martes, 22 de agosto de 2023

- BESOS. -



La televisión nos acerca a unas chicas desconocidas a través del patrocinio económico, y que defienden a nuestra nacional camiseta. Ahora, ya vamos sabiendo que juegan y muy bien al fútbol, que son campeonas mundiales, que es Olga Carmona, o Alexia Putellas. o Aitana Bonmatí, o la negrita Salma, y todas esas cosas.

¡Amarillo y rojo! ¡Banderas en acción! ¡Fiesta! Chicas nuevas y brillantes en mitad de la Canícula en los fríos antípodas. ¡Más fiesta! Furia. El mito de Amberes. Y mil cosas sociológicas más.

La mujer, como plato de segunda categoría. Están muy atrás. Nos ha importado y nos importa poquísimo su libertad. No logramos entenderlas porque el machismo tiene la misma carga cínica que el beso del Presidente de la Federación en la boca de la chica más llamativa y hembra del grupo. El macho del negocio institucional era el Presidente, y lo selló delante de las cámaras y miradas. El hombre, como macho de la tribu en donde ejerce su autóritas sin pensar en la libertad de los otros. Por eso el feminismo siempre es aliado de los varones aunque no lo sepan ...

¡Más fiesta! ¡Chicas fuertes en acción! La Furia de Amberes ¡también podrá ser femenina! ¡Ah, las guerreras! ¡Nuestras guerreras!, mujeres absolutamente cotidianas que tenemos a nuestro alrededor.

Las loamos y las queremos porque nos han regalado un bonito y novedoso domingo, y porque el finde nos ha entretenido con las cosas de las nuevas chicas esas que se pelean como gladiadoras frente a las de la "Pérfida Albion".

¿Una moda todo esto? ¿Qué es todo esto? Es una sorpresa necesaria. Es un paso hacia adelante. Un deseo de equiparación al varón. Mucho camino y mucha paciencia por recorrer. Mucha justicia por hacerse. Mucha conducta social general por corregirse. ¿Lo hará este capitalismo tan denostado? ...

El verano. El final del verano que tanto se desea, para que estas temperaturas de lugares tropicales pierdan el malestar que nos machaca de calor. Esta aventura cual "Verano Azul" debería ser una continuidad en equiparación de sexos. Y para eso hay que tomarse a la mujer en serio y empezar a sacar el dinero de los bolsillos. Una chica "Iniesta" va a necesitar del money para alcanzar la profesionalidad y el prestigio. Y si ganas pasta, la gente te respeta más. Todos admiramos las holguras y la dureza defensiva del dólar.

De momento, ¡más fiesta! ¡Que no acabe la fiesta! ¡Qué fantástica la fiesta! España siempre ha sido la campeona mundial de la risa y de la alegría, de la calle, de la vida o de la terraza de verano a la fresca.

¡Bienvenidas las risas femeninas en medio del neoliberalismo y de los negros nubarrones del fascismo! Que siga todo. Que no se lleven a la sevillana Carmona a la tele de la frivolidad, o que no den por saco con el lesbianismo de las deportistas. De la orientación sexual libre y natural de todas ellas.

Y hablemos con valentía a nuestros niños de sexualidad, para que no la aprendan en la pornografía. Solo es el cuerpo de la mujer. Sin pecados ni falacias. Solo es la libertad de la mujer, presidente Rubiales. Solo es una chica simpática y atleta que juega al fútbol de maravilla. Es su libertad, es su sexualidad, es el derecho de todas y de todos.

Respeto. Es esa la palabra que debería concluír toda esta novedosa sorpresa del verano del fútbol y de la tele. Hacen falta muchos cambios sociales. Una nueva visión de las cosas. Las mujeres, ya no son las sumisas que fueron. Y el Poder no debería ser tan bobo como se mostró Rubiales. El Poder debe pensar en incluír, en valorar, en considerar, y en aceptar unos anhelos más que legítimos que siempre solemos capar. Ese respeto pasa por lanzar las hipocresías a la basura de lo absurdo. Si la mujer avanza, entonces lo hacemos tod@s.

