viernes, 17 de febrero de 2012

- UNAI EMERY -



A pesar de ser vasc0 de nacimiento, el entrenador actual del Valencia Club de Fútbol y de algunas temporadas que ya lleva en mi ciudad y al mando del primer equipo, el carácter de Unai Emery, parece mediterráneo, abierto y muy del sur.
Unai, es un entrenador extremadamente joven y bastante discutido. Y muchas     veces  , injustamente. Todavía parece verde como para dar el salto a un grande, pero lo está haciendo más que decentemente y ya varias temporadas, en un equipo histórico como el Valencia, sumido como tantos otros clubes en una crisis económica sin precedentes.
Y, el mérito de Unai, es que a pesar de entrenar a jugadores de segundo nivel o de perfil gris o nada claro, ha logrado meter a su equipo entre los cuatro primeros los cuales optan a jugar la Champions League, y por éso merece un respeto y una consideración.
Cierto es, que Unai todavía debe aprender mucho del negocio en el que anda metido. Su juventud y temperamento, le gastan a menudo malas pasadas. Es tan espontáneo y se le ve tan apasionado por su profesión, que parece darlo todo en cada palabra o en cada gesto durante las clásicas ruedas de prensa.
Sí. Unai Emery, que tiene un sonoro nombre de espía húngaro o algo así, es extremadamente mediático. Sus ojos son de foco de tele, sus gestos pueden ampliarlos un ramillete de cámaras ganadoras que le reducen o ensalzan a placer, según sean los vientos y las direcciones. En Valencia está ganando madurez, prestigio y personalidad. Pero ...
Pero, Unai, todavía está por definirse como técnico. No hay nada decidido en él. Suele tener bastantes irregularidades en los partidos más importantes u oportunos de su Valencia. La pifia, cuando lo tiene casi todo ganado, y luego es capaz de remontar a posteriori cuando ya nadie o pocos le esperan, o cuando sus remontes o progresos de su equipo, se han enfriado de cara a la expectación o a la pasión. A Unai todavía le faltan escalones y consensos entre la crítica periodística, y entre su propia afición.
Emery, vive como pocos, los partidos. No puede estarse quieto. Se levanta, se pone de pie, y desde su zona restringida dirige un partido paralelo al que se está jugando      dentro    del reglamentario césped. Son conocidos y hasta esperados, sus movimientos    cargados    de directrices, consignas y ansiedad.
Quiere que todo esté atado, y corrige una y otra vez al lado del césped, aquello que ve que no está del todo bien. Es un puro manojo de nervios en ebullición. La pasión de la intensidad deportiva, le envuelve y le domina. Quienes no confían demasiado en él, le meten hilaridad, y hasta le apodan "Chiquito de la Calzada" por su semejanza hiperactiva con un veterano humorista andaluz y tremendamente popular.
A mí, me cae bien Unai Emery. Y, por una razón. Porque parece sincero, y porque llevado por su dedicación intensa y apasionada al fútbol, no sabe mentir ni contenerse adecuadamente, lo cual contrasta con una más que exquisita educación y elegancia juvenil que el míster vasco posee.
Con su peinado habitual y con rizos, Unai habla con ideas claras de lo que piensa y en lo que cree, y no se anda con ambages. Si ha de usar la omomatopeya para apuntalar sus asertos, lo hace y con todas las mediáticas consecuencias. Sí. Unai es un sincero del fútbol. Otra cosa será su futuro. O, se quedará estancado, o su fortuna se fortalecerá.
-MERECE SUERTE POR SU SIMPATÍA-

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