN, CESADO DE UN BARÇA DE HALLOWEEN. -



Pesa mucho la realidad. El Barça es un grande. Y no se va a aceptar la transición por un desierto de menoridades. La presión es una dura y anhelada costumbre. Los errores del pasado dejaron a los azulgranas sin dinero.

Ronald Koeman es un tipo duro y peculiar. La prueba es la dificultad que tiene para hablar correctamente el castellano a pesar de los años que transcurren. Puede ser una pista.

Como jugador, Koeman fue elegante, de pase largo desde atrás, y con un excelente toque de balón. En el Barça fue entrenado por el dios Cruyff, y le dio al Barcelona su primera Champions al lado de Zubizarreta, Bakero, Laudrup o Romario.

Nunca ha sido santo de la devoción del nuevo presidente, Joan Laporta. Le mantuvo de entrenador por meras conveniencias económicas, pero nunca creyó en él. Las derrotas han segado la continuidad del entrenador.

Koeman sorprendió con sus cosas entrenando al Valencia, en donde riñó y dejó fuera a mitos como David Albelda o Santiago Cañizares. Este asunto, sorprendió y emborronó su trayectoria, apareciendo las primeras dudas acerca de su capacidad como entrenador de fútbol.

El Barça es ahora un equipo que se ha quedado sin grandes jugadores. Y eso no resta muchas ideas y pretensiones. El Real Madrid y el Barcelona tienen el deber histórico de estar arriba. Son los equipos de las dos ciudades más potentes de España, y con toda la tradición de historia y éxitos.

Sin apenas jugadores sólidos, el margen de maniobra se contrae. Si juegas atrás y sin defensas de fiar, puede ser muy feo, y si atacas y no tienes goleadores te pasa algo parecido. Es lo que hay.

Koeman tiene un carácter fuerte. Es orgulloso, y piensa que tiene suficiente experiencia para que pocas cosas ya le sorprendan en el juego del fútbol. Pero ese carácter potente, puede tener también reversos de moneda cuando no logra manejar adecuadamente el vestuario.

Además de las derrotas, Koeman no ha sabido motivar a sus jugadores, y ha querido ser una estrella más. Y en el Barça, no está el horno para alardes o frivolidades. La prensa es muy exigente, como lo es la de un club tan enorme. Y en los últimos tiempos, al holandés se le notaba demasiado tenso y fastidiado cuando hacía las ruedas de prensa. Apenas esbozaba una sonrisa. Se quería ir. Y estas cosas son muchas veces lógicamente determinantes. Llevarse bien con los medios, siempre es mucho más efectivo.

Koeman lo intentó con los juveniles cuando se notó que los veteranos solo podrían darle disgustos. Pero no logró hacer mixturas. Y cometió muchos errores estratégicos de disposición de los jugadores en el campo.

Mas no hay que engañarse. Koeman ha sido cesado por el damocles de las derrotas. En fútbol, si pierdes, lo pierdes todo. El Barça está viviendo unos momentos de enorme debilidad e inconsistencia. Y la marcha de Leo Messi, levantó todavía más la manta de la verdad y de la realidad.

Acabado Koeman, coincidiendo con la americanada de los sustos del Halloween, el relevo solo podrá inicialmente ser anímico. El Barça está para pocos sustos y calabazas, para pocas bromas adolescentes y para pocas leyendas de optimismo. Le falta muchísima calidad, y todo son buenos deseos.

Hasta que no llegue dinero, el Barça va a sufrir. Pronto se sabrá si con Xavi vuelve la ilusión imprescindible. Xavi es un icono en Can Barça. Ha sido uno de los mejores directores de juego del mundo como jugador, pero ahora debe refrendar como entrenador lo que sabe como sensacional futbolista.

La única esperanza es el orden. Que Xavi Hernández les dé un libretto y un patrón de juego más claro a sus futbolistas. Quizás con ese orden fruto de su sabiduría como jugador, el equipo pueda aguantar por arriba y no ser susto de decepción. El futuro del Barça es largo, preocupante y lejanamente triste. Por éso, Koeman ya sobraba. Ahora toca meter sal y tener paciencia a largo plazo con la reconstrucción deportiva.

-NO QUEDA OTRA- 
 

lunes, 25 de octubre de 2021

- GUSTO A BINETTI. -




Delgado. Flaco. Muy flaco Binetti. Y larguirucho. Calvo. Casi, sin pelo. Rápido, dinámico, juguetón, contradictorio, homosexual, y evidentemente reprimido.