-LO DEMÁS SON BESOS BOBOS.-
 

sábado, 19 de agosto de 2023

- CINE DE ESTRENO: ¡OPPENHEIMER! -



¿Nuclear? ¡No, gracias! ... Avanza la Ciencia. La física se va alzando en su poder de sofisticación. Las cosas son más posibles. El científico está preparado para avanzar. Oppenheimer atisba a crear un impacto potente y prodigioso llamado bomba. Bomba, superbomba, explosividad y magnificencia.

En esta película de Christhoper Nolan, aparece la responsabilidad del científico, y más en un mundo enfrentado por la puta guerra. El monstruo explosivo va a generar en un creador y hacedor de ideas el dilema de la justicia.

¡Guerra! ¡Guerras! No se trata tanto de hacer un artilugio explosivo demoledor y hasta patriótico, como de su posición en donde la Ciencia se tiene que convertir en combate armado.

"Oppenheimer", interpretado por Cillian Murphy, será siempre controlado. Siempre habrá a su lado, poderes que interferirán en su labor de investigación. La Ciencia del nacionalismo o de los buenos, contra un enemigo que sería interior o exterior, el cual mediatizará siempre su espléndida labor del saber y del conocimiento.

Ese malo de afuera. Y entre los malos interiores, estará el Jefe Nuclear de los EEUU. Los sentimientos de "Lewis Strauss", maravillosamente interpretado por Robert Downey, serán de celos y de envidia del eco de la fama y del éxito de Oppenheimer. Le grabará cada paso, la Guerra fría le hará cómplice de los comunistas, y toda una estrategia de profundas emociones negativas y humanas, destinadas a mantenerse siempre en lo más alto del podio del Poder.

El Poder tiene muchas aristas. La victoria sobre los enemigos, y los héroes de la guerra. ¿Héroes en una guerra?, ¿héroes en el veneno nuclear?, ¿éxitos se llama a todo eso inicial? ¡Lucha por la patente y por la cima! El amigo puede ser igual de cabrón que el enemigo. Está McCarthy con su caza de brujas, está la obediencia, la honestidad, la coherencia o aprender de los propios errores.

Oppenheimer no va a ser un alma libre tras lo de Hiroshima y Nagasaki. El genio brillante y vital de los ojos claros y azules, acabará siendo el juguete de las reglas del juego. Y el gran maestro de la Física, será derribado hacia un sitio anecdótico e invisible cuando expresa en voz alta su humana verdad.

Oppenheimer podrá pasar de ser un genio, a mierda cósmica en bien pocos meses. Siente que es la muerte. Un destructor de mundos. Lo va intuyendo todo mientras investiga, y finalmente topa con el mundo del Poder real que le va a decir ciertas cosas.

Héroe y villano. Ganador y despreciado. Día y noche. Amarillo, rojo, azul, negro ... Dolor interior. Impotencia. Puede ser castigado. Es la sospecha total en su país si no se vuelve un borrego obediente. La Ciencia es un arma de desaprensivos mientras no haya consenso mundial. La Ciencia, como destructora del mundo. ¿Cuántos japoneses sucumbieron a la idea de lanzar bombas? ¡Un espanto! ¡El fin no justificaba los medios!

Pero el Poder es quien decide. El físico y el científico recibe un  fenomenal y terrorífico sopapo en su libertad. Abre unos caminos. Pero otros guían esos caminos y errados hacia su propia conveniencia.

-EXCELENTE FILM DE NOLAN. -


 

domingo, 13 de agosto de 2023

- ME HUBIERA GUSTADO TENER UNA HIJA. -



Lo confieso. Ser padre de una niña hubiese marcado y para bien la totalidad de mi vida. Que, me conozco ...

No me he casado ni he tenido hijos, pero siempre puedo soñar. Y si la salud no me hubiera fallado tan precozmente, mil cosas tiernas hubiesen sido posibles. Tener a una niña con mi apellido. No haberla tenido, ha sido un castigo de mi destino. Por lo tanto, me dispongo a soñar acerca de esta ausencia.

