lunes, 23 de septiembre de 2013

- MIGUEL ÁNGEL REVILLA -



Bajito, delgado, bullicioso y español. La tele lo sabe. Miguel Ángel Revilla fue político y Presidente de su Cantabria del corazón. Ahora vive entre los micros y los libros. Le es rentable.
Campechano, y de hablar claro. Educado, pero se sale del guión en cuanto puede. Es como si porfiara por quitarse una faja o coraza que le oprimen demasiado. Parece humanote y echado hacia adelante. Valiente, abuelo y corajudo.
Hablar. Lo que le gusta a Revilla, es hablar. Habla mucho, lo que haga falta, no existe el tiempo, está enfadado con las cosas actuales y es que no puede con ello. No hay tu tía.
Lo sacan en la televisión y le dan una pizarra. No sé si es metáfora o significatividad, pero lo primero que hace es dibujar en dicha pizarra su propia caricatura. Su personaje. Su firma es su caricatura. Su humor, su impronta, y quizás hasta sus señas de identidad.
Revilla, habla. Sí. De los temas candentes de la actualidad, y de lo que haga falta. Afirma que los corruptos y chorizos nunca se saldrán con la suya, y se nota el desengaño en su discurso. Y la idea, de que con el ser humano no hay nada que hacer. "Que, somos muy listos, oye, Iñaki", le dice a un joven y vasco presentador de la Sexta Televisión.
Y, venga a charlar. Quiere vender su libro. Va muy bien de ventas, se afirma. Lo que pasa es que sus formas que son firmes de fondo, no se corresponden con el tiempo de hoy. Va mucho a la suya. Tira por la calle de en medio y suelta andanadas como un Robin Hood español entrado en años, a todo quisque que él califica como chorizo y golfo. Es bravo e ibérico.
Presume de comidas y de gastronomía, es heterodoxo y lleva a su tierra cuna en el corazón. Está chapado a la antigua, y hasta parece presumir de éllo o hacer gala de su paso del tiempo.
Cuando sigue hablando, te das cuenta del ritmo que el abuelo le impone al discurso. Te llega a aturrullar si tratas de seguirle. Cree en el ruído y en la pólvora, en el impacto y en la acción contundente. En el golpe de plató.
Quijote de la vida, nos dice muchas cosas que necesitamos oír para relajarnos y reafirmarnos. Revilla, parece tener las ideas tan claras y habladoras que no termino de creérmelo. Me recuerda a los charlatanes que siempre decían la verdad. No me gusta sus tono aglutinador y como de prisa excesiva.
Él, también ha sido culpable de la gran chorizada. El pueblo español tiene culpa de toda esa mafia llamada crisis que se nos ha incrustado en el fregadero de nuestras cocinas. Con diferentes responsabilidades, pero hemos sido todos o casi todos.
Revilla es un personaje correcto. Un pasiego, que llegó al Poder y que dice que ama la voz de la gente de la calle. Que, le gusta recorrerse todos los lugares de España y que le mandan cartas, y que le saludan, y que nota el cariño por todos los sitios.
Camina sobre la delgada línea que separa lo entrañable de lo ridículo, y debe tener cuidado. Los jóvenes son crueles con los viejos y con los que hablan mucho y con fuerza, y no digamos si ven que ya no cumplen los sesenta años. El choque generacional.
Revilla debe revisarse esas vertientes para no acabar convirtiéndose en un personaje de pandereta con caricatura. Se le ve maneras de tío que sabe, y capaz de explicarnos lo que haga falta de la política y de la economía. Pero su crédito corre peligro. Debe espaciar más sus tiempos y replegarse hacia su modestia.
-QUE SEGURO QUE ESTÁ-

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