miércoles, 2 de octubre de 2013

- VOLVIERON LAS ABUELITAS AL JARDÍN -



Como un reloj. Con puntualidad británica. El primero de Octubre. Sí. Las animosas y entusiastas veteranas señoras del Jardín Botánico de Valencia, han vuelto a su cita cotidiana con la monitora de la gimnasia de mantenimiento diario. Piernas y brazos para arriba y para abajo.
El mohíno últimamente bello jardín, recobró su vida habitual. Ya no solo era ruído lejano de jardineros y conserjes. Ni siquiera de italianos, franceses o alemanes, que son mayoritarios en las visitas a esta maravilla natural que tenemos en la calle de Quart. Ahora se veían a personas mayores que se reunían en torno a un aprecio común y a una idea bien sana.
Allí estaba la menuda y coqueta monitora Mary, y también la simpática y conquense señora Angelines con sus pelotitas de juego para cuando terminasen los ejercicios gimnásticos.
El marco no puede ser mejor. Está todo lleno de enorme árboles, hay una sombra que te reconcilia con este otoño mediterráneo que aún huele a puro calor, y por tanto qué mejor lugar para estirar los músculos y ejercitarse.
Había pasado mucho tiempo. Aproximadamente, los tres meses del verano y el inicio de los calores. Habían dejado condicionado mi estar cotidiano y el de mi madre senil-, que estamos allí una hora todos los días-, y nos aburríamos bastante. Y como mi madre no quiere salir de casa si no es al Jardín, entonces estaba siendo todo bastante monótono.
Admirables las viejitas. Formidables sus ganas de vivir. Quieren estar en forma para estar bien de salud. Son coherentes. La vida, también es coherente. Si están vivas, si están viviendo el momento del postre de su vida, entonces lo mejor es demostrarlo.
Si no hace mucho frío ni mucha calor, las entusiastas gimnastas permanecerán en el Jardín todo el año hasta que lleguen los calores de Junio.
A mí, me dejan. Me dejan estar con ellas, y con el señor Miguel, que es el único varón que participa de los encuentros diarios. Y soy uno más entre los ejercicios de la vida, y los visitantes del bellísimo Jardín se sonríen inevitablemente al verme con las abuelitas haciendo sus ejercicios. "¿Quién será ése?" ...
Y, no digamos, cuando la señora Angelines saca sus bolas de jugar, y empezamos todos a pasarnos las pelotitas de jugar, y empezamos todos a pasarnos dichas pelotas de goma. Entonces viene el desenfado y la risa, y yo aprovecho para hacer de las mías. Les tiro las bolas sin mirar, y ellas se quedan admiradas y sorprendidas. Me tiran las pelotitas sin avisar y yo se las paro todas. Soy un poco más joven y tal ...
Me dicen que es imposible a la vez que me sonríen, y me preguntan que cómo hago para que no se me caigan las pelotitas, y que cómo lo logro y todas esas cosas. Y admiten que hago movimientos poco usuales, pero que lanzo las pelotas en las respectivas manos y con summa perfección. Y hasta quieren imitarme ...
Yo, las digo que ellas también lo hacen muy bien, y otras me dicen que tienen miedo y que por favor no se las lance fuertemente. Y yo les digo que no pasa nada, a pesar de que un día le rompí las gafas a alguien aunque ya no recuerde a quien fue. Es lo mismo. Todos nos lo pasamos bomba. Y entre tanto, decimos cosas sobre los ladrones de mi país, y de las noticias de actualidad, y todos nos volvemos niños y más cercanos.
Os confieso, que esa gimnasia a mí me va bien. Llevaba unos días con molestias artrósicas de rodillas, y algunos ejercicios me van fetén. De modo que este año pienso perderme bien pocas clases diarias de gimnasia de mantenimiento.
-BIENVENIDAS, ABUELITAS-

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