Es un hombre marcado por su indecisión. Nunca dirá que le gustan los hombres, aunque le gusten. Tiene cara de formal, de anónimo, roja la piel por la fuerza del sol que disimula sus rubores. Porque Binetti, se ruboriza. Debe tener unos sesenta y cinco años. Le gustan los hombres más jóvenes, los asequibles, los que él piensa que le dan terreno, los asustadizos, los mirados, los momentos propicios para sacar su verdad; un tremendo afán para no mostrar ni pizca de amaneramiento.

Binetti se muestra sonriente y gran jugador de dominó. Se sabe bueno, muy bueno en este juego de mesa, se deduce que ha jugado miles de partidas, y que en realidad aunque le encanta este juego, en el fondo todo es una excusa para disimular su sexualidad. Binetti prefiere estar, sin estar.

Las partidas, le permiten realacionarse con otros hombres. Lo que pasa es que este juego es muy machista y muy de mostrar poder y machismo haciendo ruido fuerte golpeando las fichas sobre la mesa. Y ahí se suele hablar de hembras. Mucho más en esa clave, que de mujeres que son personas igual que nosotros los varones.

Binetti se pone contento cuando ve alguna posibilidad de ligar. Me lo imagino en sus años jóvenes descubriendo su sexualidad castrada por el Poder y por sí mismo dándose placer, soñando con quimeras imposibles y con pieles reales y totalmente prohibidas.

Binetti denota en sus movimientos que es un homo activo. Que juega con la risita y la cosa tontorrona para alargar sus manos, cerrar las distancias y los espacios, y ponernos a prueba a los demás. Binetti es apasionado y memorión, ya un jubilado que en tiempos debió de ser más de ciencias que de letras. Le gusta vestir ceñido sin que se note, y como está muy delgado se le perdona y acepta. Su ropa deportiva le sienta realmente bien.

Yo, le gusto. Le gusta mi cercanía, interpreta mi sonrisa como feminoide, y todo eso que le pasa a uno cuando siente atracción por otro. Y cuando juego con él al dominó, entonces se muestra más que accesible, gana pero se deja perder algunas partidas para intentar ganarse mi condescendencia y cosas así. Es listo.

Confieso que eso de gustar a hombres, no me hacía maldita la gracia. Si hubiera gustado a mujeres, la cosa hubiese cambiado plenamente. Pero, pasado un tiempo, cuando le ves molestia porque solo soy un sueño para él, ¿por qué no sentirme halagado?

Binetti es insistente pero no descarado. Cuando se acaban las partidas de dominó, hace lo posible por acompañarme hasta la estación del metro con la excusa de que él también lo coge. De modo, que aprovecho cuando está despistado y a otras cosas, para levantarme de allí y poner tierra por en medio.

Compadezco a Binetti. Si le dijera que sí, que bien, que vale, que todo, que me amara, que me metiese mano, que subiera a mi casa, que se acostara conmigo y todo eso que él desea, sería algo querido por Binetti pero no por mí.

Creo que en el fondo Binetti no me ve con demasiadas expectativas. Sabe que habrá un final rápido, un corte, una cosa esporádica y azarosa, habrá sacado igualmente sus propias conclusiones y seguramente cuando por la noche nadie le vea, entonces dará rienda suelta a su extrema fantasía.

Sí. Binetti parece haber llegado demasiado tarde al tren de su realidad. Jamás saldrá de su armario, el cual no es su zona de confort sino su pose temerosa vital. Ha decidido que actuará clandestinamente y que nunca dará un paso de más y huirá de líos. Sabe que se juega mucho. Ya sospechan cuál es su orientación sexual, y juegan con él los demás tíos porque sí, porque le ven bueno y competitivo jugando, porque sabe y genera nivel, y todas esas cosas. Más yo solo veo noes a Binetti. Aunque esos noes sean un tranquilo silencio. Lo siento, Binetti. Yo no puedo ser.

-SUERTE-
 

miércoles, 20 de octubre de 2021

- DE LOS MÍOS. -



Es castizo. Valenciano. De aquí. Rubicundo. Pelirrojo. Ha venido varias veces a mi casa, para efectuar trabajos con el fin de protegernos de la intrusión de esas ratas del aire que son las palomas, las cuales son capaces de introducirse en el falso techo de la finca, con el consiguiente riesgo de degradación y no digamos para un lugar que tiene más de ciento veinte años de edad. Un lugar histórico habito.

