miércoles, 4 de septiembre de 2013

- LOS ENIGMAS DE MI DUCHA -



Bonito despertar. Espabilar, y comenzar a darse cuenta. Experienciar y vivir. Es en síntesis la conclusión personal desde mi pequeño relato que os ofrezco a continuación.
Solucionado el tema del agua que se me escapaba dado que la ducha carecía de una más que necesaria mampara de protección, seguían pasando cosas en dicha ducha para mí un tanto enigmáticas. Porque al terminar de ducharme, debía esperar unos séis minutos de reloj, hasta que finalmente el agua se metía hacia adentro. Se encharcaba. A los cuatro o cinco litros del termo, ya estaban mis pies en un bebedor de patos. Menos mal que la mampara protectora estaba allí como un dique y hasta soldado, y el agua nunca ya jamás se escapaba. Del mal, el menos ...
Sorprendido, se lo dije a Rosa. La mujer que me limpia la casa todas las semanas. Y, Rosa, me soltó no sé qué rollo de que no pasaba nada ...
Al decirle yo si le parecía normal que tuviera que estar séis minutos acurrucado al lado de la toalla hasta que las aguas mistéricas tuvieran a bien entrar por el novísimo desagüe, la mujer me dijo que eso pasaba siempre. Porque como ahora hacían unas tuberías de cobre más finas y tal, el agua siempre tarda más. Yo, asombrado y triste, le dije que bien, que vale, que sí ...
Élla, no me vio muy convencido. Y me dijo que con el wáter pasaba lo mismo. Que las tuberías finas de cobre y tal. Que, todo estaba bien. Y para infundirme ánimos, me golpeaba con su mano una y otra vez mi brazo y mi hombro. Es tocona y campechana.
Le dejé las llaves como siempre, y me fui a casa de mi hermano para cuidar a mi madre. Traté de no pensar mucho en el tema del agua, y me centré en los esfuerzos cotidianos. Pero finalmente pensé que qué pasaría con la llegada del otoño y no digamos del invierno cuando tuviera que esperar séis minutos desnudo, agazapado y helado de frío, esperando que el agua se fuese por el drenaje. Aquello no podía llamarse otra cosa que constipado seguro al canto. Hice más cara de estupor que de preocupación. Oh, santa bisoñez ...
Rosa, debió de irse a la ducha y también al wáter, y le dio al agua. Cuando vio que allí había un embozo como la catedral de León, debió hacerse cruces.
Cuando llegué yo por la tarde y me duché como siempre hago, los enigmas me rebasaron la paciencia. Al terminar de ducharme el agua ya no se estancaba, se metía toda rapidita, y ya se había terminado el tema de pasar frío y apuros. ¿Qué coñe había sucedido en todo este mes que lleva la ducha nueva obrada y cambiada? ...
Ni corto ni perezoso, llamé a Rosa. Intentó la mujer no dejarme meter una sola frase. Pero me vio tan enfadado y asombrado a un tiempo, que quedó superada. Yo quería respuestas y no al estilo Rajoy, que es ese presidente que nunca contesta a nada de lo que le preguntas.
A lo que iba. Rosa, me confesó que por la mañana había llamado al obrero. El joven albañil había hecho una santa birria y mezclado materiales inadecuados. Élla le había preguntado qué había hecho, y a continuación había comprado unas botellas de desatascador, y ...
Y, se acabó el problema. ¿Por qué Rosa es así de rara? Se me pasó el enfado. El final feliz pasa por aceptar la diversidad. Es bonito el mundo raro. Enriquece conocer y saber que las personas como Rosa pueden ser madrazas protectoras de sus amigos, y que no tiene mala fe. Rosa quiere contentar a todos a quienes tiene en estima, y eso a veces puede ser un juego funambulista.
La buena verdad es que ya conozco mucho mejor a Rosa, y ella a mí y al obrero. Será difícil que yo contrate de nuevo a ese chaval. Pero Rosa no es drama sino cotidianeidad. Me seguirá limpiando la casa. Y mi bisoñez pierde rubor y consistencia.
-QUE SIEMPRE SE AGRADECE-

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