viernes, 3 de agosto de 2012

- ESE BÁSICO CONFORT ESTIVAL -



En mi crecer imparable hacia mí, os cuento hoy una pequeña pero bien signficativa anécdota, la cual le mete gasolina en el alegre motor de mi pequeño estímulo cotidiano. Veréis.
En la casa de mi madre, desde donde siempre os escribo y con la idea de que a su  muerte yo la disfrutaré en la grata y libre compañía de mí mismo, había un arcáico aparato de   aire  acondicionado.
Desde mi orgullo, y que la relación entre mi único hermano  y     yo      no     es   ni   será  desgraciadamente buena, he pasado ya algunos veranos de esta tórrida Valencia, con la única defensa de un ventilador, el cual lo compré en la tienda de los chinos.
Tan convencido estaba de que este vetusto aparato de aire no me pertenecía en su uso  y disfrute, que llegué incluso a mandar un correo electrónico a los propietarios de mi santa calle, indicándoles, -a propósito de la reforma de la pintura de los balcones del edificio-, que yo no tenía dicho aparato de aire, y que por ahora y por razones económicas no me planteaba adquirir uno de éllos ...
Significativa anécdota. Aquéllo, no era mío. Yo no tenía como válido   aquel       recuerdo  propiedad de mi hermano, que ahora me ha legado. Les mandé     a    todos   los    demás  propietarios otro rápido y rectificado mail, para decirles que sí que tenía aparato de aire aunque viejo, y que perdón por mi error... ( ¿Risas? ) ...
Había muchas verdades tras la anécdota del aparato del aire que le da fresco a la casa. Una verdad, era que a mi hermano le había importado tres pitos que me asara como un pollo durante algunos años, aunque nunca me reclamaba el aparato. Él, ya no quiere saber mucho del lar de su madre, aunque por ahora no renuncia a sus derechos de sucesión sobre la casa. Ahora seguirá fifty fifty ...
Otra verdad era, que los hermanos estamos demasiado tensos y enfrentados como   para razonar sobre cosas que deparará el devenir de nuestras vidas. Y, luego, yo tampoco quería mover el tema, porque habían hecho unas obras hacía un tiempo, y temía que para la correcta sujeción del aparato en cuestión tuviera yo que hacer una inversión económica   infructuosa e inasumible.
La verdad del paso del tiempo me ha soltado un empujón de dignidad. Salía de la casa con la cara roja, y asado literalmente vivo. Tanto calor he pasado, que cuando salía a la calle a pasear, notaba alivio al primer amago de brisa. Ahora ya funciona el aparato, y con sesenta euros ha quedado servible ...
Estoy muy contento por adentro. He vuelto a crecer. Si la factura de la luz no dice muchas cosas preocupantes, éste es el último verano en el que pasaré mucho calor en esta mi casa de mi futuro y de mi esperanza.
Sí. Mi casa se refrigera, se adapta, se defiende, crece, se modifica y me empieza a dar un cierto confort y sosiego. Siento que crezco y que me cuido más, que me acerco a mí mismo y a todos, y que voy logrando a mis pequeños pasos logros razonables, y aunque tardíos, siempre saludables.
Crezco y paso menos calor. Me asiento en mi casa. Me preocupo por mí y de mí, y le voy poniendo soluciones en vez de lamentos. Mi hermano ya véis que   siempre   andará  emocionalmente bien lejos de mí, pero éso es tema de su libertad y de la vicisitud histórica de una familia que no tuvo estructura.
Sí. Estoy feliz. Avanzo hacia mi dignidad. Hoy, José Vicente es mucho más José Vicente. Y lo del aiure acondicionado, una mera anécdota.
- ¡SEGUIMOS, SEGUIMOS! -

2 comentarios:

anda que tu hermanotambien,la de años que se ha tirado y sin ponerte el aire acondicionado, hay gnete que trata a sus perros mejor

Mas yo le perdono, amigo Anónimo, pues no sabe lo que hace.
Seguro que si fuera consciente, nunca haría lo que hace.

Besos/abrazos y gracias por leerme!

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