Reseco y extraño, cuarenta grados. Si sales a la calle en estos días, prepárate. No se puede ni se debe ir. El mundo español está abrasado por el beso del clima de África. El Sáhara, en muchas lenguas de fuego y calor, nos castiga con fiereza e intensidad. Demasiados días de un calor que no es de aquí.
España arde en incendios forestales, y es una cerilla desnuda en manos de especuladores e irresponsables. Se cuece Ciudad Real, Bilbao, Sevilla, Barcelona, Madrid, Valencia, Cuenca, Córdoba, y hasta la canaria isla del Hierro. No se salva, ni el punto conquistado que viene del ecuador del Globo.
Hay que decirle que sí al gran dominador de los días y de las noches, y apretar los dientes si solo tienes ventilador y no un aparato de aire acondicionado. El cambio climático es una verdad de fuego, que te pega en el cuerpo y en tu estar.
Pocas veces ha hecho en España este calor de tantos días seguidos. El sudor es el agua pegajosa que corona nuestros días, y hacerse el paseante es un riesgo potencial. El asfalto, la llanura, el alto, el monte o el prado, son una trampa saducea que invade tu piel. O resistes, o te caes del caballo de tu fortaleza. Golpe de calor en el bolsillo de un tipo con un mazo ...
Agosto se nutre de la impaciencia de un Julio poderoso e implacable, y todo se une en torno a una primavera resecosa y sin agua. En medio del gran erial, nadie sabe ni quiere dar la gran verdad de la explicación. El Sáhara, nos invade más que en una visita fugaz. España ya es bastante el clima del desierto, y las olas de calor ya son desgraciadamente los episodios esperados en la cotidianeidad. Somos ésto ...
Poca ropa, bien ligera, luce piernas, muestra tus formas marcadas en tu paquete corporal estival, y camina en chanclas de dedo casero en busca del botiquín acuoso de una más que necesaria nevera.
Sí. Tiempo del frío de boxes, de la ropa holgada que evite el roce doloroso, momentos de crisis en los cuerpos ancianos; imperio básico de las sombras eternas bajo las copas básicas y fundamentales de los grandes árboles tapados e ibéricos. Defendámonos ...
El loco pirómano se relame ante una destrucción ígnea, y un helado de vainilla convierte a una hermosa turista italiana en la tentación sexy de una gran ciudad. La playa es una sartén con visera, en la cual te metes en el agua calentorra para no salir en media hora y para entrar pronto nuevamente. Bendita crema solar y responsable, que para al rayo solar camino del melanoma. Haz caso al médico y a tu salud. Ponte el tanga y luce el pecho, pero no olvides la sensatez de las asignaturas del catón del exceso de calor. Embadúrnate hasta en la piel del alma de tu ser.
Refúgiate. Escucha la caracola del cubito travieso dentro del vaso de refresco, y martiriza al hombre de los helados. Polos, más helados, superfríos de chocolate o vainilla, horchata a litros, y no le dés demasiado al aguardiante. La palabra, lo dice todo ...
Frescor, agua, mar, risa bella, estampa de chapoteo, tormenta llamada bendición, descanso que trae tardona la brisa, y excusa perfecta mientras hablas del inicio del tiempo de infierno que hace, para así conocer más tarde el amor estival y eterno. ¿Por qué no? ...
Lagartija que dimite del exterior porque le quema la escama, chicharra tocando el rock and roll, día que cansa, fuente que desinhibe, ducha que salva, piscina que seduce, y mar que te dice que la vida solo puede proceder del agua con fe.
-SÁHARA DE AQUÍ-
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