lunes, 2 de diciembre de 2013

- CINE: BLUE JASMINE. -



De Woody Allen. Con Cate Blanchett haciendo una excelente interpretación. Ritmo, sin pausas, y casi trepidante como en casi todas las películas del veterano director. No te da tiempo a aburrirte.
Jasmine. La protagonista. La pija ambiciosa y trastornada, culta, contradictoria y desgraciada. Al fondo, su extraña canción romántica ...
Jasmine vuela alto. Siempre se movió por el dinero y la frivolidad. Se siente enorme. No puede soportar no ser enorme. Porque no puede con lo otro que ella llama supermediocre. Por cierto, ¿qué será el amor?, ¿un gran engaño? ¡No puede ser el amor! ...
Jasmine tiene un impresionante físico, y quiere lujo y todo el mejor sexo. Quiere y exige nivel. Y eso de fregar escaleras o acometer determinados trabajos, está lleno de injustos y evidentes peligros.
Su ex marido fue un estafador. Pero, bueno, son riesgos de los grandes inversores. El mundo es una apuesta en la que ir de humilde o de puritana te va a llevar a la menoridad. Y no hay nada más infumable que la segunda división.
Lo que le gusta a Jasmine es la seguridad y la inversión de futuro a través de los millonetis. Y aterrizar su avión en territorio pobre, le produce una asfixia injusta.
Su hermana, no tiene sus genes. Su hermana no parece tan impresionante. No es eléctrica, no tiene glamour, carece de sus modales casi académicos, y todo su mundo es el vulgo previsible y perdedor. Al menos, así lo vive todo Jasmine.
Ese choque personal y contradictorio, lleva a la protagonista del alcohol a los ansiolíticos, pasando por locuras, sufrimiento y desmoronamientos. Su mirada es la de la decepción injusta. Jasmine se pone a mirar como si nada viera, pero sus ojos son directos y demasiado extraños. Se le va la emocionalidad, y mira y mira sin decir nada. E, impresionando. La mirada agresiva del desconcierto impotente ...
En cambio, la hermana de Jasmine ha decidido que ser ambiciosa y hacerse demasiado la boba trepa, solo acaba generando malas situaciones. Todo es actual y claro. El sexo es maravilloso, pero el amor existe aunque sea cuando se halla una aguja en un pajar. Y entonces es otra clase de felicidad. Auténtica y sincera. Y te ríes mejor, y le sabe muy bien al cuerpo, a la estabilidad y a la vida. Lo cotidiano puede ser apasionante. Ha de serlo.
En cambio, Jasmine ... Jasmine no logra ser feliz. Se ha quedado sin dinero, se habla sola a veces, y no puede creer en el amor. No lo puede haber porque no quiere aterrizar en sí misma. En la medida en que su mundo es una fantasía inventada, le pasan cosas desagradables que no logra domeñar ni controlar.
Monumental y rápida la actriz Cate Blanchett. Excelente y complicado papel. Porque Jasmine es como muchas mujeres, que quieren aparentar y moverse eternamente en los clubs selectos. Es compleja, y a la vez vacía. Inteligente, y a menudo fracasada. Lo tiene todo para triunfar, mas no lo logra hacer. Y su vida es una verdadera pena.
Woody Allen juega a su ritmo con esa clase alta y financiera de los americanos del lujo que viven más allá de las líneas de la ley. Gente con corbata y mansiones, con ademanes elegantes y sonrisa especial. Y hurga sobre la falsedad y la realidad de tales huecos inconcretos. No puede serse así. Y si se es así, si se bordea el concierto que huye del fisco, llega la policía y te caen unos cuantos años.
Es lo que tiene Jasmine cuando se agrega al Poder. Que no puede ser feliz en su sueño de superior. Que no logra aclararse. Y entonces Jasmine vive su locura incomprensible y extraña. Porque quiere ser lo que no puede ser. Porque la realidad es aventura hasta cierto punto, pero no toda la aventura es lo mejor. Está mejor la realidad, porque la realidad nunca ha de doler tanto. Nunca tanto.
-ENTRETENIDA PELÍCULA-

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