Se llama, Javier. Y lo que  hace este experimentado obrero, es hablar mi idioma y tener características de su tiempo que es el mío.

Es difícil encontrar a gente así hoy en día, porque aquella atmósfera hace tiempo que se fue, y el perfil de los profesionales suele ser el de mantener una actitud impostada, interesada, agresiva, competitiva, puntual y hasta prepotente y antipática. Hablan otro idioma.

Mi barrio ya no existe. Solo quedan de aquel tiempo los edificios, muchos o la mayoría de ellos, en interminable,-por molestias y ruidos constantes-, y continua rehabilitación.

Los míos, se fueron de aquí. Los abuelos ya faltaron, y los hijos decidieron dejarse de nostalgias, abrazar la practicidad de afincarse en barrios y pisos más modernos y actuales, y vendieron dichas viviendas a los habituales especuladores.

Javier, lo sabe. El obrero bien valenciano de las palomas, me recordó con su peculiaridad y cercanía, que hubo otro tiempo y que existió otro idioma y otra actitud. Y por unos minutos pensé que mi barrio resucitaba de entre el pasado, y volvía afortunadamente al presente.

Javier se nutre de la experiencia y de esa calma que tiene la gente agradable que mima éticamente al cliente. Porque percibe al cliente como bastante más que a alguien que solicita un servicio. Javier sabe ponerse en su lugar. Lo mismo que hacía el panadero señor Salvador de toda la vida, o la farmaceútica que te quería más que te orientaba, o hasta el empleado de banca que te aconsejaba si tenías pasta, o el frutero que era mucho más que un busto parlante. O que el cartero, al que tantos años seguidos de no ser deslocalizado, era también del barrio. Y conocíamos su nombre. Sí. Aquella cercanía de aquella sociedad.

Cuando sea mayor, quiero ser como Javier. Y que no me afecte tanto el cambio social y los nuevos tiempos tan distantes y para mí profundamente fríos y extraños. ¡Oh, aquella idea de la real vecindad! ...

Mientras hacía sus trabajos, el rubicundo Javier no dejaba de sonreír y de quitarle drama a las cosas. Hablaba clarito pero sin molestar, medía sus palabras pero te hacía poder entender su argumentario. Y cuando se percataba de que no le habías entendido, se daba cuenta y te lo repetía hasta que se cercioraba de que lo habías pillado.

Javier, además, conoce aquella Valencia que es mi cuna y mi verdad. La otra. La de mi idioma de antes, sabe de sus calles, tiene una visión general de cuanto acontece, y no parece especializado en nada en concreto. Mas lo suple con su aplastante sentido común.

El hombre ve los errores y las imperfecciones que asolan el barrio, pero más que rechazarlas lo que hace es explicarlas. Utiliza evidentemente su sentido crítico, pero también es capaz de ponerse en la piel de los protagonistas de la nueva sociedad. De la de 2021.

Yo, le he entendido. Javier no cierra los temas a pesar de su currículum extenso. Sino que decide ser práctico, aunque no olvida. Y elige los momentos para ser condescendiente o criticista. Te mide, te ve, te examina, le importa la cara que pones y se basa en ella. Se pone individual y en tu piel. Sabe ser humano. Y me quedo con esta frase. Ser humano.

Javier ha mamado la esencia de un tiempo,  y no pierde esa referencia a pesar de todos los enconos imparables de nuestro tiempo que también es el de mí. El hombre sabe que hay que reír también, que hay diversidad, y que la vida es muchísimas más cosas que ponerse serio y aséptico.

-COMME IL FAUT-
 

domingo, 17 de octubre de 2021

- LA NUEVA PELI DE ALMODÓVAR= "MADRES PARALELAS". -



Parir. El personaje "Janis" de Penélope Cruz, grita y grita dolor y vida. Está pariendo. Y en ese momento de fulgor, dolor y creatividad, hay un misterio femenino que siempre será sentido. Una madre, las madres, quien da la vida, quien se dispone para dar a luz; la creadora de algo que está por llegar y llega.

El cine de Pedro Almodóvar siempre es diferente. No es esta su mejor película, pero su sello, está. Ese mundo femenino que se rebela y sorprende, que descubre; que se mueve en una suerte de curvas directas y efectivas.

