sábado, 9 de junio de 2018

- ELISA BENI, VITALIDAD Y PASIÓN. -




Rubia y alta. Periodista inconformista, piernas interminables y lengua de sable. Más mujer y llaneza. Quiere conectar con un público que sabe de sus atrevimientos, para así chivarse y contarnos aquello que casi es imposible que sepamos.
Elisa Beni, Logroño. Siempre precoz. Directora con veintitrés años. Ahora, madurita cañona que gusta de la palabra rápida y del vivir trepidante. Conoce bien las alturas y las cloacas del periodismo judicial. Y descubre tras las togas y funcionarios, a tipos y tipas con unos intereses y unas motivaciones que pueden dar vértigo.
Nos habla de una España de poderes fácticos; de tramas de jerga farragosa que esconden trolas como pianos. Se enzarza en la discusión, en el oráculo, en la oratoria, en el desparpajo y en su carisma.
La tele puede ser puta. No existen los espacios para meter la cuchara, y entonces aparecen los corsés de las frases simples que solapan la verdadera intención. Elisa nos dice que está todo más que politizado y religiosizado en este mundo del auténtico Poder.
Nos advierte de que la cárcel es mucho más palo que afirmarse en la idea del talión y el tentetieso radical. La Beni es lista y pícara, y sensible con los robagallinas y espadachina con los intocables.
Elisa Beni prefiere la vida de las películas de acción, la risa relativizadora y el tremendo sarcasmo. La ironía no se acepta bien en una sociedad acojonada, y entonces el humorismo se censura y descalifica una y otra vez.
Se casó con el hombre más justo de España cuando la barbarie del 11-M en Madrid. Afirma que hay muchas presiones de todos los tipos. Y aunque narra cosas más que terroríficas, opta por la sonrisa y la ocurrencia chispeante frente al demonio de lo imposible.
Tertuliana televisiva y radiofónica, periodista de tierra, mar y aire, pero siempre culo inquieto. No se pierde un sarao laboral y de riesgo, y cuando se pone corta de vestido esgrime un tren inferior admirable y con el que juega a gustar y a despistar.
Mujer en el deseo de mil varones; como chica y el machismo duramente criticada por cualquier espontaneidad o característica,le encanta pasearse por los límites, por los reservados imposibles en donde se cuece toda la mandanga de lo que luego será resolución o sentencia.
Elisa Beni en el fondo comprende todas esas pulsiones y hasta erecciones del Poder. Juzgar y estar impune es mucho mejor que estar tumbado en una hamaca en esas playas imposibles del Caribe en donde incluso pasa un guayabo y te moldea la espalda con cremita y casi a cambio de nada.
No. El mundo de Elisa es de instrumentos afilados, de codazos, empujones y oposiciones a lío. La Beni no traga. Es raza. Nunca tragó. Abandera su sexualidad y la de las mujeres con la soltura casi temeraria de la ya vivida y de a la que pocas cosas van a sorprender. En cada minuto puede pasar de todo. Y no va a callar ni debajo del agua. No es piedra, ¡coño! ...
Pasión por su profesión, que es el periodismo. Le gustan los amigos y las durezas, las estrategias, y sonríe y se prepara contra las artimañas y las alimañas.
No parece conocer el miedo. Su agenda se llena de trabajos. Como el otro día que vino a mi Valencia y pude verla en persona. Parecía tímida cuando le buscábamos la cercanía y el cuerpo para hacerla fotos. Pero de cerca, seguía siendo sonriente y de estar mucho por la labor. Era la estrella.
Una estrella roja de izquierdas que gusta de usar el largo tacón para el zapato. Hace de su femineidad y de su mirada una vigía constante de la actualidad. Para ella lo que existe es de lo que se habla, y lo tapado lo deja para los mediocres. La llaman creída y lenguaraz, y de todo, y ella les echa más discurso, más sexy, más convicción argumental, y sigue y sigue viviendo entre fuentes casi imposibles de ser reveladas. El atreverse a casi todo es su pasión definitiva.
¡FUERA LOS INDIFERENTES!

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