jueves, 31 de octubre de 2013

¿CÓMO VA TODO, PAPÁ?



Supongo que bien ahí, ¿no, padre? Porque ahí abajo entre los humanitos tú eras fuerte como un roble y no te afectaban apenas los cambios de estación. Y además ahí en el otro barrio los muertos ya no os constipáis ni nada de nada.
Mira, papá. Aunque casi no voy nunca, quizás mañana aproveche y me pase por el cementerio a echar un vistazo. Debe de estar animado eso en ese día. Y en Valencia siempre hace sol y está totalmente prohibido el mal tiempo.
No sé si te encontraré. Ya supongo que sabes que el año pasado fui al camposanto y no te vi. Le pregunté al encargado, y me dijo que más o menos estarías por entre no sé qué zona en la fosa común, dado que estaban de obras.
Y como no tenías dinero ni ganas para nicho, panteón, ataúd permanente, etcétera, eras como encontrar una aguja en un pajar. Y el encargado, al ver mi cara de sorpresa, se conmovió y me remitió a otra compañera suya que estaba a más de dos kilómetros de allí, para que ella buscara tus apellidos y nombre, y quizás así encontrara el trocito en donde podían estar tus huesacos. Tierna calavera, ¿ein? ...
Como hacía un calor de mil diablos, estaba cansado de andar y no tengo vehículo, di media vuelta y no fui a preguntarle nada a nadie más. Pero, mira, dentro de todo te confieso que había mucha animación en el cementerio. Che, abarrotado casi que estaba ...
Ya sabes cómo está mamá y las cosas de mi hermano. Pero sobre todo, tu mujer anda la pobre muy fuera de juego en las cosas, es muy mayor, y tiene mucho genio. El mismo genio que debió hacer y tener para que tú te enamoraras de ella hasta las trancas. ¡Ah, y guapa! Porque mira que tu viejecita es guapa la condenada. No tiene apenas arrugas a sus ochenta y siete años, y todo el mundo de la barriada la mira con admiración. Fuiste listo, ¿eh, grandullón? ...
Me hace sudar y sufrir. Cuidarla es duro. Pero tú ya sabes por qué os quiero tanto a los dos. Porque no os enterastéis de la película de la vida. ¡Menudo despiste llevabáis, parejita!
Sí, padre. Te recuerdo. Recuerdo muchas cosas de tí. Pero sobre todo lo que más me agrada y emociona es cuando evoco los momentos de tu sentido del humor, de tu brutal vitalidad, y de lo mal que lo pasaste ante las responsabilidades que la vida conlleva.
Dímelo a mí, papi. Ahora que me voy incorporando al mundo y a sus cosas, entiendo cómo te pudo dar el jamacuco ése del infarto que te dejó seco aquella víspera de San José del 82. Te perdiste el Mundial de Fútbol de España, sí, el de la mascota "Naranjito" y todas esas cosas. Porque a tí también te gustaba el fútbol como a mí, y decías que Puchades era intocable, y que Di Stéfano había sido el más grande y con diferencia.
Que, ¿cómo lo voy llevando yo? Lo llevo con todo el cariño y con toda la filosofía. Ya sé que estás temiendo que a ver si me pasa como a tí y me coge un día un telele y me muero, pero estate tranquilo que yo ya voy sabiéndome defender contra los tigres y leones interiores y exteriores.
No te molesto más. Ya sé que eras ateo y hasta comunista, o éso decías tú. Es igual. Humano y humanista es lo que eras. Pero como eras hombre de alegría y de pocas palabras, te limitabas a decir que una vez uno se moría que ya se había terminado todo. Que todo eso de las ceremonias eran ganas de folklore y de llenarles los bolsillos a las funerarias. Sé que te da igual que vaya a verte, pero no descartes que lo haga. No decartes nada, papá.
Bueno, que un beso y un afecto, que fue un placer conocerte, que sin tí no estaría aquí, que parece que el tiempo ya quiere cambiar, y que por fin se confirma tu teoría de que los americanos espían a todo cristo. Un enorme beso de recuerdo.
¡DON ALFONSO ORTÍ!

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