La sexualidad, los tabúes, la belleza, la trasgresión, la ruptura cinéfila de las barreras; ese universo de las nuevas mujeres que se enfrentan a todos los retos y obstáculos. Esas obsesiones del director manchego que itera y presenta expectación. Chicas jóvenes de todas las edades. La bisexualidad de una "Janis", que borda Penélope. La Cruz está madura, delgada, juvenil, fresca, con labios eternos de adolescente y preciosos ojos.

No hay demasiadas mentiras aquí. Se toman decisiones impulsivas por sucederes humanos y extraordinariamente reales. Hay voces quedas que no encubren el machismo sino que lo trasladan con su propio ritmo camino de la conclusión definitiva.

En "Madres paralelas" hay ironía, hay cosas que suceden en la realidad, hay complicidades de estigma y estereotipo, reivindicaciones que caben con calzador, justicia política de un tiempo dormido y contumaz, anhelos de huídas para escapar de errores cometidos, y una suma de elementos a veces deslavazados o desencajados. 

Hay criadas, mujeres poderosas, machos implacables y fértiles, estudiosos y educados, desestructuras, la esencia básica del cocinar en el hogar, guiños a mujeres de ayer y de siempre, inconsciencia y pasión.

Este film está lleno de sentimientos y de reacciones humanas y de hoy, teléfonos móviles que marcan nuestro tiempo, condicionamientos y corsés, bellezones que posan para una cámara de fotos, vitalidad, modernidad, y abuelos antiguos que tendrán toda la razón.

Son los grandes tics de un Almodóvar que se sigue definiendo son mayores escrúpulos. "Janis" se lanza al amor total con la joven que le gusta y que parió en su misma habitación, y no renuncia a su amigo que desentierra enigmas y que por el camino hace cama, fecundidad y placer con la hermosa "Janis".

Penélope está espléndida en un guión intimista que no renuncia a las aperturas y a los exteriores. Es una comedia que no te sorprende porque de Almodóvar puedes esperarte hasta cualquier casticismo.

Sí. Parir, amar, dar a luz, ser paralela en la cercanía y en el sexo, diferenciarse aunque no del todo de las oponentes o de las distintas. Aquí hay mucha libertad para la mujer su look social cambiante y estético.

Fenomenal Milena Smit en el papel de la joven más que amiga de "Janis", así como Aitana S. Gijón en el papel de la madre del personaje de Milena, sobria y oportuna Rosy de Palma, esta vez con poco juego de protagonismo en el guión.

Es la vida la que se menea imparable, y se asume con riesgos y con heterodoxia y exceso, con valentía y verdad, con besos de lengua y recepción clara de la atracción; con un universo personal y propio.

Insisto en esa idea del parir. De la necesidad de que todo salga del cuerpo y también del alma. De que no hay concesiones entre el pasto de los sentires, y de que la película puede ser más pero ha salido, has ido y la has aceptado.

El sentir almodovariano no se acerca en esta ocasión a una espectacularidad que no sea la magia actuativa de Penélope. Pero a pesar de las menoridades, la curiosidad está ahí y se llama clave mujer. Y los hombres pueden hasta ser personajes recurrentes y hasta secundarios, y las chicas llevan la película, y la femineidad diversa se hace con poderío y verdad, y la cosa se pone original y distinta.

"Madres paralelas" es darle cancha a la mujer inconformista que va a su inteligente bola y que nada tiene que envidiar al varón. Y es nuestra mujer, nuestra amante, nuestra madre, nuestra paralela, nuestra magia y nuestra verdad.

-TODO ALMODOVARIANO- 


 

lunes, 11 de octubre de 2021

- LA FIMOSIS. -



¿Cuarenta años? No. Yo no tenía aún cuarenta años, pero bien pocos me faltaban para alcanzar dicha edad. Me había pasado demasiadas décadas en el desierto de mi salud. Trabajándola. Y poco a poco, comenzaba a obtener los frutos deseados de mi autoestima de superviviente. Creo que es el mejor epíteto que puede definirme. El de la supervivencia ...

¿Mujeres? Eso estaba bien para el soñar y para la pulsión de una condicionada autosatisfacción. Poco a poco, decidí tomar mi decisión. Y me fui al médico del ambulatorio de la Seguridad Social.

Mi madre, parecía tenerme en mis manos. Tenía en su poder hasta mi tarjeta sanitaria. Gran parte a causa de su afán posesivo, y gran parte parte por mi delegación, desorden y dejadez. Yo seguía creciendo a pesar del estigma de los otros.

- "Pero, hijo. ¿Por qué quieres ir al médico?, ¿te encuentras mal? ..."

