martes, 21 de febrero de 2012

- EN EL ÚLTIMO INSTANTE -



Día de perros. Todo sale mal. Las horas no parecen avanzar   para       George     Droulos. Contestaciones feas de sus superiores, ambiente hostil en el trabajo y en sí mismo, malos entendidos procedentes de la culpa de nadie, y finalmente el reconocimiento propio de  sus errores. Georges Droulos no transita por el mejor día.
Atasco en la carretera al volver, lluvias incesantes que deslucen el paisaje habitualmente hermoso, y la llamada de un familiar cercano. La madre de Droulos ha enfermado de repente, y se la han llevado al hospital. Afortunadamente, ha logrado salir de un traicionero coma.
La angustia inesperada, se apodera del neoyorkino George Droulos, de cuyo apellido se deduce el origen griego. Como el de tantos otros helenos llegados a la tierra de la libertad, a la busca de prosperidad y mejora.
Droulos, llega al hospital de Nueva York y logra hablar con los familiares y con los médicos. Hay tensión, pero no desesperación. Solo ha sido una tremendo susto. Porque Melina Andresidis, está fuera de peligro. Y, George, decide renunciar al trabajo en aquella tarde tremendamente desapacible. A cambio, permanecerá en la habitación del hospital, velando por la salud de su progenitora. Todo parece querer ir yendo camino del sosiego y de la calma aparente.
Hasta que suena el maldito móvil. Su mujer, ya no es casi su mujer. No. Es una señora que le levanta la voz a George, y que le dice que quiere el divorcio, que todo se ha acabado, y que los restos biológicos que ha encontrado en casa, corresponden a los rescoldos apagados e intolerables de una noche de amor arrebatado y traicionero. Que, se acabó todo ...
George Droulos no implora nada, porque sabe que es mejor la distancia definitiva. Ayer se fue de chicas ligeras, porque su matrimonio es un desastre y porque ya ni el sexo en familia  es posible de hacerse. Todo el fuego del amor, ha quedado varado en el pasado. Si su ex mujer Andrea desea dejarle, es más que posible que tenga razón. Las tensiones y los engaños nunca son buenos para nadie. Adiós, Andrea...
Cinco de la tarde. Llega el médico, y decide darle el alta hospitalaria a la madre de Droulos. George la mete dentro de su auto, y desafiando a una portentosa combinación de tormenta y de vientos, logra llevar a la mujer a su casa. Una vez en el lar, George la ayuda a acostarse, llama a su familia y se toma un necesario tiempo de relax.
En el bar habitual al que acude George Droulos, apenas hay ambiente, y sus amigos     han decidido quedarse en casa. Es la Super Bowl, y el día aciago meteorológicamente, tiende   a abrazar igualmente el camino del hombre compungido y tristón. ¡Malditos deportes! ...
Pero, cuando el día negativo parece que marca el mazo y sello    de      una     sentencia   definitivamente fatal para Droulos, algo sucede exactamente en el último instante. Es como si un ángel con formas de mujer, estuviera a punto de redimir su fatal jornada.
Los ojos de Stella Brounds le miran, y su boca emite una voz inglesa con acento a Grecia que le pide fuego para su Marlboro. A continuación, una magia rodea a Stella y a George. Una magia imparable.
Porque, la sonrisa de Stella, es más que un regalo que a George Droulos le da paz. Hablan sin apenas conocerse, y al cabo de una hora ya parecen amigos. Aquella mujer es abierta y afable, educada y sexy, señora y pasión. George ha logrado alcanzar in extremis el recoveco final donde se esconde su esperanza. Aquella charla parece eternizarse, incluso cuando los dos deciden ni siquiera hablar. Las miradas confluyen en una presencia grata. Finalmente, deciden que mañana los dos volverán a verse.
-EN EL ÚLTIMO INSTANTE SE HIZO EL PLACER-

0 comentarios:

Publicar un comentario