Franco, ha muerto. Hace ya muchos años que murió. Y, de hecho, llevamos ya algunas décadas de un nuevo Régimen más justo de las cosas, que se llama Democracia.
Pero, si hurgamos en lo más profundo de muchos españoles, podemos darnos cuenta de que la cultura de la Democracia, sigue siendo una gran asignatura pendiente. Y que hay mucho oropel por encima de tan regia y justa palabra.
España, sigue siendo muy formal y de muy pocas ganas de discutir y de cambiar. Y de ésto, se nutre el franquismo o neofranquismo actual. De la idea, de inmovilidad. De inmovilismo.
Los hijos de aquellos hombres que lucharon a favor de Franco, han sido contenidos e inculcados en ideas afines a sus progenitores: la idea de la izquierda vista como mero instrusismo. Ya sabéis: el rojo, el comunista, el "perroflauta" ...
Sí. La sensación de Poder justo, sigue orbitando o peritándose desde órganos muy similares a los de la época de Franco, pero con vestimentas o perfumes más que actuales.
Por éso cayó Baltasar Garzón en desgracia, cuando se le ocurrió la valiente y ejemplar idea de perseguir los muchos e impunes delitos del franquismo. Y, no digamos, cuando habló de darles la dignidad y el respeto a los combatientes republicanos y españoles como todos, los cuales siguen sin ser localizados ni restituídos con la más mínima decencia y respeto.
No. Esa es la negación en la estructura. En la melée democrática en donde caben masivas y variopintas posiciones que el mercado deja, la idea de rehacer lo que Franco dejó atado y bien atado, sentó como una patada en los mismísimos.
Y a partir de la veloz y decidida actuación del juez Garzón, comenzaron a buscarle las cosquillas con la única intención de sacarse un problema y de forma contundente.
En efecto. Hay franquistas y de fuerza, en cualquiera de los Poderes del Estado. Y la parte más eficaz, es, para los casos de la metástasis final, el Poder Judicial.
El Tribunal Supremo ha inhabilitado y por muchos años al juez Garzón. Se acabó. Ya nadie clamará con efectividad contra Franco o contra las actitudes de sus sucesores. El Valle de los Caídos, seguirá ahí, y los muertos españoles republicanos, permanecerán muchos de ellos en paradero desconocido. Es como si los intentos de la libertad por rescatar de la memoria del tiempo la verdad del combatiente español y republicano, encontrara nuevos francos y obstáculos inesperados en su camino por la normalización de la decencia de la realidad. Esto es pegarse contra la pared, hoy por hoy.
Yo creo en Baltasar Garzón. He de acatar lo que dictamiman sobre él, pero nada comparto. Garzón no ha hecho nada. Solo ha sido un tremendo bofetón en la cara de un valiente audaz. España se sigue negando a revisar su Historia Nacional.
-ASÍ NOS VA, Y ASÍ OPINO-
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