Con su Ana Pastor. En "El Objetivo" de la Sexta Televisión. Ahí reapareció el ex presidente Zapatero. Calentito y en casita. Y se le notaba confiado, menos desmejorado, y más tranquilo. Puede que sonriente.
Ana Pastor no fue el azote despiadado y femenino que te descoloca y apenas te deja hablar y recomponer tus pensamientos. Hubo buen rollo. Son afines, y eso deja huella.
Zapatero jugó al yo ya no estoy y no voy a hablar de la política para no generar tensiones. Sigue montando encima de su barco "Talante". No quiere líos.
Ana le preguntaba sobre muchas cosas, pero podían ambos interrumpirse. Fue uno de los programas menos tensos. Ella le miraba, y él la decía que no, como ese seductor sobrado que al final se guarda para después el abrazo del sí.
Los ojos abizcados de la Pastor se encontraban con un tipo que no ofrecía resistencia porque no devolvía las pelotas anguladas y como si ya el Top Ten no fuese con él. Si Zapatero no quiere devolver el juego y la dinámica, entonces no hay partido.
Fue un juego de sonrisas seductoras, en donde la simpatía brilló con complicidad. "Lo tienes, no te lo doy, no me preguntes eso, oye que de verdad, hay que dialogar, respeto mas no opino, hemos de hacer frente común para solucionar los problemas, de verdad que a eso no voy ni puedo responder, es usted buena y directa periodista pero debe intentar comprender, y todas esas cosas" ...
El cadáver de Zapatero le dió inicio a la próxima americanada del Halloween ese de las calabazas y de los sustos. Pero estuvo y jugó a zombie juguetón y completamente inofensivo políticamente. Sin duda, está relajado. Con menos bolsas debajo de los ojos y con la salud y distancia suficiente para haber dejado aquella mochila que a todos decepcionó, guardadita en los armarios de su casa. No quiso hablar de nada ni de nadie. Utilizó el estilo mudo de Rajoy, y con muchas expresividades en sus contínuas sonrisas entre despreocupadas y "talantosas". Anodino, sin garra, previsible, y como de visita rutinaria a casa de unos agradables amigos.
Pero el que Zapatero no pusiese cara de muerto político, a mí no me dejó indiferente, sino más bien indignado. Pensé lastimero en demasiadas nostalgias. En que el pueblo español le había confiado sus votos y él nos traicionó y nos falló. ¡Claramente! ...
Dicen que le empujó la crisis, y la Merkel, y los bancos alemanes de la Troika, y que le amenazaron con el rescate, y que le obligaron a destrozar a las clases obreras. Que le dijeron que no podía ser socialista, obrero, y todas esas cosas de un bienestar que ven con muy malos ojos los crueles neoliberales.
No me convence nada. Él fue un político. Venía a la Moncloa por las mentiras de Aznar en el fatídico 11-M. Venía para darnos esperanza, y libertades, y seguridades, y futuro, y toda la necesaria continuidad. Ilusión era.
Llegaba hacia y por los jóvenes. Para su futuro, pera el cheque bebé, para la ley de la dependencia, y no para bajarles el sueldo a los funcionarios ni para dejarnos con una mano delante y otra detrás.
Zapatero tiró su libro y se puso a leernos el que le dijeron que tenía que pasarnos a todos. Y no presentó la dimisión. Se estropeó políticamente él solo, pero no se movió de ahí. Ahora, 2013, estamos en manos de quienes estamos. De gente enguerrada que quiere meter en la escuela la religión y el espíritu nacional, y que nos niega toda la calidad y el respeto social. Por no hablar de Bárcenas.
No está Zapatero y está Rajoy. Y el actual presidente, no escucha a la gente y hasta les baja la pensión a los viejos. Y Zapatero sonriendo en la tele con la Pastor.
- ¿POR QUÉ? -
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