¡Una niña! Una niña supone que hubiera consensuado con mi mujer, el modo de mantener y cuidarla lo más adecuadamente posible para procurarla cuidados, atención, educación, protección y felicidad.

¡Los primeros meses de mi niña muñeca! Es tan emocionante, que cuesta describir lo que hubiesen sido los momentos de esas emociones de cariño.

Sí. Lo primero que hubiese venido, es acercarla a mí y darla un suave besito. Hubiese tenido miedo a hacerla daño por el impacto del choque de mis labios hacia sus mejillas, sus cabellos, su toda ella ... Sostener su cuerpo diminuto, mecerla, y asombrarme siempre por ver cómo esa criatura era mía. De su madre y mía. Pero también mía.

Con el paso del tiempo hubiera descubierto el abrir de sus ojos, su crecer suave pero evidente, los pañales y su higiene, el que me despertara con su llorar en el medio de la noche con un calor potente o con un frío amenazador. ¡Nada de amenazador! Si una hija mía hubiese nacido, yo creo que no hubiera habido nada amenazador. Ni para ella, ni para su madre, ni para mí.

En cuanto hubiese terminado mi trabajo de docente en un Instituto o Universidad, se la habría arrebatado a su madre de las manos y me hubiera escapado con ella sin aparente rumbo fijo. No sé qué nombre le hubiésemos/hubiese puesto. Me vale con "María". María es un nombre femenino, con fuerza, con tradición, familiar, un nombre que a pesar de los anglicismos mantiene fuerza de actualidad y de quizás de eternidad. "María" ...

Inolvidables nuestros primeros paseos por la calle. Porque mi niña empezaría a dar sus torpes y maravillosos primeros pasos. Me llamaría papá, y entonces yo le devolvería la mirada embobado y en extremo feliz.

Mi niña "María" llamándome papá, y confiando en mi apoyo por si tropezaba y caía. Aunque los niños rebotan cuando caen, lloran un rato, y al cabo de unos minutos ya pueden estar nuevamente con la sonrisa y con la carcajada.

Cogería a mi niña, y la sentaría alzándola sobre mis hombros, como un trofeo innegociable de felicidad. ¡La hubiese querido como la hostia! Sus primeros regalos de los Reyes o de Papá Noel, hubieran sido lo de menos. Lo mejor hubiesen sido sus reacciones ante los juguetes. Si los hubiese tirado por los aires o inventado con ellos unos juegos personales e indefiniblemente maravillosos.

¡Seguro que hubiera sido una excelente estudiante  la niña mía que no pudo ser! Porque su madre hubiera sido igualmente, buena y valiente. O profesora, o mujer de cuidados sanitarios, o incluso de la pata quebrada y en casa. Pero, de todo el amor sincero ...

Las notas de mi niña serían excelentes. Como las mías fueron. ¿Tratarla con tres, cuatro, cinco, diez, doce años? ... ¡Menudas experiencias para "María" y para mí.

Mi niña que no existió me hubiese ayudado mucho. Sus momentos de calma conmigo, la hora de saltar y de jugar, el adaptarme a su naturalidad de criatura singular que crece con la vida. Yo le hubiese dado la paliza contándole cuentos y ocurrencias, y ella me lo hubiese agradecido de corazón.

Hubiésemos corrido por el río seco como dos niños ante el asombro o colaboración de su madre. Hubiese tenido mi niña todas las comidas sus garbanzos o su comida equilibrada sobre la mesa. Si hoy conservo recursos imaginativos, puedo intuír con treinta años siendo más que feliz con mi niña imaginada.

¿Educar a mi/nuestra María?... Nada fácil. Pero yo hubiese sido muy valiente y clarito con ella cuando la adolescencia, su paso a mujer, la crecida de sus tetas y zonas genitales, y la habría hablado bien claro sobre sexualidad, deseos, placer, libertad, y claves para ser ella misma sin que nadie osara invadir su espacio de nueva mujer.