- "No, mamá. No tiene ninguna importancia ..."

- "Entonces, es que estás engañando a tu madre. Y éso, no debes hacérmelo jamás, hijo ..."

Comenzó a hacer amagos de ponerse a llorar mientras no quitaba sus ojos de mí.

- "¿Dónde está la tarjeta sanitaria, mamá? ..."

- "No lo sé. Hasta que no me digas qué es ..."

- "Vale".

No le dije nada. Esperé a que se durmiera esa noche. Entré en su cuarto, y busqué y busqué con terror entre los cajones de su anuncio. Fueron momentos duros. Pero finalmente, me hice con dicha tarjeta sanitaria sin que ella se diese cuenta. Y al día siguiente, ya estaba en el médico. Cogí cita, y el médico me mandó al especialista, el cual refrendó lo que me ocurría. Tenía fimosis. Me exploró, y me incluyó en la lista de espera para que me llamaran del Hospital para intervenirme.

Mi madre, nunca se dio por vencida. Me atacó por todos los flancos. Desconcertada, temerosa, rabiosa y extraña. Hasta que al final se lo dije:

- "Mamá. He ido al médico porque me tienen que hacer una cosa en la chufa ..."

- "¿Qué dices de la chufa, guarro? ..."

La "chufa", es la expresión coloquial y hasta tradicional con la que denominamos por mis tierras al pene.

- "No es nada grave, mamá. No te preocupes ..."

-"¿Que no me preocupe, marrano?, ¿te tocas la chufa?, ¿eres capaz de eso, pedazo de cochino? ..."

No respondí y me retiré. Pero mi madre no paró de faltarme al respeto y de lanzarme invectivas durante meses. Porque yo para ella, no es que no tuviese derecho a crecer, sino que interpretaba los cambios como una forma de distancia en su inseguridad más que patológica. Que yo creciera y mejorase mi salud, era y se constituía en un panorama de zozobra para ella. Yo debía ser eternamente un chico sin crecer. No podría ser hombre desarrollado, jamás. La sexualidad era mucho más que un tabú. Mi madre no recibía placer. Había decidido dormir en otra cama distinta, alejándose de la de mi padre. Aquello, había precipitado el enfriamiento de la relación de ambos. Y hasta ahí puedo leer.

Otra de las cosas que nunca se me olvidarán,-aparte de la tremenda vergüenza que pasé en mis visitas al médico-, fue la mirada de las diferentes enfermeras. Una tras otra se quedaban alucinadas al verificar mi edad a la hora de ser conocedoras de mi pretensión conseguida de intervenirme de fimosis, bien cerca de los cuarenta años. Había muchísima burla, miradas maliciosas, despreciativas, sorpresivas, y mil etcéteras. Pensarían de todo sobre mí. Pero, evidentemente, poco podrían sospechar acerca del qué hubiera podido suceder para que yo hubiese dejado transcurrir tanto tiempo para la solicitud de la intervención susodicha. Incluso os aseguro que en cierta ocasión, una enfermera con cara de vinagre me llegó a decir que a mi edad eso ya estaba de más, que no me operara, que para qué, y que ahora ya no tenía sentido todo éso ...

Os juro que no me invento nada. La sexualidad y la sociedad judeocristiana iban por un sitio, y las necesidades y realidades, por otra. La sexualidad y la Seguridad Social, tampoco os creáis que hoy en 2021 van demasiado de la mano. Y la Ciencia choca con objetores y con la Iglesia. Y hay mujeres en hospitales de Murcia, que deben viajar a otros lugares  para poder abortar, a pesar de haber logrado todos los derechos constitucionales.

¡La carta! Me llegó la carta. Para la intervención. Fueron meses terroríficos. Porque yo no quería ver a mi madre así. Reprochándome todo, dudando siempre de mí, echándome por los suelos, escupiendo toda su dolorosa frustración de mujer entre enferma y condicionada por los tabúes de ancestro.

- "Mamá. Me operan el día 15 ..."

Mi madre no me escuchó y siguió su camino. Y no tuve más remedio que sujetarla. Porque se iba del lugar.

- "¿Me has oído, mamá? ..."

- "¿Qué quieres, tío cochino? ..."

- "Sí. Me operan la semana que viene. Y alguien debe venir a acompañarme ..."

- "¡Que te acompañe alguna de esas guarras mujeres que te habrán visto la chufa! ¡Conmigo no cuentes, marrano! ¿Está claro? ..."

