Hace demasiado tiempo que me da igual todo. Aunque pone en mi partida de nacimiento que me llamo Luís, yo no tengo absolutamente nada de hombre. Soy y me considero, una mujer. Una mujer auténtica.
Mi cuerpo es el de un hombre alto, con bastante músculo natural, y con unos órganos genitales plenamente masculinos. Pero, todo éso, no es verdad para mí.
Desde bien pequeña, y digo pequeña, con a, me he sentido una niña, luego una adolescente y chica, y ahora tengo treinta años, soy una mujer madura de cabeza y con las ideas bien claras. Mujer, a mil.
Sí. Y no solo soy mujer porque me gustan y solo los hombres. No. No soy un hombre afeminado, ni un chico bísex, ni esas cosas que se suelen decir a los seres ambiguos o que parecen salirse de las reglas.
No me conformo con parecer un hombre. No. Aunque estoy en el paro y no tengo dinero como para meterme en gastos, nunca me voy a resignar. Jamás. Nunca voy a renunciar a mí. Os confieso, por ejemplo, que el placer que me puede dar un roce en mi pene o testículos, lo cambio por una genitalidad que va mucho mejor en mí. Sí. Las formas femeninas. Un cuerpo de mujer, unos pechos, unas nalgas de mujer, una vagina, y todo aquello que de verdad me viene y me corresponde. Soy Luís, pero mi nombre es María. Porque realmente, soy María.
En realidad, estoy en espera de muchas cosas. No es que me guste vestirme de mujer, o maquillarme de arriba a abajo, y todas esas cosas. No. Es que es una necesidad que como mujer, siento. Es una necesidad blanca, natural y real. Femenina.
Tengo un compañero, un chico que me gusta quizás demasiado, pero yo sé que cuando se dé cuenta de que no soy un homosexual que le gusta travestirse contínuamente de mujer, entonces me dejará y se irá. Lo tengo asumido. Porque Daniel, nunca podría entender que me gusta, solo porque soy mujer y él es chico. Jamás podría ir más allá. Le conozco bien, y sé lo que le debo contar y lo que no. Le admito el deseo de su sexualidad, pero no la comparto demasiado. Mi sexo auténtico y pleno, todavía no está en mi cuerpo.
Me considero una chica inteligente y actual, he pasado y paso por grandes trances y apuros, pero os aseguro a todas y a todos que vale la pena luchar.
No es que vaya a salir del armario, porque ha mucho que salí. Pero es un armario especial, que te atrapa y que no te deja ser tú. Es una losa complicada, pero abatible. Y sé que lo voy a lograr.
La libertad, mi libertad, será todo éso. Estaré desnuda, y nadie podrá sospechar mi presente actual. Nada de mi cuerpo de ahora y de hombre, se notará. Y entonces me sentiré mucho más María, y podré elegir mi vida y a los que me rodeen con plena libertad.
Y habrá llegado el momento de dejar los travestismos locos, y ser absolutamente feliz y libre. No soy un error de la Naturaleza. Ni soy una victimista infeliz. No. Solo soy una mujer que se llama María y que en mi cuerpo pone Luís.
-TOTALMENTE SINCERA-
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