sábado, 5 de octubre de 2013

- MI NUEVO OTOÑO -



Ante mí se abren nuevas perspectivas y retos. Pero todo ha de ser más fácil. Siempre, más fácil.
Recuerdo la llegada de mis otoños. Siempre los rechazaba voluntariamente tras mis veranos pesados e imposibles. El otoño solo me refrescaba mi parte climática. El otoño me llenaba las sombras y me sumía en el desconcierto de mi dolor. Aquel otoño era una trampa y una barrera de miedo que yo no esquivaba. Me abrazaba al temor y al mal agüero, y caminaba desesperado en direcciones siempre desconocidas.
Mi nuevo otoño, ya es otra cosa. Aunque sigue el silencio y el vacío en mi vida, ahora hay un empuje auténtico que marca certeramente mi realidad. Y el otoño son mis pasos, y mi actitud, y mi nueva seguridad. El otoño ahora depende de mí.
Aprender el otoño. Es lo que estoy haciendo. Tomar la verdadera dimensión del otoño de todos, y nunca detenerme en quejas y siempre avanzar hacia las rectificaciones.
Serenidad en mi nueva soledad. Porque ahora soy yo quien va decidiendo las tristezas y las alegrías. Ahora puedo convivir más auténtica y amigablemente con los ciclos estacionales. Estoy en esa escuela vital que me hace seguir de cerca los movimientos y las mutaciones. Yo. El otoño ya no son los adversarios que logran que a las cinco de la tarde vaya a ser de noche, o que el fresco me haga sacar la estufa de la habitación olvidada, o que los demás vayan en avanzadilla por delante.
Me importa un carajo lo que hagan los otros. O, relativamente, dado que soy un ser social. Pero ahora hay otro yo que también tiene prioridad y cabida. Ahora yo ya puedo ir contando conmigo mismo. Incorporándome. Porque la vida no es otra cosa que incorporarse.
Hasta me agradan todas mis asignaturas pendientes. Son un acierto. Acepto mis reglas del juego. Asumo el presente mientras me preparo el porvenir. Porque ahora creo realmente en mí. En mi seguridad y en mi capacidad.
Ahora el otoño solo es una anécdota que lleva a nostalgias y a inconcreciones con agridulce sabor a derrota y a inexactitud. Ahora, mi nuevo otoño sigue siendo la vida y su continuidad. Estoy en medio de un camino que puede conducir a cosas adecuadas y positivas si soy capaz de guiar a mi barco por el lugar más adecuado a mí mismo y a mi verdad.
He hecho mucho por mí. Y por mi casa. Y sigo haciendo mil millones de esfuerzos y hasta de sobreesfuerzos. Me enfrento a la incomprensión y a la desconfianza, pero eso no me cosquillea en mi tranquila conciencia interior.
Con la llegada del otoño cerraré más el balcón y la galería, pero seguiré saliendo a respirarme la vida y a enfrentar mis miedos y mis perezas. Me siento más sólido y auténtico. Estoy físicamente cansado pero mentalmente vivo y expectante. Ando repasando el porqué de mis errores y comprendiendo sus mecanismos. No estoy perdiendo el tiempo en quejas o dependencias.
Estoy en mi casa. En mí. En mis cosas y en mi tiempo de crecer. Estoy como en el verano o en la primavera. Estoy en mi mes, en mi año y en el día que le toca a mi vida.
Ahora los miedos se han alejado dejando paso a una curiosidad necesaria a saciar. El otoño no es meteorología ni adversidad. El otoño ya son todas las cosas. Los pros y los contras, el ocre y el blanco, la sonrisa y la seriedad, el esfuerzo y el descanso, el placer y la obligación, y el libro y la nota.
-COMO MI VIDA NUEVA-

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