Ha muerto una leyenda del rock americano. Su nombre suena con fuerza en el mundo. ¡Lou Reed!
Yo oía a mucha gente por la radio exclamar admiraciones sobre Lou. Decían que era alguien diferente. Alguien iconoclasta que rompía moldes y que se desmarcaba de lo cotidiano y previsible. Alguien que te llevaba a terrenos aventureros, insólitos y geniales. Alguien que te mostraba un lugar propio que se llama seguramente libertad.
También leo y dicen que era artista y que cantaba y que dibujaba y que hacía fotos, y que era amigo de ese otro maldito underground que fue Andy Warhol.
Lo que pasa es que yo me enteraba mucho de lo que estaba pasando más allá de los circuitos comerciables y esperables. Porque todo estaba cambiando. El mundo estaba cambiando y yo no lo percibía. Y más allá de que pudiese gustarme o no Lou Reed, había un rechazo por mi parte a aceptar la nueva realidad.
La música podía ser ya otra cosa nada académica o al uso. Y ahí estaban los grupos esos rockeros como ACDC, o Rosendo con "Leño" en España, los cuales saltaban sobre el escenario y le daban al show una perspectiva para mí insólita y casi intolerable. ¿Qué coño hacían unos tíos sobre el escenario berreando, haciendo todos los gestos inmorales, y rompiéndolo casi todo?, ¿éso era música? ...
Sí y no. El desenfoque mío era claro. No es que aquello fuese música o dejase de serlo, sino que lo que pasaba es que la idea de la música ya no era lo que yo creía que era.
Underground. Ni hoy sé muy bien lo que es ése término inglés llamado "underground". Una cosa evidentemente extraña, insólita, inaudita, sin sentido aparente, difusa, casi furtiva, y mil negativos etcéteras.
Ahí se movía en mi cabeza la idea de Lou Reed. Un tío con pendientes que hablaba un idioma que no entiendo, gentes que ya no perciben la música sino desde el festivo sentimiento del ocio o del divertimento, y que quieren participar activamente en esa atmósfera que se propone.
Underground. Distintos, diferentes, a la suya, pintando y cantando a su manera, a su estilo, sin remilgos, el arte abstracto y sus birrias estéticas aparentes, la sensación de que todo eso es menoridad y de que no vale nada. Algo marginal.
Lo que sucede es que pasa el tiempo, muere Lou Reed, sigue Lou Reed, estuvo muchísimo Lou Reed, y su nombre fortísimo sabe a leyenda. Porque se ha ido alguien al que no supe percibir. Casi no tengo opinión sobre Lou Reed. Pero sé, que estuvo muchísimo ahí. Más que muchísimo. Hasta el punto de que es historia de la música.
Ahora ya me digo que hay que andar con ojo. La gente se mueve. Y más allá de lo previsible, hay otro mundo que está y en el que hay que pugnar y hacer todo lo posible por introducirse.
Ahora me es igual si era underground o no underground. Si era música comercial o todo lo contrario. Lo que sé es que estuve en una lastimera babia en donde no pasaba la percepción ni la valía de otras realidades.
La clave insisto que es la libertad. Ahí está esa llave. Abrir la puerta de la vida y descubrir a Springsteen, Bowie, Jagger o Cohen, y no verlos como tipos ajenos a mí. Porque no hay nada ajeno a mí. Y yo ahora quiero lanzarme a la calle y ver lo raro, y lo menos raro, y el concierto masivo, y hasta la estrella fugaz.
Porque quiero ubicarme en la realidad y en el presente. Lou Reed fue un alguien muy grande porque muchísima gente lo dice. Su nombre persistente y sonoro se abre ante mi ahora ya grata sorpresa.
-Y YO ME ABRO AL MUNDO-
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