Soy alta, blanca, española y feliz. Tengo treinta y dos años y he vivido bastante. Me considero una chica normal, y me gusta estar a la última en las cosas. Odio las sorpresas inesperadas. Y las odio, porque soy una mujer que medita mucho antes de tomar una decisión o posicionarme en una actitud.
Me gusta ser ordenada y tremendamente independiente. Necesito esa independencia más que el agua para beber. Mis cosas son mías. Y eso que estoy muy enamorada de Ricardo. Y aunque Ricardo tiene las llaves de mi casa, y entra y se queda por las noches y todo eso, él sabe que me tiene que dejar tranquila a veces. Y que aunque me vea, debe dejarme muy a menudo en paz y no atosigarme ni invadir mis espacios propios. Y tan lo sabe Ricardo, que nunca lo intenta. Por eso yo le quiero. Porque me conoce. Y sabe que soy así. Que, soy como soy. Con mi propia personalidad más que definida.
Nunca levanto la voz. Me lo enseñaron de bien pequeña. A veces se irritan conmigo porque no parezco alterarme ni cuando estoy enfadada. Y dicen que soy fría y hasta imposible. Pero, se equivocan. Lo que soy es seria. Ando por el mundo sin darle a nadie concesiones. A mí me ha costado mucho y no he currado mi crecer. Mi padre siempre me dijo que fuera calculadora y que no me fiara del todo de las personas o de las situaciones. Que, fuera yo misma.
Y, éso hago. Trato de que no se metan demasiado en mis cosas, y soy ciertamente selectiva. Cuando alguien no me agrada,-por la razón que fuere-, no se lo voy a decir nunca a la cara ni literalmente. Por todo lo contrario, las cosas tiendo a guardarlas para mí. Mi vida es mía y me pertenece. Y desde esa personalidad un tanto cerrada que he logrado construír, me proyecto al mundo. Me apasiona la libertad.
Y ha de ser una libertad hecha a mi manera. Porque me gusta elegir, que no me tomen el pelo, que no me manipulen, y poder decidir. No soy mandona. Lo que trato es de que no me superen y muy sutil. Mi arma favorita es que no sepan muy bien de qué voy ni lo que estoy pensando. Sí. Antes que me cacen, prefiero cazarles yo.
Afortunadamente, tengo un trabajo y unos padres que están ahí. Sobre todo, mi madre. Mi madre es seria y tiene un carácter muy parecido a mí. El otro día la llamé y vino. Necesitaba consejo, y mamá es mucho de sentimientos y me conoce bien.
Pero que mi madre venga a casa es muy excepcional. La llamé porque me agobié mezclando varias cosas a la vez. Ah, y porque tenía un leve constipado y necesitaba a mi enfermera de más confianza en el mundo. Cuando se fue, estábamos las dos más tranquilas y satisfechas. Las dos. Yo sé que ella siempre va a estar ahí, y que me ve crecer fuerte y evidente.
Lo mejor es cuando me levanto y me tiro de cabeza sobre la libertad que me ofrece mi coche negro. Y mira que es difícil aparcarlo. Está todo lleno de autos. Pero esa sensación matinal de sentarme al volante del coche de mi vida y seguir hacia delante, no tiene precio.
Sí. Ya sé que luego vendrá mi trabajo de profesora con mis alumnos y el amor por Ricardo. Y, mi casa elegida. Y mi tiempo imparable que sigue y se desarrolla. Pero esa sensación de mi libertad propia, es extraordinaria. No es que cuando arranca mi coche significa que puedo hacer exactamente lo que me dé la gana, pero es lo más parecido.
No soy soñadora, pero realista. Por éso soy ambiciosa e inconformista a mi madre. Las cosas, ni me las creo ni me las dejo de creer. Soy siempre escéptica. Pero igualmente, muy positiva.
-NO ME DEJO INFLUÍR-
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