Mi niña vestiría como le diese la gana, aunque a mí me tocara las narices su cuerpo coqueto exhibido. Se pondría la precoz ropa que se plantan las adolescentes. Su no suje, su tanga, las formas de sus caderas de mujer, la demanda de aderezos o lencería, y finalmente su mundo.

¿Mi niña sería guapa además de inteligente? ¿Quizás alta como una modelo y preciosa como su hipotética madre? ¡Me daría un bledo! Haría todo lo posible para que se comunicara conmigo a través de todas sus demandas de chica que crece y que empieza a mostrarse mujer.

Podrían haber muchísimas cosas. Desde un fatal accidente que acabara con su vida, que le afectara y mucho que yo me separara de su madre, y tropecientas cosas más. Pero mi "María", seguro que no hubiese sufrido nada agorero y que hubiese sido una chica feliz.

Y sobre todo, ¡libre! Libre, gamberrilla, rompedora de las noches de juerga o campeona de Europa de atletismo. Si yo la hubiese visto dotes para la carrera, me hubiera apresurado a apuntarla a un club de atletismo. Y si me hubiera dicho que le encantaba jugar al rugby o al fútbol, me hubiese retirado a meditar un tiempo.

Porque hoy las chicas se liberan con pureza e inocencia. Y le hubiera dicho que,¡perfecto! Que aceptaba que le gustase el rugby o el ciclismo de montaña.

Y si un día llegábamos su madre y yo de sopetón a casa, y escuchábamos gemidos de placer en su habitación y no compartiendo el placer con un chico sino con una chica, entonces ...

¿Un nuevo disgusto?, ¿mi "María" una guarra depravada? ¡Ni hablar! Antes ya hubiese sospechado cosas. O quizás, no. Se hubiera puesto a prueba mi amor por ella. ¿Y qué si era lesbiana? ... ¿Sería mi hija "María" menos importante y menos querida por el hecho de que le gustaran las mujeres? ...

Insisto. Si hubiese tenido una hija, hubiese sido para mí toda una cátedra de saber y de conocimiento nuevos, femeninos, novedosos y reales.

¡Nunca nada debe estar escrito o ser previsible! Estaría maravillado de que la vida me hubiese otorgado a una hija de la condición u orientación sexual que fuera.

No podré demostrar casi ninguno de los deseos y sucederes que he afirmado en este escrito. La vida es un puto azar. La levedad y la vulnerabilidad del ser humano.

Pero intuyo que la presencia humana de mi "María" o "Salvadora", me hubiese sumergido siempre en perspectivas ricas y poco imaginables. Mi hija casi seguro que hubiera sido heterodoxa como yo, y nunca convencional ni esperable.

Sigo soñando. Va y un día me/nos viene "María" y suelta:

- "Papás. Quiero deciros que deseo consagrar mi vida a Dios en el interior de un Convento ..."

Yo hubiera respondido: - "¿No te dije que no debes confundir la creencia con la fe, hija mía? ..."

Y ella me hubiese respondido: -"No soy tonta, papá. Soy libre. Y en mi libertad nadie puede entrometerse ..."

¿Alguien piensa que siendo monja ya no podría querer a mi hija con el terremoto de amor terrenal? Dentro de la hipótesis, todas las apuestas me dicen que la hubiera querido a mares igualmente.

¡COMO SIEMPRE!


 

jueves, 10 de agosto de 2023

¡¡ BAHAMONTES !!



Otra sociedad. Otro contexto. Ninguna libertad. Mucha hambre. La postguerra Civil española. Sobrevivir en el día a día. La ausencia y precariedad como constantes. ¿Qué sería el deporte en esas potentes limitaciones? El deporte en sí no sería nada, a no ser que hubiera dinero por en medio.

La creación de un personaje la daba la vida desnuda y real. El corto plazo, el momento, el día a día, el no poder ir más allá.