Lloré, rogué, me sentí plenamente decepcionado, estaba más que asustado, y todas estas cosas. Y pasaban los días, y ella no me decía nada. Y me miraba de reojo, y me lanzaba puyas mientras se lanzaba sobre mí con actitud agresiva, mientras insistía de continuo:

- "¡Marrano! ¡Eso es lo que eres! ¡Un marrano! ..."

Y trataba de ridiculizarme delante de mi hermano, el cual reía y sonreía más que divertido y hasta descojonándose. Mi hermano, hacía tiempo que dominado su ser por nuestra madre, había decidido no crecer y dejarse ir como persona por completo. Y me tenía una envidia brutal al apreciar mi osadía y mis progresos.

Con las primeras luces del día de la intervención, yo me desperté muy temprano. Y me dirigí al cuarto de mi madre.

- "¡Mamá" ¡Por favor! Hoy toca operarme. Se va a hacer la hora y ..."

- "¡Pues no vayas! ..."

- "¡Pero, mamá! ¡Por Dios! ¿No me vas a acompañar? ¿Me vas a dejar realmente tirado? ¡Me cago en la leche! ..."

Mi madre, me miró. Dijo: - "¡Eres un cerdo! Y siempre te has de salir con la tuya, granuja marrano ..."

- "Vamos abajo. Voy a llamar a un taxi y ..."

- "¡De taxi nada, cochino! Vamos a ir en autobús que es más barato. ¿Qué te crees un rico, malperro? ..."

Lo importante se había conseguido. ¡Habría intervención! Fue con anestesia local, y por la noche ya estábamos de nuevo en casa. Esta vez sí que cogimos un taxi. Pero días después, mi madre no me dejó hacer demasiado reposo. Me mandaba a hacer todos los recados que consideraba. Yo, intenté no hacerme daño en aquellos días. Pasado un tiempo, el médico especialista me dio el alta. Mi pene ya estaba bien. Y en mi interior, me sentía más que satisfecho a pesar de todos los peses.

Mi madre siguió a la suya: - "Ahora te vas con todas tus amigas las guarras y te acuestas con todas ellas! Pero si dejas preñada a alguna de ellas, ¡ya te las apañarás! ¡Y además te tiraré de esta casa y no volverás más! ..."

Hace ya algunos años que mi madre faltó. Tras la operación, ya no se volvió a hablar nunca más del tema de la fimosis, en casa. Mi madre debió sentir que se le abría un nuevo flanco de posible pérdida de su filial posesión. Yo, tampoco dije nada. Como para hablar de ello en ese contexto ...

Por cierto, que cada día que pasa la quiero más, al igual que a mi padre. Porque me di cuenta de la tremenda vulnerabilidad que ambos llevaban encima, y aún así habían decidido tener hijos. Algo simple. Gracias a esa decisión, yo estoy aquí, vivo y coleando. Sin segundas.

-"TRAGITERNURA". -
 

martes, 5 de octubre de 2021

- ETERNO OTOÑO. -



El otoño da sus primeros pero decisivos pasos crecientes. Es un niño, pero es poderoso y toma decisiones. Destierra a la playa de los veraniegos y la pone a disposición del viajero más que maduro de temporada baja. El otoño elige a Octubre como a su cicerone, su mes de confianza, su primer traje, a pesar del cambio climático enloquecido. Y deja al verano sin trono ni gasolina.

El otoño se pone actualidad, y decide que ahora toca cubrirse los pies y dejar los tirantes de las chicas para una demarcación más interior. El otoño transforma el rojo del verano en el ocre mágico y natural de las hojas de los árboles. El otoño es un ámbar de la nueva cotidianeidad. Su aire el limpio y sano, y fresco, y atrevido, y nos indica el camino del abrigo.

Otoño nos manda a la clase, al colegio, a la soledad en compañía, al fútbol de pago, al fin del descanso de los programas estrellas de la radio y la tele, a renovar los vestuarios y los escenarios, a llorar lágrimas de sangre por el asesinato machista de una nueva mujer, al cine a ver todo lo nuevo que no privatiza Netflix, y ordena que nos cambiemos las condiciones de la casa y corrijamos el horario.

El otoño es un tiempo aparentemente discreto, triste y meditativo. Pero lo que hace es substituir a la sandía por la manzana, a un tanga por unas medias explosivamente atractivas, y le da elegancia al descuido postural del descanso veraniego.

