Allá va Selfs Want, camino de su particular Gólgota. El juez, le acaba de declarar culpable del asesinato de la hija del gran banquero Melter Schultz. Selfs, es negro, tiene cuarenta años, ha conocido muchos penales, y raramente ha obtenido un beso no comprado.
Selfs no pone cara de aterido de miedo. Ha asumido su sentencia de muerte. Va a ser colgado en el medio de una plaza pública. Las calles de la ciudad están abarrotadas de ambiente, gritos, y justicierismo. Cuando ven pasar a Selfs, le dicen de todo, le escupen, le tiran piedras, y los hombres del Gobernador no dan abasto para parar el furor social que ataca a las formas oficiales. ¡Orden, orden! ...
Selfs no mueve ni un solo músculo de su cara. Sus ojos están serios y profundos. Hay un porte y una actitud indiferente, en el aparentemente derrotado y negro Selfs Want.
Camina lentamente hacia la soga de la horca. Está decepcionado, y ya no cree en prácticamente ningún ser humano. Parece un zombie domado, y vencido por un azar funesto y definitivo. Siente que su vida no ha podido ser, que las mariposas no han revoloteado a su alrededor, que los valles y los montes verdes han pasado de él, que sus mujeres nunca le han tenido la más mínima piedad, y sobre todo, que él no le ha hecho nada a nadie. Es inocente, y morirá en el medio decidido de su convencida inocencia.
Al fondo, la multitud se concentra en mayor demografía, y los improperios contra él aumentan de decibelios. Se disparan las ansiedades y toda la expectación. Las masas claman ya la ejecucíón. El verdugo, es lento. Debería darse mucha más prisa de la que se da ...
Cuando un agente le toma los brazos para atar a Selfs Want, éste siente como un rayo o un escalofrío. Cosa breve, pero intensa. El reo no quiere que le muevan, que le toquen, que le aten y que le zarandeen. El condenado a muerte, quiere morirse solo y sin empujones. Desea ser matado sin estridencias ni alardes nerviosos y emocionales. Si el mundo es nervioso, que le den una tila a ese puto mundo ...
La reina prisa, blinda todas las pausas o dudas. Selfs Want ya está en el aire. Ahora, solo falta que le retiren el banquito que le sujeta desde los pies, y todo lo legal habrá concluído.
Hay un más que breve instante. El reo negro parece recuperar la película pequeña y desafortunada de su vida, y hace un gesto y una mirada seria y desafiante a la par que defensiva. Vivir. Aunque Want ya no pueda vivir, quizás un poco más no sería mala idea ...
Pero pasa ese instante esperanzador, y vuelve el frío semblante de orgullo al negro reo que han sentenciado. La banqueta de los pies es apartada, la soga estrangula los últimos escarceos de vida del hombre, y su muerte total y definitiva rebrota entre los gritos y alaridos de la masa, en una exhibición de regusto y satisfacción. Y el forense, dice sí. Alea jacta est.
Al lado del gran gentío, el gran y poderoso Gobernador, musita quedamente a un alto cargo de su equipo de gobierno y poder:
- "Y lo curioso, es que yo nunca ví pruebas claras de que fuera él" ...
- "No tema, Gobernador. Es negro y "...
- "Éso es, amigo. Aquí sobra toda esa gente. ¡Yes!" ...
-CONCIENCIAS Y ESCRÚPULOS-
0 comentarios:
Publicar un comentario