martes, 27 de febrero de 2024

- AQUELLA MERCERÍA. -



En extinción. Otro tiempo. Otra mujer. Otras costumbres. Otro mundo. Otro rol en la mujer. Una libertad. Y también una nostalgia, y mil aparentes ternuras femeninas.

Juanita. Valladolid. Una de las mejores mercerías. Un tiempo que existió. Un mundo especial y vetado a la masculinidad. La mercería era mujer. Y abundante. Cosa de mujeres. Apasionantes los diálogos entre las merceras y las clientas. Las modistillas. La seda. La prenda femenina. La costura. La relación cotidiana y hasta íntima entre mujeres que desearon renovar sus prendas y su imagen sin que muchos cotillas pudieran poner la oreja.

La cliente no solo le pedía a Juanita elementos y trabajos de encajes y costuras de su mundo condicionado, sino que a veces hasta se hablaba de amor. Sí. De novios, de atracciones, de señores, de conveniencias, de consejos sentimentales o hasta de recetas de cocina.

La mercería fue mucho más que un tiempo de comercio entre mujeres. La mercería atrapaba la sensibilidad de los varones, era como una Gran Superficie pero en pequeño, en donde ordenados los cajones, había de todo. De todísimo. Agujas, dedales, ovillos, botones, tejidos, encargos, más costuras, medias íntimas y de escándalo disimulante, pedidos, tiempos de charleta, sonrisas cómplices y comprensivas, complicidad, profesionalidad, calor, satisfacción, bienestar, radionovela, cotilleo, rubores y franquezas. También lesbos.

Juanita, la mercera, ya ha asumido que el mundo es otro. Y que adiós a los portaligas, a los ligueros, a las manualidades, a las orlas excesivas, y a esa femineidad popular de glamour que hoy ya no se demanda y que se repliega para no volver.

La Gran Superficie se ha comido a la mercería. Apenas está en casa la cajita con sus ovillos, o aquellos dedales defensivos para los dedos y tan llamativos y hasta extraños a la vez.

La mercería destilaba femineidad. Ternura, y hasta tabú. Juanita recuerda más pecados femeninos que el cura del barrio. Porque allí, con poco espacio y toda la magia, las ya abuelas de las chicas de hoy sacaban el revoloteo de sus hormonas y feromonas, y se confesaban. Se confesaban mucho a la mercera. A Juanita.

De todo. La psicología femenina para las distancias cortas también es seda y suavidad, profundidad, fantasía y risa púber o deseosa. La mocita que se sentía mujer, se ponía ruborizada, pero tenía las ideas claras. Quería algo que la hiciese atractiva y que pudiese agradar a la grey varonil.

La mercería era como una segunda peluquería,-ahora de la ropa-, y en donde la señora de toda edad se abría y se daba a conocer a través de sus compras y pedidos. Sí. Había mirones en las proximidades de las mercerías. Porque la represión era potente y los espacios reducidos. Los tíos, disimulaban ...

La chica, la mujer, la sorpresa, no iban a estar con el serio y sesudo cura de la Iglesia cercana. A un cura, una chica no podía confiarle sus aspiraciones y sus deseos fervientes y reales. Porque entonces una mujer era el pecado, el problema, la tentación, la de no molestar y estar en casa, la de la pata quebrada, la que nunca sabría mandar, o la que no importaba demasiado que estudiara y se formara. ¿Para qué? ...

La mujer debía tocar a la puerta del azar, y encontrar un pleno acierto en el hombre que depositaba la ternura de sus ojazos. Debía ser contenida, hablar bajo, vestir tapada, contener su humano deseo, renunciar al éxito de las heróicas divas que llamaban guarras, y su tiempo menor era disimular mucho, escuchar a la radiofónica "Señora Francis" que era un hombre, y tener mucho cuidado en no llamar la atención. ¡Ni para bien! ...

La mercería podía salir a su rescate. Todo solo podía parecer un trabajo, la voz podía ser realmente femenina y hasta para mal. Pero allí adentro había el oxígeno de aquel tiempo, rebeldía contra la resignación, risitas pudibundas, y hasta señorongas decididas a pescar al primer incauto que pudieran pillar. Me da igual que la mercería apenas resista ya el imperio evolutivo del tiempo.

Y sé que en las mercerías hubo sueños y esperanzas, y cuajaron algunas ilusiones femeninas, y la mujer soñó con su chico de la película, y también igualmente con que se movía y daba rienda suelta a una especie de Noche de Reyes. La mercería fue un frasquito de vida, como lo es un kiosko, o una posada anónima en una carretera, o como la nostalgia de una mágica estación de un tren que ya no pasa. Pero que en tiempos lo cogió Penélope para no volver.