"Federico" Martín Bahamontes era un chico toledano que se hizo rarito casi sin querer o sin percatarse. Se sabe que era fuerte, y también que tenía coraje. El coraje que necesita un pobre  para salir adelante. El brío absolutamente imprescindible para no caer en la fatalidad. Éso, le hizo destacar sobre todas las cosas. Su mala leche, para pasar entre la broza buscando sueños.

¿Que fue el primer atleta español carismático de la Historia? E incluyo a Santana, Nieto o a Seve Ballesteros ... Insisto. La genialidad de sus hazañas ciclistas habrían de ser consecuenciales a su situación social.

Se le recuerda como el más grande escalador de todos los tiempos. E incluyo a Gal, Bobet, Coppi, Bartali o Pantani, o al apellido que se quiera. Bahamontes era mucho más y hasta mucho menos que un deportista. Un maravilloso paleto, salvaje, chulito, echado hacia adelante, brusco, impetuoso y sin miedo a la autoridad. ¿Existe algo más peligroso y respetable que no poder comer por falta de alimento? ...  Superada la prueba límite, Bahamontes no atendió a mucha gente.

Le daba todo un pito. En su impulsividad de atleta colosal, no medía las situaciones demasiado. Tenía el genio de la dureza y la fortaleza de los grandes grimpeurs. Fue ciclista como pudo ser otra cosa. No se planteaba ganar o completar el Tour, sino que se centraba en la etapa del día día. Ahí lo daba todo.

¡Héroe en el 59! Ningún españolito había ganado el Tour. Fue el primer ciclista español en muchas cosas. El pionero que nos suena y que se impone a Trueba, Loroño o Berrendero. Fue lo que hoy se llama pionero mediático.

Se firmó con "El Águila de Toledo". Ni siquiera se llamaba Federico. Un día subió las montañas, llegó el primero y esperó a sus rivales tomándose un helado. ¡Mucha mítica! En realidad, le habían tirado piedras y roto los radios de las ruedas. De modo que debía parar a esperar a que llegaran los mecánicos del coche de su equipo.

Bajando, Bahamontes se arrugaba. Y nunca medía las consecuencias de sus actos. ¿Qué era eso de dosificarse?, ¿tener a alguien que decidiera sus deseos?, ¿que los periodistas le tocaran los bajos cuando quien subía la montaña era él y solo él? ... ¡Ni hablar! En el Tour no aceptaba superioridades ni condicionantes de ninguna clase. Como en la vida. Sencillamente, que le pagaran y punto pelota.

El extraño genio era así. Nunca ganó una Vuelta ni un Giro. Solo un Tour. Pudo ganar siete u ocho. Pero a Bahamontes solo le preocupaba la inmediatez y la supervivencia.

El otro día vi un reportaje televisivo, en donde era entrevistado en charla por Perico, Miguel Induráin y el periodista Carlos de Andrés. En un momento dado, el genial toledano, afirmó, mirando a los dos grandes ciclistas:

- "Yo era mejor que tú. Y que tú ..."

No lo decía como boutade de personaje con carisma de generaciones. Bahamontes lo decía todo a la cara. Sin milongas. Lo bueno, lo malo y lo regular. Nunca supo de la suavidad. La vida no le había sido suave. Al revés. La vida le había dado más palos que a una estera, y una fuerza física portentosa. No había podido pensar demasiado que no fuera en los garbanzos del día a día. No es que le costara sonreír o complacer. No. Sencillamente fue la vida que le marcó la supervivencia como camino. Ya había superado con creces los noventa años de edad. ¡Una bomba física!

D.E. P.
 

domingo, 6 de agosto de 2023

- MI GRATO RECUERDO DE PROGRESO DAUDÍ. -



Xirivella/Chirivella. Controversia acerca del escribirse correctamente la letra inicial de este pueblo pegado a mi Valencia. Finales de los años setenta. Mi juventud lesa. Mi enorme dolor inexplicado. Las lógicas de los cuerdos y mi tremenda impotencia funcional y vital. Cuando uno no puede ser dueño de uno mismo.

