martes, 17 de diciembre de 2013

- MI DURA Y NECESARIA NAVIDAD -



Duro, duro, experienciado y maravilloso. Este desierto mío que pasa por las fechas que rodean y acompañan a la Navidad, es más que difícil para mí. Me bombardea la nostalgia imposible y el sueño vano del atrás.
Estoy en medio de una no familia. De una familia desestructurada y casi inexistente, pero mi realidad impera sobre todas las adversidades. Es una lucha cuerpo a cuerpo desde mí mismo. Es un combate personal e intransferible. Un tiempo descomunalmente especial y aventurero para mí.
Frío. Huelo a frío en mi vida, en mi casa, y hasta en mi sonrisa. Porque esto es muy exigente y distinto. Porque crecer a destiempo siempre lo es. Por eso doy gracias a mi capacidad para expresar mis sentimientos en un papel digital como este.
Este diario personal, me permite reflexionarme las exigencias y las realidades, y tratar de hacer uso positivo de mis descubrimientos ahora inauditos y sorprendentes.
Es la primera navidad que paso solo en una casa que es la mía, y eso parece potenciarme más si cabe mi malestar en estos días. Son muchas exigencias y pocos apoyos. Se suelta el lamento y se llora la ansiedad que implica todo afán efectivo de superación.
Mis tíos, mis primos, mi madre que ya no se entera de las cosas apenas, y mucha nostalgia. Toda la nostalgia y mil porqués. Sí. Quejidos y gemidos interiores, rechazo ante toda esa familia que nunca estuvo ni está, y desde la que fui un niño olvidado. Lloros interiores y mucha tensión. ¡Furia! ...
Así me siento ahora en medio de un mundo que voy descubriendo sin estarme quieto. Porque yo nunca voy a estarme quieto. Yo voy a seguir caminando hacia mí y hacia mi realidad. Es mi obligación el hacerlo.
Mi vida. El atreverme a volar por mí mismo implica riesgos de novato. Aprender es muy difícil. Lo que pasa es que no hay elección. Si no aprendo, será siempre peor para mí.
En este 2013 que ya va diciendo adiós, me han pasado mil millones de cosas pequeñas e inesperadamente buenas. Y, todas, presididas por el afán de superación y por el deseo de ser mucho más yo del que era. Y creo que he logrado una más que destacada nota personal.
He cuidado a mi madre tesoro, renunciando a gran parte de mi tiempo y sin percibir dinero a cambio, he descubierto ese mundo de la ternura de los viejos y de sus vulnerabilidades, me he asustado por el temor de no poder controlar la senectud de mi amor, pero también he logrado con fortuna abordar mi fortaleza y rehacerme.
He izado la bandera de mi terquedad y tenacidad, he luchado contra carros y carretas, he hecho la pax con mi hermano, y he seguido aterrizando con mi responsabilidad en mi casa antigua y entrañable. Sigo entrenando muy duramente en ese aterrizaje.
Y mientras camino por este aparente erial, me doy cuenta de cosas pendientes que me pasaron desapercibidas, y descubro con final alegría que ya puedo ver más y mejor. Bastante mejor.
El camino. Mi camino. El andar, mi caminar. El futuro, una maravillosa y azarosa prueba de fuego. Sí. Todos son retos paulatinos, que aparecen y que desgastan. Por eso no he de agobiarme ni apresurarme en atacar aquello que durante tantos años estuvo anquilosado y varado.
Es mi mejor noticia en esta navidad dura y triste. Que yo soy mi navidad, y que la vida es ahora una escuela abordable, tanteable y visible. Todo el año será la navidad, aunque no lleve gambas o regalos. Porque mi vida me pertenece, me lleva y me ejercita. Me hace más fuerte.
-ENTRE SOFOCOS Y RISAS-

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