viernes, 1 de noviembre de 2013

- LA ELECCIÓN DE DIEGO COSTA -



Elegir una camiseta nacional. Pero no elegirla porque se sienta tal nacionalidad. Elegirla desde criterios deportivos o mercantilistas.
Éso, es lo que ha hecho Diego Costa. "Fichar" por el equipo en el que es posible que tenga más opciones de jugar. En Brazil suelen sobrar jugadores, y en la Roja de Del Bosque faltan nueves.
Lo que pasa es que el Mundial será en Brazil. Y un nuevo maracanazo hipotético y en una final en la que la canarinha pudiese perder por un gol del jugador de Lagarto, supondría muchos riesgos.
La polémica le va a acompañar. Si sigue jugando bien como ahora y metiendo goles, el camino será franco y expedito. O, casi.
Es un jugador sanguíneo y temperamental, de humilde origen, y que a menudo suele perder las formas y entrar en impulsividades. Y en España el racismo es un hecho. Hay gente a la que le hace poca gracia que juegue en mi selección. Es una selección de chicos educados y seguros, y meter ahí a un rebelde con doble nacionalidad y que ya ha jugado en juveniles con la carioca, se piensa que quizás podría afectar o chirriar en la armonía. Llegar el mal rollo.
Lo que está claro es la magnitud y el sin fronteras del poder del dinero. Todo lo puede. Puedes hacer lo que quieras si tienes papeles y legalidad. Saltarte éticas, y juguetear hábilmente con las opciones y situaciones.
A mí me es igual que Diego Costa juegue o no en la Selección Española. Trato de ver en él a un español y enorme jugador, que sumará para que la escuadra nacional sea más efectiva aún y potencie la calidad general. Que la dé más chispa y peligro para descorchar los cerrojos contrarios.
Mientras no haga antideportividades, y muestre madurez y serenidad en el campo y fuera de él, perfecto. Mas la discusión dependerá de muchos factores.
La guadaña racista le aguarda por si yerra. Y la enmascararán de mil excusas para defenestrarle. Desean que en la Selección solo jueguen españoles de nacimiento y costumbres. Nada de moros conversos en tierra de cristianos.
La boca estará sellada mientras nos meta muchos goles y nos haga ganadores y admirables. Pero aún así le harán la puñeta todo lo que puedan.
En Brazil están más acostumbrados a estas cosas. Casi todos los jugadores huyen de la pobreza y se vienen al dinero de Europa y de donde haga falta. Pero la camiseta mágica amarilla brasileña tiene en aquellos lares una dimensión realmente especial. Potente. Le llamarán por tanto, traidor. Será el gran traidor local del Mundial. Su Mundial, su selección, su prestigio, su momento, su desquite del maracanazo, y que encima uno de los suyos venga para fastidiar.
Pero la buena conclusión, es que hoy más que nunca el fútbol es dinero e inversión. Salir de la pobreza. Ser jugador de fútbol y bueno, puede sacarte de todas las crisis y de todas las penurias. Ser jugador de élite europea es llegar a ser rico, y consistente, y aprovechar los pocos años de trabajo en ésto para llenar los bancos con tu dinero. Adiós a las preocupaciones.
El fútbol de élite y poder sabe driblar a todos los inconvenientes y adversidades, aunque a nivel social se lleve recelos y tremendas críticas. El fútbol es un egoísmo y un gran atajo. Y si no eres deportista y bueno, lo puedes pasar francamente mal. El mundo es un desequilibrio que galopa con oropel y olor a money, camino de las emociones y del negocio.
-SUERTE, CHAVAL-

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