Mi madre habló con un primo segundo que tenía en un almacén de lámparas en Xirivella/"Chirivella", y le pidió que me enchufara. No en Montserrat, -en donde estaba su Fundación de Metales no férreos-, sino en el almacén con su despacho de dirección.

Yo, no entendía nada. No me interesaba nada. La nada y yo éramos una cosa muy similar. A pesar de sacaba unas notas más que destacadas en mi Instituto Luis Vives, ¿me proponía mi madre meterme en un almacén sin futuro? ...

Y lo jodido, es que podía tener toda la razón del mundo. No me sentía capaz de concentrarme delante de un libro, no teníamos en casa dinero, y ¡había que trabajar, coño! ... ¿Podía ser todo un razonamiento impecable? ...

¿Dónde estaba yo? En el sueño. No quería saber nada de nadie. Ni mucho menos, de mí mismo. Había una confusa lucha de lógicas. Tan válida podía ser mi posición de ostracismo social, como la idea de ponerme a trabajar ...

¿Trabajar?, ¿por qué trabajar?, ¿para qué? El dinero me importaba un pito, todo me daba miedo, mis padres y mi extraña familia no me podían comprender y no me ayudaban ni orientaban, y ...

Solo trataba de que el mundo no se me comiera, que las pastillas de un estúpido psiquiatra no me anulasen, o que llegara el sábado para hacer deportes y sobre todo para que en esas sabatinas tardes pudiese ver todo el deporte que me gustaba y que hacían por la tele. Ni amigos, ni amigas, ni ganas de salir, ni ganas de comprarme una cadena musical, ni de viajar, ni de sacarme el carné de conducir, ni nada. Vuelvo a la nada. Al sueño negativo y al dolor. A la incomprensión. A la ignorancia de aquellos médicos pastilleros franquistas, a la no realidad por mi miedo. Miedo a todo. Miedo a formar parte del mundo. Miedo a que se burlaran de mí. Miedo misterioso pero mucho más que real. Dolor en el alma. Parón vital. Golpetazos brutales que siempre eran invisibles. Y desaparición absoluta de mi sonrisa. Es como si tuviera la lucidez de estar decepcionado con el mundo. Empezando por uno mismo. Por mí.

El tiempo, pasa. No se para a reflexionar demasiado. Y mientras yo recordaba embobado las dulces explicaciones de mi profesora doña Ana del Instituto Luis Vives, sito en las primeras sillas que determinaban la brillantez de mis notas, va y me veo a las ocho de la mañana esperando a mi jefe/tío Ramón el del almacén y despacho de "Chirivella"/Xirivella.

Un cambio, de abismo. El brillante estudiante caía en la dinámica de un almacén menor. Mi enfado contra todo y contra todos, era horrible. Pero más horrible aún suponía aparentar agradecimientos. ¡Iba a trabajar y todo! ...

¡¡Mierda!! ¡¡Todo fue mierda!! En mi estado, solo podía interpretarlo de esa manera. Todos eran unos traidores y unos hijos de su madre. Mi madre, una burra por llevarme a aquel sitio. Y ... Y... Y ... ¡Todo mierda! ...

Nunca quise hablar con mis compañeros, salvo lo justo y ni eso. Por lo que me gané pronto su enemistad. Y la antipatía de todo el mundo. De los de la oficina, de los trabajadores del bar cutre donde íbamos a almorzar allá a las diez, y de todos los mil etcéteras del mundo y de la Galaxia infinita.

Mi jefe, el tío Ramón, era muy zoquete. Conservador, franquista hasta las trancas, egoísta, e indiferente ante los apuros de los obreros. A mí no me hacía ni caso y todo era hipocresía. Se había casado con una mujer que tenía mucho dinero, y solo por ese motivo y por las habilidades de la secretaria Carmen, la empresa iba aguantando. Hoy en día, esa empresa todavía existe.