-QUE DIRÍA EL MAESTRO SERRAT. -
 

miércoles, 21 de febrero de 2024

- CINE: ¡LA SOCIEDAD DE LA NIEVE! -



Decisión. Palazo. Maravillosa dirección de Juan Antonio Bayona. El hombre y la supervivencia. La moralidad y la realidad. Ha habido mala suerte. La aeronave se ha hecho hierros entre la nieve andina. Han muerto muchas personas. Todo es grito, shock, dolor, sangre, desgarro y consecuencias. Y un frío de mil pares de negatividades, y todo se convierte en aciaga contingencia. Todo se ha puesto crudo. Parece que tener esperanzas, es soñar ...

Cercanía. El director muestra primeros planos, mucho dolor cercanísimo, mucha gente a la vez intentando asimilar la tragedia que les invade. Miradas a los ojos, cámara sobre las manos, los rictus o las palabras. Nada más humano.

Sobrevivir. ¿Qué coño es eso de sobrevivir cuando se tiene mucho, incluida la sana vida, la juventud, el deporte, la fortaleza y el horizonte vital? ¿Qué puede pasar cuando todo se tambalea, cuando todo está al revés, cuando no hay más bemoles que llorar juntos, que decidir juntos, que urdir juntos, que hacer sociedad, que respetarse el pánico, que poner orden, y todos los etcéteras que tienen lugar en el medio de un espanto? ...

Cuando todo parece que fenece, la razón busca y busca. Y lo considera todo. Se abraza y encomienda al Dios, e incluso piensa en comer ... ¿Comer? ¿Qué comer cuando no hay nada más que vivos, heridos y muertos en medio de las cumbres nevadas con un frío glacial? ...

Impactos. Golpes. Más golpes. Aludes. Más gente atrapada. Jóvenes muchachos de un equipo de rugby aplastados por los aludes de las tormentas y la nieve. Hasta que una locura maravillosa logra hacer que un superviviente se líe a golpes y alcance a abrir un hueco en la trampa de la nieve. ¡Carajo! ¡De nuevo la luz! ...

Viendo este gran documento fílmico, puede entenderse por qué esta película no ha sido finalmente nominada para el Óscar a la mejor película extranjera. Sí. Es, porque nuestro mundo no aguanta mucho la realidad de la angustia, se tapa el ojo, y decide que el cine solo habrán de ser comedias o películas con bastantes sonrisas y las menos angustias posibles. Lo de menos es que la peli esté más que bien hecha. El asunto, es si el espectador estará hecho a la propuesta. En esta sociedad, no será la mayoría.

La muerte, aprieta. Aprieta, hasta que no haya otra que alimentarse de los cuerpos de la gente fallecida. Comer o morir. Nadie va a ir a su encuentro. Les tienen por muertos. No les han visto y han desistido de la idea de rescatarles. No es posible que transcurridos muchísimos días, haya alguien vivo ahí. No han visto los restos de la aeronave, porque son pequeños y están desperdigados y tapados. Un buen trozo, hace a los supervivientes de voluntarioso escudo para el infernal clima exterior que es muerte.

Decisiones. De nuevo la supervivencia. Quedarse quietos sin hacer nada, no es sino un suicidio. La única forma de soñar es el reto físico y dinámico del enorme esfuerzo del largarse de ahí en busca de vida y ayuda. Hacia donde sea. Les ayuda el ser jóvenes y amantes del duro rugby. Atletas. Pero eso no es garantía suficiente. 

La única garantía es la decisión y el inconformismo. La protesta corporal. No les da la gana el morir. Y una pequeña expedición, se agota subiendo y bajando la cordillera andina, desorientados por completo y a merced de las tormentas y el dolor.

¡Vamos! ¡¡Vamos!! ... Es la idea salvadora, la idea genial, la idea que puede darle un corte de mangas brutal a la muerte definitiva que parece jugar a burlarse y a relamerse entre los desafortunados.

Pero, ¡sobreviven! ... Mientras caminan y se coordinan, están esquivando la muerte direccionando hacia la diosa Vida. Y casi de repente, los expedicionarios de la avanzadilla perciben que la nieve cede, que aparece la hierba verde, y la roca desnuda. Y parece que poco cambia, que no se sabe por donde avanzar, y que todo sigue idéntico destino.

Mas esta vez, aparece un hombre. Un lugareño subido a un caballo. ¡El encuentro! ¡La muerte ha de joderse! No ha podido con todos. El contraataque humano de su inconformismo ha tenido un espléndido final. Son rescatados de la montaña terrible, los vivos, los heridos y los muertos. Todos.

Se desata la emoción en la sala del cine en donde todos lloramos como humanos todas las últimas escenas del film. La fuerza emocional es imparable. La tragedia que pasó a la Historia, se ha rememorado con todo el acierto.

¡POTENTÍSIMO! 



 

jueves, 1 de febrero de 2024

- MI PRIMERA MINI. -



Ya no soy una niña. Bueno, casi que sí. Pero ya voy transformándome en chica como una mariposa de colores. De colores muy suaves y también un poco chillones.

