Pep Guardiola, tras el rumbo negativo de la dinámica liguera española, decidió para la Champions modificar algunas apuestas claras, y sorprendió bastante las ausencias de Piqué y de Xavi.
Tenía el míster blaugrana, bastantes razones. A pesar de la indiscutible calidad de ambos egregios internacionales, el novio de Shakira anda desconcentrado y lento, y el director Xavi, muy cansado y estresado, de partidos y más partidos. De modo que el Pep, decidió variar.
Y la apuesta, le salió bien. No se notó nada de nuevo o de negativo durante la primera parte. El Barça, tomó la pelota y la sobó sin profundizar y en rondo, durante cerca del ochenta por ciento de la posesión del cuero. Así, los alemanes del Bayer de Leverkusen se limitaban a ver el partido sin pagar la entrada.
Pero el fútbol del Barcelona no era generador de peligro. Los alemanes cerraban los espacios con la disciplina que bien conocen, y nunca daban un balón zaguero por perdido. Toda una lección de resignación y de pundonor, con la idea defensiva de que pudiera llegar su momento en un determinado contraataque.
Fue una primera parte insulsa y monotemática, con un Cesc y Messi muy poco activos y eficaces, a pesar de que finalmente el joven chileno Alexis Sánchez recibió un balón cerca del área en velocidad, lo aguantó bien, y lo metió en la portería alemana muy cerca del descanso: 0-1, y al vestuario.
El enorme atletismo y músculo teutón, sacó todo su pulso nada más reanudarse el choque. Y pronto lograron el empate a uno. Efímero. Porque de nuevo el joven Alexis, en jugada personal, hizo el 1-2. Pareció volver la calma monocorde a los catalanes y al partido en general.
Mera ilusión. En Alemania, nadie gana con la gorra. Admirable el fondo físico y la capacidad agonística de los teutones. Corrieron como pollos detrás de la pelota, y lograron aguantar el resuello intacto en los tirones finales, en los que se impuso la rotura del correcalles.
Un Alves habitualmente intenso, regaló a Messi con generosidad el 1-3. Y, a pesar de que el pescado olía a venta cerrada, los alemanes me impresionaron. Nunca se rindieron, a pesar de todos los pesares.
Si yo fuera del Leverkusen, estaría bien satisfecho de la actitud de los míos. Se vaciaron de modo deportivo y ejemplar. Al final, su inferioridad pareció menor. Fueron físicos y fuertes, y mostraron poco fútbol pero una enorme dignidad.
En el Barcelona, Puyol devolvió a la defensa la seguridad e intensidad tras los titubeos del ausente Piqué, e Iniesta demostró que a su clase le falta todavía forma física. Enorme, Sergi Busquets.
El Barcelona aburre con su juego de salón sin sorpresas y con sus rivales atrás. No es fútbol que deslumbre u ofrezca sobresaltos. El campo estaba lluvioso, duro y pesado. Pero ayer hubo concentración y seriedad en el Campeón de Europa, que ya camina al galope hacia los Cuartos de Final. Son tan buenos, que apenas echamos de menos la sabiduría de Xavi. Son buenísimos, aunque su fútbol esté escrito antes del toque o de la pared. Siempre vale la pena verlos.
-TUVIERON, Y SIGUEN TENIENDO-
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