En medio del malestar, comencé a sacar toda mi fortaleza física que era genética. Mis progenitores y tíos que nunca nos visitaron, eran unas personas grandotas y con una enorme fortaleza. Mi padre, era un tarzán.

Sí y sí. "Chirivella"/Xirivella. Todo aquel vivir mío extraño, era una hez, una oscuridad, un vacío, un dolor brutal. Pura rutina. Me importaba un pito que me pagaran y en mano todos los meses. Y el último día de la semana, al empezar el finde yo salía del almacén como en un acto de protesta, me sentaba en uno de los banquitos de un coqueto jardín enfrente del almacén, y permanecía en silencio. Era como una forma de protestar ante la situación mía y sentida de injusticia y de incomprensión. Pero nadie se detenía ante ese detalle, y yo seguía pasando con ternura y oscuridad, totalmente desapercibido. Cuando me daba, me levantaba, cogía el autobús y me marchaba a casa para no salir de ella en todo el fin de semana. 

Xirivella/"Chirivella". Aún no me cae bien este pueblo. Será difícil que cambien mis sensaciones. Ahí están muchos años que se fueron definitivamente a la basura de la derrota. Es lo que hay. ¡Lo que fue! ...

Entre tanto dolor, solo habían algunos momentos de relax. Los que pasaba con Progreso Daudí. Sé su nombre porque me lo dijo él. Tenía un taller, y cuando andaba mal de trabajo venía al almacén, y con un carrito de mano, Progreso y yo cargábamos aquellas cajas de plástico duro que contenían elementos de lámparas, y nos íbamos a su casa.

Hablábamos en valenciano. Progreso siempre me sonreía. Siempre me tuvo respeto a pesar de que yo estaba en aquel infierno personal. Progreso era un hombre humano y tranquilo. Hijo de una cantante de música popular valenciana, y creo que llegó a ser segundo clasificado en la Vuelta Ciclista a Levante.

¡Siempre! ¡Lo de Progreso fue siempre! ... Con su sonrisa y con su charla, era capaz de distraerme de los problemas de mi dolor, y yo no sabía qué hacer o qué opinar de él al principio de conocerle.

Progreso se me fue ganando. Y su sonrisa significaba: "oye, venga, no estés triste que la vida es más que tu dolor, que tú eres una persona inteligente y que yo te aprecio, ¡joder! ¡Tranquilo!" ...

Ese era realmente el significado riguroso de su tranquila y animosa sonrisa hacia mí. Me comprendiera o dejara de comprenderme, Progreso se ganaba mi aprecio. Yo le caía bien. Y él a mí. Yo le quise mucho, porque además en medio de aquellos nubarrones su sonrisa era oxígeno, sedación y normalidad. ¡¡Por fin algo, coño!! ...

Nunca pude ser feliz en aquel aciago almacén. Y un día me cansé y me fui de allí para no volver. Mas, de vez en cuando, yo iba a ver al bueno de Progreso. No lo había pasado bien en la vida, era un luchador, ¡y me había serenado con su sonrisa! ...

Hace poco alguien me dijo que Progreso había fallecido hacía un año. Yo, me esperaba ese óbito, y más tras la pandemia y que Progreso estaba delicado del estómago y necesitaba una bolsa exterior para orinar. ¡Nunca olvidaré a Progreso Daudí! Sin estudios, sin conocimientos técnicos, Progreso me entendió, cosa que ni los médicos pastilleros, ni mi familia, ni el facha de mi tío/jefe Ramón nunca lograron.

Lo que tenía Progreso era sensibilidad, percepción del dolor ajeno, intuición, compasión y alegría interior que me propagaba y regalaba cuando coincidíamos por los asuntos del trabajo. Yo, entraba en su casa y Progreso me dejaba ver el Tour de Francia. Estaba maravillado. Me decía que Induráin era lo más grande que había visto nunca. Y añadía al acabar la etapa:

- "¿Es que no ves que está entero mientras los demás tosen?" ...

LA TERNURA DE SU RECUERDO SIEMPRE ME ACOMPAÑARÁ.