Oh, mis tiempos adolescentes. Aquel baloncesto mítico y un tanto esotérico. De geniales dibujos animados. Mi descubrimiento de un deporte yankee, en donde la masa demográfica eran los recios atletas descendientes de aquellos esclavos negros que allí trajeron los blancos a la fuerza.
Sí. En España se decía que el basket era un deporte de pijos y hasta de afeminados, y que eso de meterla con la mano, era extraño y cursi. Aquí y en Europa era el fútbol, se metían los goles con el pie, y no hacía falta ser tan altos para éllo.
De éso, nada. La televisión, comenzó a traernos imágenes reales de lo que pasaba en la competición durísima de la National Basketball Asociation, y aquello no era precisamente de blandengues. Sino todo lo contrario. Aquello era una selección de grandes estrellas. ¡Stars! ¡Super Stars!... Oh, yes.
Y aunque parece haber un consenso en que el verdadero dios de esto de la canasta ha sido Michael Jordan, me váis a permitir que os cuente brevemente algo de la gran sonrisa de la NBA. Nada más y nada menos que: ¡Magic Johnson!
El glamour. El genuino sabor americano. Como el tabaco Winston o Marlboro. O la Cocacola. Los Ángeles. El cine. El Forum de Inglewood, y las camisetas amarillas de unos magos. Los Ángeles Lakers se zurraban la badana contra los Celtics de Boston y de Larry Bird, pero en mi alegría adolescente está grabado el genio de "Magic".
Siempre, su sonrisa. Con más de dos metros, botaba el balón como un pequeño base malabarista. Hacía en la cancha,-y contra los rivales más duros-, lo que le daba la gana. Su magia no conocía rival. Su ingenio y alegría, contagiaban hasta a sus contrincantes más cerrados. Acababan rindiéndose a su clase.
Ver a los Lakers, era algo único. Cada vez que Magic avanzaba con el balón, buscando desde bien atrás el aro contrario, podían pasar muchísimas cosas. Había murmullos de expectación en las gradas. ¿Cuál sería la nueva heterodoxia que saldría del rápido cerebro de Johnson? ¡Oh, aquellos pases y sin mirar al mítico James Worthy! Nunca me canso de verlos. El Mago, tenía un don clarividente. Lo de "Magic" nunca podría ser casual.
Un día, el mito nos dejó boquiabiertos, pero de dolor y preocupación. Convocó una rueda de prensa, y afirmó con claridad que tenía el Sida. Y que el Sida no era ninguna plaga antihomos, ni castigo de dioses ni gaitas en vinagre. Y que iba a someterse a la ingesta de unos fármacos, para combatir en lo posible la estigmatizada enfermedad vírica. Hasta para el dolor, ha sido un genio.
No debería haber ningún aficionado al basket, que no conociera entre otros a Magic, Bird o Chamberlain. En el caso de Magic, su sonrisa era toda una marca comercial de atracción, y su baloncesto, seda cara. Fue sin duda uno de los tipos más singulares y creativos que ha conocido jamás el gran glamour, y el prestigio del deporte de la canasta norteamericana y profesional.
-EL "SHOW TIME" DE MAGIC SIGUE VIVO-
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