domingo, 18 de diciembre de 2011

- NIÑOS DE NAVIDAD -



Tierna sonrisa, dulce y vulnerable. Frágil. Niño eterno y de navidad. Más    que    nunca,   deseamos retornar a nosotros mismos. A nuestros pueblos personales e interiores. Volver a nosotros en la navidad. Volver a jugar, y a creer en ese espíritu de nuestra edad infante, el cual se halla atenazado por la exigencia de la fría y adulta responsabilidad cotidiana.
Tradición navideña. Tiempo de familias y de comidas unidas. Tiempo de sacar el cursi, y de adaptarnos a un tiempo de bonanzas, dádivas y regalos. Días de solidaridad. De caridad. De recordar a los que sufren, y de ser colegas de esos locos bajitos que diría el maestro Serrat.
Nuestros hijos, nuestros sobrinos, nuestros nietos, nuestros otros niños      adoptados   o apadrinados por la ternura. Sí. Un niño es un ser sincero y puro que no tiene maldad. Hemos de homenajearles en estas fechas que para ellos son. Y decidimos lanzarles esa disneylandia que parecen demandarnos. ¡Viva Bob Esponja o el ratón Mickey!
Los niños son los reyes de los Reyes Magos y de Papá Nöel. Los nenes y las nenas son esos seres libres que exploran cuanto les rodea, y miran con la curiosidad de quien descubre las cosas por vez primera. Hay asombro en las caras de los niños. ¿Qué será todo?,  parecen   preguntarse y con absoluta sinceridad. Un niño, todavía no está en edad de ser retorcido.
Un niño lo que quiere y necesita, es jugar. Tocar, tocar y tocar. Jugar al sosiego alegre, y pasarse todo el día moviendo su vitalidad entre toda su sorpresa contínua que descubre. El niño necesita palpar, conocer, sentir, llorar, reír, saltar, jugar, tener el afecto y la presencia de los papás, y tratar de participar tímidamente en los primeros pasos que la vida propone.  Dormir, jugar y ser felices. Crecer seguros y con apoyo. Sacar toda su a veces sorprendente espontaneidad.
Ahora es su tiempo y su homenaje. La Navidad y el color de la sorpresa. Los sueños, la magia, lo sorprendente pero feliz, el circo, los payasos, los héroes, las risas cómplices a su alrededor, la empatía y la aceptación, las chucherías, los dulces, los chicles, los pastelillos, la leche, los juegos, los videojuegos, el ordenata, el internet, el tren de la bruja, los parques y jardines, el "Face", los sudokus, el balón de fútbol o la pelota     de    una    extravagancia  genial    de   un ilusionista.
Démosles papás, apadrinamiento, besos, afectos; seamos un poco como éllos. Volvamos a los años retro, a nuestras respectivas infancias, a nuestros abuelos, y a nuestros lugares de cromos, raíces, montes y sueños. Sí. Yes.
Viajemos con los niños a la casa de los cuentos y de las princesas, de las hadas y el bosque, del maquillaje y de las muñecas de entraña. Marchemos juntos, y yo el primero, al castillo de la bruja piruja, o al país de siempre  jamás. A la casa de los caramelos, o a la de los hércules barbudos del circo feliz. Seamos trapecistas de amor con polvorón y pandereta, cantemos  villancicos con olor a iphone, obsequiemos con magia a bajitos curiosos, consumamos esa infancia interior y nuestra, y regalemos al Rey Baltasar una sorpresa que le sorprenda.   Siempre estarán ahí Melchor y Gaspar para ayudarle.
-BENDITOS NIÑOS-

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