domingo, 1 de septiembre de 2013

- LA VACACIÓN YA ES SOLO RECUERDO VIVO -



Las playas de cuerpos especiales quedan ya a demasiados kilómetros tras la geografía del descanso. La playa eterna se toma un tiempo de reflexión ante las bellezas potentes que orlaron el espacio del asueto y de otra cosa.
Septiembre lo ha roto todo. Lo cotidiano ha derrotado a las aventuras libres, y ahora es el tiempo para compensar las necesarias holganzas. El agua del mar o el sendero de la montaña ya solo son una postal en el internet. Un recuerdo vivo y social que podrás contar a todos los tuyos para demostrarles que en el tiempo del fuego de estío también estuviste más vivo que nunca.
Chiringuitos, pescado frito, paella, Gandía, Benidorm, Cullera, Canet de Berenguer, Lloret de Mar, la Malvarrosa, Valencia, el Camino de Santiago, o el lugar que nunca dirás a nadie porque no le importa nada.
Pero todo ciclo termina con el tío del mazo tiranizando el resto del año. Refugias. Rellenas. Te refugias y proteges en el relleno de las cosas y de tu actualidad. Ahora toca inventar otras playas y otros fiestorros más comedidos en el asfalto duro de lo inevitable.
Las maletas. Trastos definitivos. En las maletas está la piel que muta y se guarda. Tu vida es un armario que se invade y una gran lavadora que va a esconder todo el atrás. La ciudad es otro terreno, el llano sobre la montaña, el anhídrido carbónico sobre el gusto a tomillo; el grifo irrespirable del agua de tu casa frente al manantial inopinado del mapa de tu vacación caducada. Mas no te aflijas. Ya lo sabías cuando partiste. Era un billete de ida y vuelta. Todo iba a ser una experiencia con los días contados. Nada de sorpresas extrañas.
No. La vacación ya se ha muerto. Solo es una vana quimera a desechar. Ahora toca el ambiente del reencuentro del bar, el visionado del fútbol o la vuelta al cine. Y los niños han dejado el campamento y la bicicleta, y hacen consola lúdica entre sus ordenadores y móviles de su generación.
Vuelve la tele y el paseo al gimnasio. Y el metro se llenará de braceros jodidos a las séis de la mañana, y ahora que acabas de aparcar tu coche, lo reaparecerás y te meterás en tu polígono industrial para seguir compitiendo en inferioridad con tu jefe desdichado e inevitable. Te da de comer.
Empezarás a cambiar todos tus relojes y tus prendas de vestir. Los madrugones con atasco te asaltarán, y a las diez o mucho antes no habrá ni rastro del viajero en casa. Como no te llamen al móvil o al fijo  de tu oficina, ya no estarás para nadie. Hablarás de obligaciones, de responsabilidades, pugnarás por seguir haciéndote un hueco en el mundo, y asumirás que la vida es superar estos cambios que el capitalismo propone.
Y hablarás mucho de euros, y te meterán en el mundo de los demás, y los vecinos te darán por saco para vomitar su descontento y porque ahora es lo que se estila.
Las sombras de la tarde te reconfortarán. Te darás cuenta de que con menos luz no pueden haber tetas de guiri o tangas de infarto. Más realidad es lo que necesitas. Formalidad, tu mujer, los niños y el colegio, tú mismo y los paseos cercanos.
Si estás en el paro seguirás preocupado, pero tu santa paciencia será tu gran amiga. Aterrizar nunca es fácil, pero poco a poco irás descubriendo tu nuevo mar de la tranquilidad. Olerás más a tu casa, a tu ascensor y a tus escaleras. Y algo nuevo habrá sucedido en tu raíz y en tu ciudad en la que vives.
-PORQUE SIEMPRE HAY SORPRESA-

0 comentarios:

Publicar un comentario