Quizás en otoño conocerás a tu amor si no lo tienes, o una sorpresa negativa cierre tu sonrisa camino de la depresión, o seas capaz de mejorar tu inglés, o de perfeccionar la calidad de tus fotografías, o apuntarte a tu primera carrera de fondo, o a volverte aún más sedentario y hogareño al ser derrotado por la pereza del confort del hogar familiar.

El otoño te pondrá a prueba. Se moverá y avanzará camino de la casi desaparición precoz de la tarde, y podrás seguir siendo social e ir con tus amigas de tiendas a ver qué hay, o te quedarás sin expresión afectiva mientras das de comer a las palomas en la Plaza de la Virgen para poder dar un poco de amor y de bien.

Porque otoño reinará tres meses. Y en el norte y en muchos sitios, lloverá. Y comenzarán los fríos. Y el otoño y el invierno se harán amigos antes de hora, y podrá nevar en cualquier mes.

Podrás mandar a ese hombre que no soportas al rincón del adiós. Y lo cambiarás por un amigo con sonrisa eterna que te hará mucho más feliz. Y las terrazas serán substituídas por los interiores de los baretos, y una vacuna más y adiós al coronavirus para siempre.

El otoño gritará salud. Manzanas, granadas, frutas con más carnosidad, y descubrirás que el caminar es una de las aventuras más extraordinarias que hay. Y te harás pacíficamente al monte hasta las cinco de la tarde que amenazará noche, y te pondrás unas chirucas y desafiarás los desniveles que encontrarás en los mágicos senderos.

Serás chica Ipanema e Instagram, o morenazo de Facebook, y jugarás con tu pelo y con tus ojos al maquillaje pasión. Y verás más lunas al abrigo de tu amante y su calor, y no perderás de vista que el cambio de hora también puedes ser tú.

En otoño vas a inventar, a crecer más, a cansarte menos, a ser mamá, a lograr esa paternidad que tanto ansías, viajarás a los lugares más imposibles bien dispuesto y sin  temores, leerás libros que los magos de la escritura pondrán a tu disposición, encenderás la estufita de los chinos para los pies, comerás un buen puñado de castañas asadas, y te divertirás camino de donde están las cestas y las setas. Y si te quedas en la ciudad rutina los findes, siempre habrá un rastro castizo, un gol de Benzema o una mirada soñada de Scarlett Johansson. O, sencillamente, tu derecho vivo a soñar con ser feliz.

-TE LO ASEGURO-
 

domingo, 3 de octubre de 2021

- LA CASA DEL TERROR AMOR. -



Tomé las llaves cedidas, y no pensé. Hacía ya meses que no abría la puerta de aquella casa. Esa casa, está a esas horas en silencio absoluto. No se oye nada aunque muchas cosas chirrían mudas.

La entrada es engañosa y no ofrece mayores sorpresas. Ahí hay mucha estrategia inicial. Encima de una mesa, hay unas fotografías familiares. Y algunas ausencias en esas fotos. Significativas, aparatosas, sorprendentes, azarosas y patológicas.

Me adentro en la casa. Son las once de la mañana de un día soleado. Pero en este piso interior, no cabe la luz. Y más, cuando todas las persianas permanecen bajadas.

Conozco demasiado bien a quien habita este lugar. Y me observo a mí mismo y me noto un tanto diferente a ocasiones anteriores. Mis propósitos son benefactores. Pero en otro tiempo me invadió una especie de crítica dislocada y agresiva, rigurosa y hasta autoritaria. En esta ocasión, me noto más compasivo y humanizado, comprensivo y hasta tolerante. Me está pudiendo la cercanía sanguínea y de la raíz.

El cuarto de baño está cambiado, al igual que la cocina. Pero la estrategia es idéntica a la de otras ocasiones. El dueño del piso ha decidido esperar a que todo se ajara, para desecharlo y comprarlo todo nuevo.

Don desorden todo lo preside. Papeles por todos los sitios, pereza para depositar cosas en el cubo de la basura, más desorden, absoluto desconocimiento de la disposición de los enseres de la casa, y un potentísimo desinterés. Una abulia y hasta inopia, rechazables de remate.

La cama del dueño, su cama casi histórica, no está. Parece haber desaparecido casi por ensalmo. En su lugar, una cama con pinta de recién comprada, ha substituído al camastro anterior. Decisión drástica y nada meditada. Porque el dueño de este sitio no quiere ni sabe pensar.

