viernes, 3 de febrero de 2012

- EL GENIO DE LOS TRES DESEOS -



Como dicen que todos los humanitos tenemos asignado un genio de ocio y vanidad, el cual se encarga de satisfacer algunos de nuestros personales y primos deseos, ésto mismo fue lo que le pasó a Celedón Ruis.
Caminaba Celedón una inesperadamente calurosísima tarde de Junio, cuando se le acercó su genio de los tres deseos y le dijo que él se los haría plena realidad.
Celedón, no quiso en principio acceder a la gratuita petición, mas tras la insistencia del citado genio, el hombre terminó cediendo. Y, contestó así: - "En fin, yo de joven siempre tuve   un excelente tino con las mujeres. Fui atractivo, y eso ayudó y tal. Mas un día vi una peli de Robert Redford y ..."
El genio, le interrupió ipso facto a Celedón con un:  -"¡Concedido!".
Sin tiempo para demasiadas palabras, el genio urgió a Celedón Ruis a contar su segundo deseo: - "Mira, genio, yo soy alto y fuerte. Y éso agrada a las féminas. Ninguna queja. Pero un día me fui a ver una película llamada Rambo, y no veas tú los músculos que tenía el soldado..."
- "¡Concedido!", volvió a sentenciar el genio. "Y ahora, dime tu tercer deseo, Celedón!..."
Finalmente, Ruis contó al genio el tercer y último de sus deseos: - "Verás. En temas  de  amores íntimos nunca podré quejarme. Hasta que un día, alguien puso una noche de juerga un vídeo porno de ésos, y hay que ver  lo que había por allí, y ... "
- "¡Concedido!", volvió a sentenciar el genio. "Todos tus deseos se harán satisfechos", concluyó. Y, a continuación, el genio desapareció.
Celedón Ruis, al no ver al genio, pensó que todo habría sido un sueño diurno de deseos, y siguió su camino sin más.
El fuerte calor, abrasaba a Celedón, y aprovechando que doscientos metros más adelante se hallaban unas charcas de aguas naturales, allá que se lanzó el hombre a saciar su enorme sed.
Y al agacharse para coger en cuenco con las manos el agua, pudo ver reflejada la cara de un hombre muy bello.
- "¡Coño, el genio!", pensó Celedón ...
Y, presto y dispuesto, se olvidó de la sed, se puso a correr, llegó a su casa y se lanzó súbito sobre el espejo.
¡Joder! Su cara era la de Robert Redford, y además, de joven. Rasgó su camisa, y le aparecieron unos músculos descomunales como los del héroe Rambo, y finalmente, se bajó toda la ropa y se quedó admirado y estupefacto. Su falo, lo envidiaría un atleta del porno.
Algunas horas más tarde, Celedón estaba muy triste. Quería ser él mismo, con sus propias virtudes y defectos. Hasta que finalmente, y cuando estaba a punto de llorar, se le apareció el genio de los tres deseos y le dijo: - "Tranquilo, Celedón. Que este regalo tiene fecha de caducidad. Solo serán unas horas de magia transformadora. Mañana, cuando despiertes, tendrás tu misma cara" ... 
Y, a continuación, el genio de los deseos volvió a esfumarse.
Celedón se tranquilizó, pero le quedó un regustillo a contradicción. No era del todo malo ser muy guapo, exhuberante y hasta macho semental. Casi sería una lástima, que como en  un carnaval, cayeran de nuevo mañana todas las máscaras.
Afortunadamente, el pensamiento iluso de Celedón Ruis, fue tan breve y efímero como su cuerpo transformado en belleza y sin cirugía. Y al día siguiente, su vida siguió como habitualmente, satisfecho de sí mismo.
-ACEPTANDO SUS DEFECTOS Y VIRTUDES-

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