Me llamo Xenia y soy una adolescente. Nunca he entendido lo que es ser una adolescente, pero creo que últimamente lo voy entendiendo más. Porque me enamora la ropa de chica, y qué suerte tienen esas mayorotas jóvenes que lucen su figura con lo que sea y se dan besos con sus chicos. Yo, aún debo esperar. Y además soy muy cortada. Pero hay algo que no puedo parar y que no me gusta no pararlo. Soy rubita y tengo la piel muy clara y suave. Y los chicos de mi clase son unos brutotes que las cosas de la belleza como que les pasan bastante desapercibidas.

Aún no he tenido ningún amigo especial. De verdad. Es que como estar con mis amigas no hay nada mejor. Las quiero tanto a algunas, que para mí son como hermanas protectoras. Y además, algunas son muy influyentes. Y me río mucho con ellas. Porque son chicas como yo, y entonces somos parecidas, y compartimos los mismos descubrimientos y les gustan las mismas cosas que a mí.

Ya se acabó lo de que solo sean amigas del cole. No. Mis amigas brujillas ya son amigas mucho más que de cole. ¡Y ya mis padres me dejan salir por ahí por las noches! ...

¿Sabéis? Me gusta la noche. Antes, me daba miedo. Todo oscuro, gritos, borracheras, salidos y mucho peligro. Ahora, empiezo a ver las cosas de otra manera. ¡La calle! Tomar la calle es una aventura tan bonita como irse de senderismo, o hacer natación o gimnasia rítmica en las actividades extraescolares.

El otro día nos fuimos un grupillo de amigas, por ahí. De tiendas y sin rumbo fijo. Empieza a interesarme la ropa. Es mi primera época personal de la ropa. Y mis amigas ya se compran cosas de mayores.

Ellas, no lo saben. Todos me creen una niña cómoda y muy pero que muy cortada. Pero el otro día me fijé en una atrevida falda que nunca me había puesto. Debo de ser la última en atreverme a esas cosas, porque teníais que ver las cosas que se ponen para lucir. Y generalmente les queda bien. Yo he pensado que hay una minifalda negra que me puede ir bien. Y os confieso, que me encanta. El porqué, no lo sé. Lo importante es que esa pieza me gusta e intuyo que si la combino bien, puede favorecerme la imagen y eso.

Sé lo que estáis pudiendo pensar. Que me gustará algún chico brutote de esos, y que me la voy a poner por y para él. Pues, ¡no! Me la voy a poner para mí y solo para mí.

Os lo confesaré mejor. La he comprado, me la acabo de poner encima de las medias porque aún hace frío, y les voy a mandar a mis superamigas la noticia por watsaap. Sé que les va a gustar. Y si no les gusta, peor para ellas.

Más confesiones. Veréis. Hay un tonto que se llama Rubén, que se ha empeñado en juntarse con la pandilla, y que no hay manera de sacárselo de ahí. Es rubio como yo, y parece un poco bobo porque habla muy poco, solo se ríe mucho, y casi siempre les da la razón a todas las chicas. Y yo digo que todo lo que dicen mis amigas no tiene porqué ser verdad. Una veces dirán la verdad, y otras veces dirán mentirijillas. Como todo el mundo.

Soy lógica, ¿no? Hablo con ellas sobre cómo es Rubén, pero ninguna se atreve a sacarlo del grupo de watsaap o a decirle que no sea tan pelota. Al final, tendré que ser yo la que le diga que cambie y que sea él mismo. ¿Qué os parece? Con todo lo cortada que soy, y al final como mis amigas parecen tontas como Rubén ...

Ahí está. Viene hacia mí. Sonríe. Yo, sonrío. Está cortado. Yo, más cortada. Él, es muy tonto, y yo al final voy a parecer con este silencio más tonta aún que él. Ahora, Rubén se parte. Me sonríe provocador, y me dice entre muchas risas que no estoy nada mal con la mini. Y se acaba de chivar a mis amigas por el wats.

Y ahora, a ver cómo convenzo a estas mis brujillas malotas de que no me he puesto la primera mini porque está Rubén, y que en realidad me la he puesto porque me apetece, porque me da la gana y porque ya va tocando el tiempo de ponerme esta ropa de mujer que me gusta.

Sé que ya les he arreglado la fiesta de este tardeo a mis amigas en casa de mi brujilla Andrea. Vienen todas. Están todas. Y desde que he llegado a la casa, todo han sido hablares de mi mini y del tonto de Rubén. Menos mal que me han prometido que no han invitado a Rubén. Pero se siguen riendo demasiado de las cosas en toda la tarde, y ya me estoy empezando a cansar. En serio. Y más, cuando llaman a la puerta. Y va, y resulta que es Rubén. Yo, me miro y me miro en el espejo. No me sienta mal la mini. Al final, decido que es mejor reírme con mis amigas y hasta con el tonto de Rubén.

-SÉ QUE HAGO BIEN. -