Sigo tratando de no ser crítico con él. Aquel lugar es un desastre con una falta de higiene galopante. El orín, por hábito, sigue en el orinal como todos los días y en el interior de su habitación. Cuando vuelva del trabajo, el señor verterá dicho orín al wáter y ya vacío dicho orinal, lo volverá a despositar al lado de su cama. Se ve que no quiere levantarse por la noche cuando le entran las ganas de la micción, supongo que por temor a desvelarse, miedo a rastreros, o simplemente por comodidad y autodejadez. Lo mismo que irse al trabajo sin verter el orín al baño. Son décadas de repetición periódica de una más que errática conducta.

Con audacia, voy abriendo las luces de las diferentes estancias. Y observo que hay una significativa substitución. La cama de la madre del dueño, no está. La ha desechado finalmente. Y ahí aparece una novedosa cama de matrimonio. Todas las superficies de las distintas estancias, están ocupadas. Apenas se pueden observar calvas de ausencia. Ropa tirada de cualquier manera, disposición cutre y analfabeta de las cosas, más trastos y más papeles por doquier. Un par de botellas de matacucarachas y otra de algo similar. No aprecio olor alguno a ambientador por ninguna parte. Pero no huele demasiado mal o extraño. He vivido demasiados años con el dueño para no detectar su olor habitual.

No me ofrece ninguna sorpresa lo que observo. Lo esperaba. Noto dolor y lástima. Me consuela saber tímidamente que no ha habido cambios significativos con respecto a mi anterior furtiva inspección. Normalmente, la disposición y el estado de las casas dice muchísimas cosas de nosotros. De los visitantes y de los dueños.

Al fondo, hay un cuarto trastero. Casi se podría decir que es el cuarto más trastero de todos. Porque todos huelen a trastero. En esta última habitación trastero oficial, se acumulan muchos enseres y objetos. Elementos que fueron, que permanecen siendo, que no sirven para nada, material de obra preparada para actuar y que forma parte de las estrategias de un bribón que el dueño conoce y contrata. Y un objeto especial, que me impacta.

Este objeto, es un símbolo eterno y forma parte de algo muy importante para el dueño de la casa. Es un objeto que simboliza la vejez y la vulnerabilidad, pero que en última instancia es un elemento equívoco.

Se trata de un bastón. De un bastón pequeño, porque la madre del dueño era bajita. Y en los últimos años de su vida, la señora llevó siempre con ella este objeto. Incluso cuando yo la llevaba en silla de ruedas y ya no le podía servir a ella para nada. Pero la mujer, debía llevar siempre encima dicho bastón. Para ella, era absolutamente imprescindible.

El bastón. Símbolo de poder. El bastón de mando de una mujer desesperada que ha secuestrado y ha mucho al dueño de la casa. La madre del dueño siempre ha ejercido sobre él y su entorno una influencia absolutamente decisiva. La madre imaginaria, las renuncias del dueño, la influencia sobre la familia, y un juguete roto en medio de una atmósfera irracional.

¡Maldito bastón! Y, qué sorprendente y creativa puede ser la mente humana. Un inocente bastón me parece mucho más importante que todo lo demás que he visto en esa casa. Pero hoy he apreciado en mí más ternura y comprensión. He tenido terror interior y evocador, pero también afecto ante un ser derrotado. Es toda una potente y desagradable experiencia, transitar por la casa de un hombre en la lona y desnortado.

Por cierto, que el dueño de la casa sigue en forma. Creo que es anoréxico. Y no falta en el mismo salón comedor, una bicicleta estática más que utilizada, pero actual. El dueño odia engordar aunque nunca ha estado gordo. Me consuela pensar que el ejercicio siempre puede ser positivo y merecedor. Ojalá pudiera ser así.

Fin de la expedición. El señor sigue más o menos como siempre. Esta vez no he querido abrir las ventanas ni ventilar el lugar. He querido pasar absolutamente desapercibido, y me cuidado y esmerado para que el señor de esa casa nunca sospeche que le tutelo porque debo quererle y es mi obligación ética a pesar de todos los peses. Prefiero pasar por ladrón que no que me monte un pollo y arme un escándalo. Oficialmente, yo siempre deberé ser su vasallo. Y si intento traspasar esa línea definitiva, todos los males de los dioses en guerra podrán salir de su boca así como sus puños en dirección a mí. Toda discreción, pues, habida, posible y por haber. Hayla.

-SOLO FUE UNA BUENA ACCIÓN POR MI PARTE-